domingo, 28 de xuño de 2015

EL TOUR DE FRANCIA 2015

La edición 102ª del Tour de Francia se iniciara en la localidad holandesa de Utrecht el próximo 4 de julio, tras un total de 3.344 kilómetros divididos en 21 etapas los ciclistas llegaran a los Campos Elíseos de París el 27. Sera un Tour en el que la mayor dureza se concentrara en la última semana de carrera.
Si el recorrido del Giro de Italia de este año lo considere como un regreso a la tradición por su mayor cantidad de finales en alto, el trazado de este Tour supone todo lo contrario, ya que rompe con gran parte de las características históricas de la ronda francesa, ya que programa una primera semana más movida de lo habitual, con varias etapas tipo clásicas y finales en muros; un aumento en el número de etapas rompepiernas con reducción del kilometraje, ya que no hay una sola etapa de alta montaña que supere los 200 kilómetros; una mayor cantidad de finales en alto (9), batiendo el record de la prueba; y una reducción exagerada de las contrarreloj, con apenas 42 kilómetros de los cuales solo un tercio de ellos en forma de crono individual.
De todos modos la mayoría de estos cambios no son tan novedosos, sobre todo en relación con las dos últimas ediciones, si bien en este caso sorprende la radicalización de los organizadores al rechazar la contrarreloj individual, ya que los ciclistas sólo disputaran una etapa de este tipo y que parece más una prólogo que una crono normal, la concentración de montaña en la tercera semana, con una sola etapa llana en las últimas 6 son la novedad de esta edición. Por otro lado, mantienen la apuesta por el pave, algo polémico pero que ya el año pasado dio como resultado una etapa espectacular, la mejor de toda la carrera.
Así pues, el Tour de Francia 2015 se iniciara con la mencionada crono individual de 14 kilómetros con salida y llegada en la localidad de Utrecht, en los Países Bajos y con un trazado bastante complicado donde será difícil que haya grandes diferencias, aunque si mayores que las de una prólogo normal. Al día siguiente, la etapa es llana con final en la provincia de Zeelend, en el extremo suroeste del país, si el viento hace acto de presencia, el peligro de abanicos será la mayor dificultad, ya que atravesaran zonas muy expuestas en la parte final, al circular por las carreteras que van paralelas a los diques que unen las diferentes islas, algo que provocó una escabechina en el Giro de Italia de 2010.
En la tercera etapa, ya en Bélgica, será el turno para el primer final en alto de esta edición: el Muro de Huy, famoso por ser la llegada de la Flecha Valona, con 1,3 km al 9,4% de media con repechos por encima del 20%. Si esta etapa recuerda a una de las clásicas de las Árdenas, la 4ª hace lo propio con la París-Roubaix, el “Infierno del Norte”, al incluir hasta 6 tramos de pavé en los últimos 50 km, que unido a otro tramo adoquinado a mitad de la etapa suman un total de 13,3 km sobre esta molesta superficie, una cifra casi idéntica a la etapa de Arenberg del pasado Tour, con triunfo bajo la lluvia de Lars Boom y con el “Tiburon” Nibali saliendo como el gran beneficiado de entre los favoritos, mientras que por el contrario Chris Froome tuvo un día aciago teniendo que retirarse tras sufrir varias caídas. En ese sentido y aunque depende bastante de las condiciones meteorológicas, no sería nada extraño que esta etapa también acabe marcando buenas diferencias entre los favoritos.
Las tres etapas siguientes, con llegadas en Amiens, Le Havre y Fourgeres respectivamente, son a priori muy favorables para los velocistas, si bien los favoritos a la general tampoco pueden dormirse, sobre todo en la 6ª camino de Le Havre, ya que de nuevo al rodar durante muchos kilómetros por las costas de Normandia, en paralelo con el Canal de la Mancha el riesgo de abanicos puede deparar sorpresas para aquellos que se despisten. La 8ª etapa, en cambio, es muy propicia para los escaladores explosivos, al acabar en el Mûr de Bretagne: una subida corta pero con un kilómetro inicial al 10%, aunque después suaviza mucho. Señalar que esta subida ya se dio en una etapa del Tour de 2011, con triunfo para Cadel Evans por  delante de Alberto  Contador.
En la 9ª etapa llega la crono por equipos de 28 kilómetros entre Vannes y Plumelec, con la meta situada justo detrás de la cota de Cadoudal, con 1,7 km al 6,2% y de buen recuerdo para el ciclismo español gracias a la victoria y liderato de Alejandro Valverde en 2008, cuando fue la llegada de la etapa inaugural. Aparte de la subida final, la trampa de esta CRE es que se dispute tan tarde, con más de un equipo pudiendo llegar justo de corredores si en las etapas previas ha habido caídas. Y de hecho los organizadores han tenido que pedir un permiso especial a la UCI, ya que en teoría está prohibido celebrar una crono por equipos pasado el primer tercio de carrera.  
Después de la primera jornada de descanso y tras el largo traslado de Plumelec a Pau, la carrera se adentra en los Pirineos, con un tríptico de montaña que se inicia con una llegada en la estación de esquí de Arette, a 3 km de la cima del Pierre Saint Martin. A pesar de que la carretera está en perfectas condiciones, se trata de una subida muy dura, con 15 km al 7,4% y que incluye un tramo de 9 km al 9% de media hasta el Col de Labay, si bien desde ahí a meta la pendiente suaviza mucho, por lo que el resultado dependerá de si los ciclistas se mueven desde lejos o esperan a los últimos kilómetros.
