El primer
domingo de este mes, en horario de sobremesa, asomo por el Canal Temático de
TVE el Tour de Flandes, una carrera que encarna la esencia de un deporte
centenario ya que nació en 1913 y solo dejó de celebrarse durante los años de
la Primera Guerra Mundial.
Los 264
kilómetros de recorrido, los 19 muros y los seis tramos de adoquines que jalonaban
el recorrido de este año que fue de Brujas a Oudenaarde anunciaban la llegada
de la primavera ciclista.
Tras esta
prueba se disputo el tercer monumento de la temporada que salió de París para
finalizar en el velódromo de Roubaix, así hasta la culminación de las clásicas
con el Tríptico de las Ardenas que dio comienzo precisamente hoy mismo con la
disputa de la Amstel Gold Race, famosa por sus cortas pero duras rampas
encadenadas, el próximo miércoles 22 se corre la segunda clásica de este tríptico
con final en el ya mítico Muro de Huy, un muro de apenas 204 metros pero con
rampas que alcanzan el 26% de desnivel y que este año tiene a Alejandro
Valverde como último vencedor. El cuarto Monumento del año y que completa el
tríptico de las Ardenas se disputara el próximo domingo 26.
La
dificultad de estas carreras ocasiona que muchas veces, al mirar sus perfiles
escuchemos opiniones como “Es una carrera o una etapa
para clasicómanos”. En otras ocasiones, leemos o decimos que fulanito “Tiene un perfil clasicómano” o que hay un “determinado equipo que quiere reforzarse para las clásicas”.
¿Qué quieren decir estos términos?. En el argot
ciclista se llaman clasicómanos a aquellos ciclistas que se especializan en las
pruebas de un día y que tienen grandes dificultades, o sea las denominadas
normalmente como las clásicas y una de las metas de estos ciclistas denominados
clasicómanos es al menos conseguir una victoria en uno de estos Monumentos del
Ciclismo mencionados anteriormente.
En la
actualidad podemos encontrar diferentes ciclistas que se adecúan a los
Monumentos o a las Grandes Clásicas del calendario mundial como son: Alexander
Kristoff, Tom Boonen, Fabian Cancellara, John Degenkolb, Niki Terpstra, Peter
Sagan, Philippe Gilbert, Simon Gerrans y Zdenek Stybar o entre los españoles
Alejandro Valverde y Purito Rodríguez.
Por norma
general muchos de ellos también tienen características de sprinters para vencer
en grupos reducidos, pero sin embargo tienen que reunir otras características
como la potencia, las buenas dotes en las subidas tanto en puertos cortos como
largos, para así poder aguantar en el grupo de cabeza o atacar.
Por lo
tanto, el clasicómano está entre el velocista y el escalador. Para poder
entender el tema, tenemos en un extremo a Marcel Kittel, es el mejor velocista
actual, ya que es capaz de desarrollar una tremenda velocidad en los últimos
500 m de una etapa llana pero incapaz de mantener el ritmo del pelotón incluso
en subidas cortas y no muy inclinadas.
En el
otro extremo está el escarabajo colombiano Nairo Quintana, posiblemente sea uno
de los mejores escaladores actuales, vencedor indiscutible en la cronoescalada
de Monte Grapa y de etapas con final en un largo y empinado puerto como son Val
Martelo o Semnoz, pero incapaz de marcar un ritmo en un final llano que compita
siquiera con los lanzadores del propio Kittel o con los velocistas de segundo o
tercer plano.
O sea,
que a mayor poder velocista menor poder escalador y viceversa. En la mitad del
espectro encontramos a esos ciclistas enumerados anteriormente y que por eso se
les llama clasicómanos. Pero, ¿Qué tipo de carreras
son las idóneas para este tipo de ciclistas?. Si nos fijamos en el
perfil de una de las carreras más importantes del mundo y la más decana de las
clásicas: La Lieja-Bastoña-Lieja que se celebrara el próximo domingo 26, es
evidente que en esta carrera no habrá la tradicional llegada al sprint, tampoco
los escaladores puros verán un terreno ventajoso para hacer un ataque sostenido
que elimine a sus rivales uno a uno. Es una carrera con muchas subidas cortas,
algunas muy empinadas, seguidas de tramos de descenso y falsos llanos, además
de tramos sinuosos por carreteras
estrechas que hacen imposible el tradicional control de los equipos
fuertes, por ello suele ser ganada por corredores de esos que están en la zona
centro, o sea los clasicómanos, como fue el caso del año pasado que la ganó
Simón Gerrans. Estos ciclistas que no sprintan como Kittel ni suben como Nairo
Quintana, pero que tienen una punta de velocidad importante y les va bien las
subidas cortas gracias a su potencia y porque sus condiciones ciclistas se
adaptan a los recorridos habituales de las clásicas. También es cierto que hay
varios tipos diferentes de clásicas, lo mismo que hay diferentes tipos de
clasicómanos y generalmente clasificados según las características de los
recorridos.
