Raymond Poulidor (el sabio que hizo rentable la derrota), ha fallecido a los 83 años,
tras casi
un mes de haber acusado que sus fuerzas disminuían, una fatiga que preocupaba a
los médicos y a la propia familia.
La cara redonda, iluminada por los pequeños ojos achinados, en las últimas semanas se fue apagando en el Hospital
de Saint-Leonard-Noblat, Macizo Central de Francia, donde había nació y murió.
Su figura como emblema del ciclismo, el eterno segundón, el
perdedor risueño, se fraguó en una contradicción que se ha instalado en la
memoria popular. «Pou-Pou», como le apodaban, se pasó la vida persiguiendo el
maillot amarillo del Tour, la victoria en la mejor carrera, y nunca lo
consiguió. Nunca vistió el maillot
amarillo de los campeones en sus 14 participaciones y nunca ganó el Tour
(segundo en 1964, 1965, 1974, tercero en 1962, 1966, 1969, 1972, 1976). Pero la
hoja de servicios de Raymond Poulidor es intachable: 184 victorias, que
incluyen siete etapas del Tour, la
Vuelta a España (1964), la Milán San Remo, la París-Niza,
la Flecha Valona o el Dauphiné Liberé.
Raymond Poulidor marcó una época junto a Jaques Anquetil en
los años sesenta.
Había nació en Masbaraud-Mérignat, en el departamento de Creuse, donde sus
padres, eran caseros que tenían que pagar la mitad de sus productos en alquiler
a un amo. Después de que un maestro de escuela le diera la revista
deportiva Miroir-Sprint, comenzó a correr a los 16 años junto con dos de sus
tres hermanos, al principio tuvo que ocultarle a su madre esta nueva afición, ya
que ella temía los peligros de la carretera.
Poulidor se convirtió en profesional en 1960 con el equipo patrocinado por
la compañía ciclista Mercier; permanecería con este equipo hasta su
retirada en 1977. En 1961 ganó el campeonato nacional francés y la Milan-San
Remo; un año después terminó tercero con Anquetil el Tour de
Francia . La rivalidad alcanzó su clímax en el Tour de 1964, donde el
duelo codo a codo de la pareja en el Pûy de Dôme creó una única imagen icónica
que resume la edad de oro del ciclismo.
Los
aficionados de Poulidor afirman que podría haber ganado tres Tours si no
hubiera sido por una combinación de circunstancias, mala toma de decisiones y
mala suerte. En la carrera de 1964 llegó en segundo lugar por solo 55
segundos en París, pero perdió tiempo porque se equivocó al terminar la etapa
en Mónaco, sufrió un pinchazo y se estrelló en el camino a Toulouse, y eligió
la marcha incorrecta en ese final de etapa en el Pûy de Hazme. En 1965 fue
víctima de una alianza de ciclistas rivales que trabajó a favor del
italiano Felice Gimondi , mientras que en 1968, cuando Anquetil estaba en semi-retiro, fue golpeado por
una moto y obligado a abandonar la carrera.
Sin embargo, después de 1964, su popularidad (o, como dicen algunos,
Poupoularité) fue mayor que la del "maestro Jacques", y también lo
fue el dinero que recibió en las carreras locales. Él y el gerente de su
equipo, Antonin Magne, cultivaron la imagen de campesinos torpes, pero eso es
desmentido por las historias de Poulidor en los campos de entrenamiento de
pretemporada.
Habiendo sido aniquilado por Anquetil, en las últimas etapas de su carrera,
Poulidor cayó sobre Eddy Merckx , el insaciable "Caníbal"; aun así, en 1974, a la edad
de 38 años, logró sacudir a Merckx en los Pirineos, ganando la etapa de Pla
d'Adet para finalmente volver a terminar segundo. Dos años más tarde, con
Merckx en camino a la jubilación, terminó tercero en el Tour a los 40 años
antes de colgar la bicicleta al año siguiente.
Aparte de sus tres subcampeonatos en el Tour de Francia,
Poulidor quedó cinco veces en la tercera
posición y además ganó La Vuelta a Espala de 1964, por
delante de los españoles Luis Ocaña y José Pérez Francés. En la edición de
1965, acabó segundo porque el alemán Rolf Wolfshohl le arrebató la victoria en
la clasificación general.