Señalar que aunque la meta es inédita, casi toda la ascensión se corresponde con el Col de Soudet, subido por esta vertiente en 1996 y 2003.
Al día siguiente será el turno para una etapa de casi 190 km entre Pau y Cauterets, en el valle de Saint Savin, con el Col d´Aspin y el mítico Col du Tourmalet con los últimos 13 km al 8,5% de media, antes del largo descenso hacia Luz Saint Sauveur y el falso llano previo a la subida final, muy tendida, con 10 km al 4,3% de media, pero que puede hacer daño si la carrera llega rota. No obstante, aun teniendo 80 km finales muy interesantes, se echa en falta un mayor desgaste previo y una mejor colocación de la etapa, ya que situada antes del final en el alto más duro corre el riesgo de que los  favoritos se lo tomen como un día de transición. El único antecedente de Cauterents como meta en el Tour data de 1953, con triunfo para el español Jesús Loroño.
Al día siguiente los ciclistas tendrán que afrontar una etapa de casi 200  km con el Portet d´Aspet, con 4,4 km finales al 10% y donde se rendirá homenaje a Fabio Casartelli, que en 1994 perdió aquí la vida tras sufrir una fuerte caída en el descenso; el Col de la Core, con 14 km de subida, los últimos 7 a más del 7%; el Port de Lers, con una parte central constante al 7-8% y tras el descenso de 25 km de falsos llanos llega la subida a Plateau de Beille, con unas cifras totales de 16 km al 7,8%. Una ascensión muy exigente, sin rampas extremas pero sin descansillos, y que desde su estreno en 1998, con triunfo de Marco Pantani, casi siempre ha hecho mucho daño y que cuenta con otros vencedores ilustres como Lance Armstrong (2002 y 2004) y Alberto Contador en 2007. Sin embargo en 2011, fue una etapa muy decepcionante, con triunfo merecido para Jelle Vanendert y con casi todos los favoritos llegando juntos debido a los parones.
Superado el tríptico pirenaico será el turno para una jornada a priori de transición entre Muret y Rodez. En la 14ª etapa vuelve la montaña, con una etapa en el Macizo Central que si bien no tiene grandes dificultades durante los primeros 130 km incluye en la parte final Sauveterre, con 9% y el encadenado de Chambrits y  Menden, esta última una subida muy explosiva, al contar con un tramo central al 13-14%, aunque en lugar de terminar en la cima acaba en el aeródromo tras un pequeño falso llano. Desde su estreno en 1995, con victoria para Laurent Jalabert y la Once poniendo en jaque al Banesto. Este es un puerto que se convirtió en todo un clásico de las pruebas francesas y con otras dos llegadas en el Tour con victorias para los españoles Marcos Serrano en 2005 y Joaquim “Purito” Rodríguez en 2010.
Las dos etapas siguientes, con finales en Valence y Gap respectivamente, también son de media montaña aunque con características muy diferentes entre sí, con un inicio pestoso y el Col de l´Escrinet a mitad de la etapa, siendo los últimos kilómetros bastante llanos por lo que puede haber reagrupamiento; en el caso de Gap la primera parte es relativamente sencilla, pero con el Col de Cabre y el ya clásico Col de Manse, con varios km al 6-7% aunque interrumpidos por un descansillo central en la segunda mitad, restando solo 12 km desde la cima del puerto a meta. Este final, con Manse y su peligroso descenso por La Rochette, donde Joseba Beloki sufrió aquella grave caída en 2003, ya se ha visto en varias ocasiones en los últimos años, como cuando en 2011, vimos la victoria de Thor Hushovd y los varios ataques de Contador que rompieron el grupo de favoritos.
Después de la segunda jornada de descanso ya no habrá respiro hasta llegar a París, con cuatro etapas de montaña seguidas en los Alpes. La primera de ellas, entre Digne les Bains y la estación de esquí de Pra Loup, no incluye grandes colosos pero tampoco a penas llano, con el Col des Léques, el Col de Toutes Aures, la Colle Saint Michel, el ya más exigente Col d´Allos, con 13 km finales al 6% y todo un clásico en el Tour hasta la década de los 70, como es la  subida a Pra Loup, corta pero bastante dura, con algo más de 5 km al 8% y con su complicado descenso que encadena una final idéntica al de la mítica etapa de 1975, con el triunfo y liderato para Bernard Thevenet tras el hundimiento de Eddy Merckx.
Al día siguiente, etapa con una primera mitad muy rompepiernas, con las cimas de Bayard, Motty, Mure, Malisson y el Col de la Morte, para tras su revirado descenso y la tendida subida a Rochetaille afrontar el Col du Glandon, muy irregular, con tramos duros salpicados por descansillos y bajadas intermedias. Su espectacular descenso, con un primer tramo muy técnico, llevará a los ciclistas hasta La Chambre, con un pequeño llano entre esta localidad y Pontamafrey antes de la última cota de la etapa, los Lacets de Montvernier, una subida muy escénica, con carretera estrecha y plagada de curvas en herradura. Este tramo es el inicio de una de las vertientes del Col de Chaussy que no continua hacia la cima, ya que los ciclistas giraran hacia el sur para encarar un descenso irregular antes del llano final. Etapa exigente y que podría dar mucho juego si la carrera se rompe en el Glandon, aunque dada su situación en vísperas de dos finales en alto, es probable que los favoritos esperen a Montvernier para atacar.