Las
particularidades propias, la atmosfera y la tradición hacen que cada clásica
tenga su identidad y particularidades propias de sus recorridos y que permiten
ver en los puestos de honor a ciclistas muy fuertes y combativos, pero
diferentes a los tradicionales podios de Giro de Italia, Tour de Francia y
Vuelta a España y que a la postre son más conocidos por toda la afición.
Pero como
los recorridos aunque por lo general son de perfiles rompepiernas, algunas de
las clásicas terminan en subida como Flecha Valona o Giro d´Emilia, otras
terminan tras un descenso como el Giro de Lombardia, otras finalizan tras
varios kilómetros llanos después de un descenso como son La Clásica de San
Sebastian o la Milán-San Remo y también las hay completamente llanas como la
Plouay o la París-Roubaix. Por estas razones, el palmarés de algunas clásicas
cuenta con vencedores velocistas puros como Mark Cavendish que gano la
Milan-San Remo y la Kuurne-Bruselas-Kuurne o escaladores puros como Nairo
Quintana que ganó el Giro d´Emilia o Purito que ganó el Giro de Lombardia, pero
la mayoría son ganadas por los bien llamados “CLASICOMANOS”.
Tampoco
existe una completa correlación entre un buen contrarrelojista y ser también un
buen clasicómano, aunque existen ejemplos como Fabian Cancellara que si es
bueno en ambos campos, sin embargo Tony Martin (buen Contrarrelojista) nunca
destacara como Clasicómano, lo mismo que Tom Boonen nunca destacara como
contrarrelojista. Pese a ellos, en algunas clásicas hemos visto ataques lejos
de meta en los que un ciclista hace una verdadera contrarreloj individual en
los últimos kilómetros sin posibilidad alguna para que el pelotón le de caza.
Ante
estos casos es evidente que un clasicómano tiene que ser un ciclista potente,
capaz de realizar y resistir esos ataques en solitario, ya que los tramos
adoquinados, los muros y la montaña habrán eliminado a los contrarrelojista
puros y a la mayoría de los gregarios de manera similar a como se eliminan los
velocistas en las etapas de montaña, de manera que al final no haya un equipo
sólido que persiga en bloque una fuga como en las tradicionales etapas llanas y
que se reduce a la lucha de los líderes de los equipos en primera persona.
En las
llegadas en grupos reducidos con ciclistas de diferentes equipos que se
enfrentan a una llegada al sprint, el clasicómano tiene que resolver con
astucia y viveza, más que por evidente superioridad de fuerza. La victoria
implica no solamente ser un ciclista rápido en estos grupos pequeños sino
también saber elegir el momento exacto para atacar, leer las intenciones de los
rivales y tomar decisiones en fracciones de segundo.
Un tercer
grupo de clasicómanos es el de los escaladores que pueden hacer fuertes
aceleraciones en puertos cortos y tener suficiente fuerza y habilidad para
defender la ventaja lograda, bien en el descenso o bien en un trayecto final llano,
pero aunque lograse hacerlo, los kilómetros de llano que vienen después del
descenso le harían perder la poca ventaja ganada en esa explosiva subida, por
lo que quedan descartados para la victoria los escaladores puros, lo mismo que
los velocistas que tampoco podrían seguir el fuerte ritmo impuesto en la subida
por esos escaladores puros.
En
definitiva, el estereotipo clásico de un clasicómano es difícil de definir,
pero lo que está claro es que tiene que ser un ciclista potente en el llano,
pasar bien las subidas cortas, inteligente en carrera y con una buena punta de
velocidad para rematar en un grupo pequeño. También suele ser un buen fondista
pero que no recupera bien en las Vueltas.
Sea
como sea, con las grandes clásicas de este mes y ante los grandes clasicómanos
del pelotón tenemos una magnífica oportunidad para disfrutar de la universidad
de este deporte maravilloso.
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