Su récord de ocho podios en el Tour se mantiene hasta el día de hoy, aunque
ni un solo día vistió el mallot amarilla de líder de la carrera.
La sonrisa bonachona y
afable de Poulidor se paseaba cada día por el Tour de Francia desde hace
décadas, embajador e imagen del maillot amarillo de Credit Lyonnais, el banco
que patrocina la prenda y el singular leoncito que se entrega cada día a su
portador. Raymond Poulidor era esa figura, al que se acercaban abuelos, padres
y nietos en la línea de salida de cada etapa del Tour para charlar, preguntar o
reclamar fotos y autógrafos. Como un amigo común al que nunca le fallaba el
gesto afectuoso.
Un sabio popular que
rentabilizó su histórica fatalidad en el Tour. «Lo que
más me gustaba era cuando los niños me preguntaban, ¿eres tú, PouPou? ¿Y nunca
ganaste nada?», declaró en una entrevista. Su voz dura y rocosa,
pasajero de la Francia profunda, agricultora, acompañó siempre a los visitantes
de la carrera como si fuese uno de los monolitos que se erigen en el Tourmalet,
el Galibier o el Izoard. «El Tour es mi casa, mi vida», dijo alguna vez Poulidor.
El Tour que lo maltrató como ciclista y lo convirtió en un
telonero de dos gigantes, primero Jacques Anquetil y después Eddy Merckx. Sobre
todo, con el primero, al que superó en popularidad y cariño aunque no en
éxitos.
Ambos protagonizaron
aquella célebre escena, hombro
contra hombro en el Puy de Dome, de Tour de 1964, en el que
Anquetil se hizo con el maillot amarillo. Anquetil fue ganador, pero Poulidor
el héroe».
Siempre hubo una caída,
un pinchazo, una doble fractura de hueso o una mínima de distancia de segundos
que apartaron de la victoria a Poulidor, un escalador nato.
La estética del perdedor
fue rentable para el inteligente campesino, cuyos padres granjeros educaron
entre ovejas, vacas y sólidos valores pegados a la tierra. «Cuanto más desafortunado era, más gustaba al público y más
dinero ganaba. Incluso pensé que ganar era inútil», declaró PouPou.
Poulidor, también cuenta en su palmarés con una plata y tres
bronces en los Mundiales, por eso es que resulta sencillo y facilón atribuirle
esa vitola de "segundón". Pero fue primero en muchas otras. Sus dotes
de "grimpeur" lo condujeron en España a vencer en tres ocasiones en
la Escalada a Montjuïc, y en una en la Subida a Arrate. También se llevó la
Setmana Catalana de 1971.
Su primera autobiografía
más vendida, publicada en 1968, se tituló La Gloria sin el maillot amarillo. Después
de retirarse, Poulidor continuó apareciendo en el Tour, trabajando para el
banco Crédit Lyonnais, el patrocinador de la camiseta amarilla. En 1987,
pocos días antes de morir, a los 53 años, de un ya incurable cáncer de estómago
visitó a Anquetil en su lecho de muerte, cuando el normando le dijo con un
amargo sentido del humor a su antiguo rival que estaba a punto de terminar
segundo una vez más. Ahora ya da lo mismo entre héroes de hierro pero
vulnerables. El eterno segundo… El eterno primero… Eternos los dos.
En 1961, se casó con
Gisèle Bardet, una trabajadora postal de St Léonard de Noblat, donde la pareja
hizo su hogar. Ella lo sobrevive junto con sus dos hijas, Isabelle y
Corinne. Sus dos nietos, David y Mathieu Van der Poel, son ciclistas
profesionales.
Poulidor, que quiso ser
boxeador antes que ciclista, tenía en los últimos años de su vida una ilusión
por encima de todas, su nieto Mathieu
van der Poel, hijo de su hija Corinne Poulidor y del exciclista
holandés Adrie van der Poel. El chaval es el nuevo portento del ciclismo, un
fuera de serie que estuvo cerca de ganar el último Mundial en Yorkshire
(Inglaterra) y que también triunfa en el ciclocross y la bici de montaña. Su
abuelo lo deja como legado de la leyenda
del alegre y astuto segundón.