A pesar de su corto kilometraje, la 19ª etapa, entren St. Jean de Maurienne y la estación de La Toussuire, es a priori la más dura de esta edición, incluyendo de salida el inédito Col de Chaussy y tras un largo rodeo el impresionante Col de la Croix de Fer, con 1600 m de desnivel y un tramo de 9 km a casi el 9% de media en su mitad, seguido por el Col du Mollard desde Ponte du Belleville, más modesto pero también con tramos duros que tras su complicado descenso, con una parte central llena de curvas, la subida a La Toussiere, sin grandes rampas pero bastante largo, con 18 km a más del 6% de media, puede hacer  daño si el ritmo es elevado. Señalar que los últimos 80 km son idénticos a los de la etapa de 2006 con triunfo de Michael Rasmussen y liderato para Oscar Pereiro tras el pajarón de Floyd Landis y la de 2012, con vistoria de Pierre Rolland en una etapa muy movida y con muchos ataque pero donde los Sky acabaron imponiendo su ley, con Bradley Wiggins conservando el maillot amarillo y Chris Froome subiendo al segundo puesto del podio de París.
Como última oportunidad para poder ver cambios en la general, la 20ª etapa es muy corta pero con dos de los puertos más famosos de los Alpes: el Col du Galibier por su vertiente norte, cuyo perfecto encadenado con el Telegraphe acumula caso los 2100 m de desnivel, estando muy arriba en la lista de los puertos más duros de esta carrera, tras su larguísimo descenso, de más de 40 km, y un pequeño tramo llano la subida final a la estación de esquí de Alpe d´Huez, primer final en alto en la historia del Tour, en 1952, y que tras su reestreno en 1976 se convirtió en la subida más icónica de esta carrera, con 30 ascensiones, todas ellas como llegada salvo en la etapa de 2013, cuando se subió dos veces, bajando por el Col de Sarenne, con triunfo de Christophe Riblon. La etapa de este año es la más parecida a la de la edición de 2011, también con inicio en Modane y paso por el Galibier pero atravesando el túnel. Fue una etapa muy entretenida, con Contador rompiendo el grupo desde lejos, pero el desgaste y el terreno fácil entre puertos acabaron provocando el reagrupamiento, la victoria de etapa fue para Rolland y el liderato para Andy Schleck, aunque lo perdería al día siguiente en la contrarreloj individual de Grenoble.
Después de esta etapa ya solo quedara la clásica etapa homenaje a los campeones y a todos los ciclistas que hayan logrado sobrevivir a las tres semanas de carrera, la meta una vez más estará en los Campos Eliseos de París. Una llegada que cumplirá su 40ª aniversario, tras haberla acogido por primera vez en 1975. Etapa muy favorable para los sprinters, aunque habrá que ver cuantos de ellos consiguen sobrevivir a la montaña.
Resumiendo: un recorrido muy, pero que muy exigente, a priori con muy pocas etapas de transición, con alicientes en casi todas las etapas, ya sean con grandes puertos, como con las pequeñas rampas cerca de meta, e incluso con etapas llanas que pueden resultar muy movidas si sopla el viento y se producen los temidos abanicos, exceso de finales en alto y nuevamente sin incluir una verdadera etapa reina, ya que a las etapas con los puertos más duros les falta kilometraje, y ningún día se superan los 4500 m de desnivel acumulado. Para ser el Tour de Francia, me llama especialmente la atención lo cortas que son las contrarrelojes, sobre todo la individual y que se disputan al revés de lo que sería lógico, la contrarreloj por equipos llegando tan tarde puede que se dé el caso de que haya algún equipo que llegue mermado, lo que hace que las contrarreloj sigan perdiendo protagonismo en el Tour.
Si a esta reducción de las crono, se une el aumento de las llegadas en alto, resulta que nos encontramos con un Tour completamente desequilibrado en favor de los escaladores y dentro de éstos favorece incluso a los más explosivos, al no haber etapas de montaña de gran fondo. Aparte de esta descompensación puede provocar un mayor conservadurismo, sobre todo teniendo en cuenta la dureza de la última semana, traicionando la esencia del Tour, donde históricamente había que ser un ciclista completo y brillar en todos los terrenos para optar a la victoria.
¿Interesa que se llegue a los últimos días con poca diferencia?, ¿interesa hacer que la carrera sea más imprevisible? o ¿interesa favorecer a la nueva hornada de escaladores franceses?: Sea cual sean los motivos de este trazado, de lo que no hay duda es de que los organizadores han escogido un modelo donde priman los esfuerzos explosivos y sin opciones para los rodadores de cara a la general. Así no se vuelve a los orígenes.
Pero no obstante, esto no significa que todo sea malo, ya que hay aspectos positivos como el aliciente en casi todas las etapas, sin que los favoritos puedan despistarse ni un solo día, la etapa del pave, donde los organizadores si han mostrado una gran valentía.
En cualquier caso, como siempre, los ciclistas serán los que tienen la última palabra.
Ojala muestren una actitud valiente y ambiciosa durante toda la carrera, brindándonos un buen espectáculo a todos los aficionados.

xoves, 25 de xuño de 2015

ROGER DECOCK

Roger Decock naceu en Izegem Occidental (Bélgica), o 20 abril de 1927.
Ex ciclista belga que nun principio foi xogador de futbol aínda que logo orientouse cara ao ciclismo, sendo un excelente rodador con talento, traballador duro sen medo á aventura, astuto e intelixente que sabía que podía gañar coa súa forza de vontade e capacidade de reacción. A súa maior vitoria foi cando en 1952 gañou o Tour de Flandes. Con todo, pasou á historia do Tour de Francia non por unha vitoria, si non que foi por un acto profundamente humano. Cando Wim Van Est o líder do Tour de 1951 foise a un barranco, Roger foi o único ciclista que alertó aos equipos de rescate onde se atopaba o mal ferido maillot amarelo holandés.
De mozo, durante a Segunda Guerra Mundial o afán de gañar uns centavos levoulle a ser contrabandista.
É o suegro do que tamén foi ciclista Jacky Coene e avó da atleta belga Veronique Coene. 
Profesional de 1949 a 1962.
TRIUNFOS: 1949 vencedor do Circuíto Rexións Fronterizas e dunha etapa da Volta a Bélgica.
1950 vencedor do Cinco Outeiros e da Bruxelas-Izegem.
1951 vencedor da Paris-Costa Azul, do Tour de Flandes Occidental e do Campionato de Flandes.
1952 vencedor do Tour de Flandes.
1953 vencedor dunha etapa da Volta a Marruecos.
1954 vencedor da Bruxelas-Izegen, de tres etapas da Volta a Bélgica e do G. P. Renaux.
1955 vencedor da Bruxelas-Ingooingem.
1957 vencedor da Putte-Kapellen, dunha etapa da Volta aos Países Baixos e do Premio Nacional de Clausura.
1959 vencedor do Circuíto de Flandes Oriental.
1960 vencedor da Flandes Central.
XIRO DE ITALIA: 1955 (73º). 
TOUR DE FRANCIA: 1951 (17º) e 1952 (38º).
Participou na Volta a España de 1958, retirándose antes de finalizar a carreira. 
Outros resultados dignos de mención: 1954, segundo no Campionato de Bélgica de fondo en estrada, 1955, cuarto na Paris-Bruxelas.
EQUIPOS: 1949 Arliguie-Hutchinson. 1950 Alcyon-Dunlop. 1951 Bertin-Wolber. 1952-1954 Bertin-d´Alessandro. 1955 Van Hauwaert-Maes. 1956-1958 Faema-Guerra. 1959 Flandria-Dr. Mann. 1960 Dr. Mann-Dossche Sport. 1961 Wiel´s-Flandria.

domingo, 21 de xuño de 2015

EL PAPELÓN DE LOS GREGARIOS

Mikel Landa mostrando su calidad con dos etapas y el tercer puesto de la
general del Giro de Italia 2015

Apenas terminado el Dauphiné, se pusieron en marcha la Vuelta a Suiza y la Ruta del Sur, carreras que en este mes de junio sirven para ir afinando las piernas y que suelen dejar algunas pistas de cómo están los gallos e incluso sus segundos espadas de cara a la cita más importante del año como es el Tour de Francia.

La Dauphiné, es una carrera que plantea escenarios parecidos o incluso calcados (la etapa de Pra Loup, por ejemplo), en esta carrera hemos visto pelear a dos de los cuatro principales candidatos a coronarse en los Campos Eliseos: Chris Froome y Vincenzo Nibali. De la actitud de ambos en carrera, ya se han podido sacar algunas conclusiones.

El primero ya enseño sus cartas, hizo lo que ha querido y cuando ha querido, demostrando un estado de forma excepcional y presentando su candidatura firme para la ronda francesa, domino todas las etapas de montaña, dejando en entredicho a otros teóricos rivales, como Nibali e incluso al segundo del Movistar Alejandro Valverde, o han escondido sus cartas de forma magistral, o simplemente están a años luz del británico en cuanto la carrera se empina hacia el cielo.

Hoy en día las jerarquías están claras y las funciones de cada ciclista dentro del equipo también, pero en los últimos años se han dado casos donde los gregarios ha sido superiores a su líder, y lo han demostrado claramente, ya fuese en la alta montaña o en las etapas más importantes de la carrera.

El último caso lo acabamos de ver en el Giro de Italia de este año, Fabio Aru y Mikel Landa trastocaron los planes del Astana en la tercera semana de carrera, y es que la forma física de los ciclistas es lo único que los equipos ciclistas no pueden controlar cuando buscan el máximo rendimiento de uno de los suyos.

En la preparación de los objetivos de la temporada, se puede controlar el volumen de entrenamiento, la intensidad, el número de series que se adapta a cada uno de los ciclistas y las sesiones de recuperación, apoyada toda esa teoría y práctica en una buena comunicación entre entrenador, manager y el propio ciclista de forma diaria. Todo esto se puede prever, menos la forma física del ciclista. En el ciclismo moderno de hoy en día se puede controlar casi todo, menos el mecanismo que permita, de forma totalmente segura, llevar a un ciclista a la salida de una gran Vuelta al 100%, por mucho que el propio ciclista y sus compañeros lo corroboren.

Se puede llegar bien de forma, pero no al 100%, lo mismo que se puede llegar pasado, si se ha hecho una temporada muy alegre, muy competitiva y con muchos días de competición. El ciclista llegue como llegue seguro que aguanta los 21 días de continuo esfuerzo sin problemas, dando la cara en cada etapa y sin mostrar síntomas de fatiga en la tercera semana. Pero también cabe la posibilidad de verle pagando sus excesos o desfallecimientos en alguna etapa importante, incluso lo podemos ver perder las opciones de la general. Pero en este último caso es cuando surge la figura del segundo espada.

La figura del gregario, candidato a gallo de corral, tiene dos funciones dentro de una carrera de tres semanas: proteger a su líder, asegurarle el mínimo esfuerzo en los días menos importantes para ayudarle en las jornadas claves, ser la segunda opción del equipo si su líder falla y salvar así al equipo.

Ya se dieron algunos casos en las últimas grandes vueltas. Líderes con un mal rendimiento y sus equipos al borde de la decepción encontraron en el segundo espada al líder que necesitaban y que no habían visto ni entraba en sus objetivos antes de empezar la temporada.  

Una prueba de lo que digo la vimos en el Giro de Italia de 2011, uno de los más duros de los últimos años y al cual acudió el Euskaltel Euskadi con Igor Antón como líder y con la general en su mente y Mikel Nieve, de gregario en busca de etapas y de ser el último hombre en las etapas decisivas de montaña. La carretera puso a cada uno en su sitio. Igor Antón no aguantó la presión de ser uno de los favoritos y cedió en la semana clave de la carrera. Dijo adiós a la general tras ganar, de forma soberbia, en la cima del monte Zoncolan, pero que lo pagó en la que fue la etapa reina de aquella edición camino de Gardeccia.

Mikel Nieve ganó la etapa reina del Giro de Italia 2015 de forma brillante
Más de 60 kilómetros de ascenso en total sirvieron para hacer la malla (separar el grano de la paja), entre aquellos que osaban arrebatarle la maglia rosa a Alberto Contador. La Marmolada fue la tumba de Antón, se le hizo demasiado largo. Pero para el equipo no estaba todo perdido ya que Mikel Nieve se había metido en la fuga y tenía opciones de ganar, claro que por delante tenia a todo un pata negra como Stefano Garzelli, que busco exhibirse y se topo con un gallito con muchos espolones llamado Mikel Nieve que durante la escapada le hizo madurar. Nieve calculó su distancia y atacó a Garzelli en el inicio de Gardeccia, a cinco kilómetros del final. En una etapa por los Dolomitas, con muchos cadáveres, el veterano italiano también sucumbió al ímpetu del vasco. Ni se levanto del sillín cuando vio a Nieve pasar por su lado. Bastante tuvo Garzelli con llegar segundo a meta, a solo unos pocos segundos de ventaja de los primeros de la general (Contador y Michele Scarponi), que venían por detrás con hambre de bonificaciones. A partir de ahí, Antón fue a menos y Nieve siguió peleando en las últimas etapas por perder el menos tiempo posible. Nadie duda que el Euskaltel fue el protagonista de aquel Giro, aunque no por la excelente clasificación de sus dos mejores hombres en la general.

Otro de estos casos se dio en la Vuelta a España también del 2011.

El Sky, tras el abandono de Bradley Wiggins en la séptima etapa del Tour de Francia empezó a pensar en la Vuelta a España, la única y última oportunidad para salvar la temporada del equipo. Con Wiggins venia Chris Froome, a quién el Sky había reservado para que fuese el líder, pero Brailsford cambió de planes y se presento con el dúo Wiggins-Froome, dispuestos a arrasar en la montaña y llevarse la general.

El largo trazado de la crono de Salamanca iba a deparar varias sorpresas. El sorprendente rendimiento de Froome que le llevó a vestir por primera vez el liderato de una gran Vuelta y el pequeño desfallecimiento de Wiggins en los últimos kilómetros. Pese a ello, las tornas no iban a cambiar dentro del equipo: Wiggins seguiría siendo el líder y Froome el segundo espada y el último gregario en la montaña. Una montaña en la que iba a volver a destacar Froome para, esta vez sí, reivindicarse como el más fuerte de los dos, aunque ya tarde.

El Angliru, la última etapa de alta montaña y una de las últimas de la Vuelta, se produjo el cambio de roles.

En el Angliru, lo mismo que en el Zoncolan o el Mortirolo, la rueda de un rival no sirve para ir más cómodo, en esos puertos no hay otra estrategia: o estas fuerte y vas hacia delante o no tienes tu día y te puede caer una minutada. Juanjo Cobo aquel día, era de los que iban fuertes, un serio y lejano ataque puso en jaque a todos sus rivales, hundiendo al Wiggins maillot rojo que intento seguirle. Froome se quedó a esperarle para tirar de él y que se desgastase lo menos posible. Quedaban aún seis kilómetros hasta la meta y el líder del Sky iba a menos, mientras su gregario seguía con su cadencia, aparentemente tranquilo incluso en las duras rampas del 12%.

En la Cueña les Cabres, donde se maximizan las rampas que llegan casi al 25% de desnivel, fue donde Wiggins dijo basta, inmediatamente Froome salió disparado a por Cobo, pasando motos, coches, atravesando la espesa niebla y entre los aficionados que inundaban las estrechas cunetas de la recta más famosa del puerto.

El más de un minuto que le sacaba Cobo de ventaja, en meta Froome perdía 45 segundos; Wiggins 1:20. Con el cambio de líder de la general aquel día, también cambio de líder el Sky, para intentar en la última etapa de montaña, con final en Peña Cabarga recortar a Cobo los 20 segundos de margen. El gregario del Sky perdió aquella Vuelta por trece segundos, aquellos que podría haber recortado de haberse desprendido antes de la Cueña les Cabres de Wiggins.

La temporada 2012 antes del mes de julio vio ganar a Bradley Wiggins la París-Niza, el Tour de Romandía y la Dauphiné, poniéndole en la parrilla de salida del Tour de Francia como el máximo favorito a subir a lo más alto del pódium en los Campo Elíseos.

Chris Froome se mostró claramente superior a Wiggins tanto el la
Vuelta a España de 2011 como en el Peyragudes del Tour de Francia
de 2012
A su lado, de nuevo Chris Froome, como último gregario de aquel equipo de ensueño y pensado para ganar aquel Tour. La calma, la táctica, la forma física de gregarios como: Richie Porte, Michael Rogers o Christian Knees, el trazado y la escasez de grandes rivales hicieron que el Sky ejerciera una dictadura total.

Pero al igual que pasara en la Vuelta del año anterior, Wiggins no se libró de ver a Froome igual, o casi mejor. Su primer golpe lo dio al ganar en La Planche des Belles Filles tras estar más de diez minutos de gregario, desgastándose sin pedir la ayuda de nadie. En Besançon la etapa que gano Wiggins, su gregario acabó segundo y así en las demás etapas, el gregario siempre a su lado, pidiendo paso, sin dejarle marchar, entrando en ocasiones uno al lado del otro, sacándole a Vincenzo Nibali segundo a segundo etapa tras etapa.

Pero la tensión entre los dos mejores ciclistas del Sky explotó en medio del Peyragudes. Como si de una eira de mallar se tratara, Froome ejerciendo de mallador tiraba de Wiggins al tiempo que limpiaba la carrera y separaba el grano de la paja. Van den Broeck, Tejay Van Garderen, Chris Horner, Pinot y Rolland, pronto se quedaron cortados entre la paja. Nibali, el único rival que aguantaba de forma digna a ambos también dijo basta, quedándose nuevamente solos por culpa de Froome, que puso en peligro la victoria de Alejandro Valverde, último superviviente de la escapada. La malla estaba hecha y en la eira, Froome el “MALLADOR” seguía subiendo con tanta facilidad y con tan buena cadencia de pedaleo que hasta Wiggins se cortó. Momento de nervios en el coche del equipo, Brailsford su director habla por radio con un Froome que llevaba muchas ganas y mucho gas; Wiggins, pasando uno de sus peores momentos y su director enfadado al ver la debilidad de su líder ante su propio gregario en una gran etapa de montaña. Esas indecisiones dentro del equipo le dio la victoria a Valverde, pero Froome demostró que iba mejor que su jefe haciéndole ver a su director que su nueva baza para las grandes Vueltas era él. Wiggins ganó aquel Tour, pero para 2013 el mánager acertó al apostar por Froome.

Otro de los papelones de los gregarios está muy reciente y lo vimos en el Giro de Italia de este año.  Que Alberto Contador estuviese presente significaba que cualquier favorito pasaba a un segundo plano. Uno de esos desplazados al segundo escalón era el líder del Astana Fabio Aru, que en su segunda gran ocasión de ganar la carrera más importante de su país, vino con el equipo más fuerte de la carrera, con veteranos como Paolo Tiralongo y Dario Cataldo y jóvenes gregarios con mucho talento en la montaña como Tanel Kangert y Mikel Landa.

El desastre táctico del Astana lo aprovechó Contador para lucirse, tras encontrar a un Fabio Aru con serios problemas camino de Aprica, donde perdió definitivamente la general pese a que se llevó dos etapas. La etapa reina fue el mazazo del italiano al igual que la de Sestriere pudo haber echado por tierra toda la ventaja que el Pistolero de Pinto había acumulado durante las anteriores 19 etapas. Landa el gregario de lujo de Aru, con un ataque a falta de cuatro kilómetros para coronar, dejaba claro que era el más fuerte de la carrera, olvidandose de los roles de equipo y dejando a su líder en el grupo perseguidor apostaba fuertemente por la etapa.

 La etapa del Mortirolo que había ganado el español fue el primer aviso, no solo demostró que era uno de los más fuertes, sino que estaba para ganar el Giro. Unos días más tarde, en Sestriere su mayor rival fue Aru, el líder de un Astana que hasta el último día seguía en sus trece pese a ver que la diferencia entre un Landa pletórico, en la cima rondaba los dos minutos, un Contador apajarado y Aru en un segundo grupo de favoritos, Martinelli no dejo que se fuese Lanada, mandándole parar para que Fabio Aru ganase la quinta etapa para el Astana como líder de su equipo.

¿Tenía piernas Mikel Landa para conseguir la maglia rosa del Giro?. Nunca se sabrá.

Lo que sí se sabe es que el Astana prefirió ganar cinco etapas y copar dos plazas de pódium antes que hacer una carrera táctica para ganar el Giro de Italia con cualquiera de los dos gregarios (¿O líderes?.

xoves, 18 de xuño de 2015

ACACIO DA SILVA

Acacio dá Silva Moura naceu en Montalegre (Portugal), o 2 de xaneiro de 1961.
Foi o mellor corredor portugués da década dos oitenta, que malgastaba moita clase, pero cunha capacidade de esforzo limitada, o que lle facía ser un ciclista moi irregular.
Malia esa falta de ambición. Dá Silva era un corredor perigoso para as probas curtas de fondo e para as clásicas.
Profesional de 1982 a 1994, durante os cales logrou 39 vitorias.
TRIUNFOS: 1982 e 1983 vencedor do Criterium de Kaistenberge.
1984 vencedor da Coppa Placci e dunha etapa do Xiro do Trentino.
1985 vencedor do Xiro de Emilia, dunha etapa da Tirreno-Adriático, dunha etapa do Tour de Romandia, dunha etapa da Volta a Suiza, de dúas etapas do Xiro de Italia, do Xiro d´Emilia e da Copa Agostini.

1986 Campión de Portugal de Fondo en estrada, vencedor do Campionato de Zurich, de dúas etapas do Xiro de Italia e do Critewrium de Wielsbeke.
1987 vencedor de Gran Premio de Winterthur, dunha etapa do Tour de Francia e do Gran Premio de Schiossberge.
1988 vencedor de Trofeo Luís Puig, dunha etapa da Volta a Suiza, dunha etapa da Dauphiné Liberei e dunha etapa do Tour de Francia.
1989 vencedor dunha etapa do Xiro de Italia e dunha etapa do Tour de Francia.
1991 Clasificación xeral dos sprints especiais da Volta a España.
XIRO DE ITALIA: 1984 (23º), 1985 (33º, máis dúas etapas), 1986 (7º, máis dúas etapas), en 1987 retírase, 1989 (48º, máis dous días líder) e 1990 (49º).

TOUR DE FRANCIA: 1986 (82º), 1987 (64º, máis unha etapa), 1988 (92º, máis unha etapa), 1989 (84º, máis unha etapa e líder durante un día) 1990 (108º).
VOLTA A ESPAÑA: 1988 (38º).
Outros resultados dignos de mención: 1984 segundo na Volta a Suiza, segundo no Xiro do Piamonte e segundo na Milán-Viñola.
1985 segundo na Tirreno Adriático e segundo na Volta a Romandia.
1988 terceiro na Volta a Suiza e terceiro no Val de Lys.
EQUIPOS: 1982 Royal Wrangler, 1983 Eurotex-Mavic, 1984-1986 Malvor-Bottecchia, 1987-1988 Kas, 1989-1990 Carreira Jeans, 1991-1992 Festina, 1993 Lampre-Polti e 1994 Maia-Jumbo.

domingo, 14 de xuño de 2015

CHRIS FROOME CONQUISTA LA DAUPHINE 2015

Esta semana el mundo ciclista centró toda su atención en la Dauphiné, la carrera más importante y prestigiosa previa al Tour de Francia y que sirve como último test para muchos ciclistas de cara al Tour.

Tras la emocionante primera etapa, con victoria por sorpresa de Peter Kennaugh en Alvertville, los velocistas volvieron a tener su oportunidad en la segunda etapa, que sin ser llana, dejó opciones a esos ciclistas rápidos.

El recorrido de la segunda etapa tenía dos tachuelas importantes. Una de salida, con un alto de segunda categoría y otra a mitad de etapa con un puerto de primera, a partir de ahí, descenso tendido de casi cuarenta kilómetros hasta Ambronay donde arrancaba un llano total de otros casi cincuenta kilómetros, terreno suficiente para que los velocistas recuperasen el terreno perdido en las dos subidas, como así fue.

La velocidad y la valentía de esos hombres rápidos hizo que se impusiese uno de esos favoritos en las llegadas masivas: Nacer Bouhanni se mostró imparable en ese sprint masivo y con otros grandes favoritos como  Samuel Dumoulin (2º), Sacha Modolo (3º), Boasson Hagen (3º) o Luka Mezgec (10º). El británico Peter Kennaugh lograba mantener el maillot de líder.

Tras las dos primeras etapas de tanteo, la tercera, siguiendo la filosofía de la Dauphiné de los últimos años, los ciclistas  disputaron una contrarreloj por equipos que hacía 35 años no se disputaba en la Dauphiné y que a la vez marcaba el inicio de la verdadera carrera que junto con las etapas posteriores de alta montaña decidirían el vencedor final. Por ello, la contrarrejoj no fue la etapa decisiva para la general, aunque los 24,5 kilómetros marcaron las primeras diferencias entre los favoritos.

La victoria fue para el BMC, que vistió de líder a uno de sus corredores, el australiano Rohan Dennis, con el mismo tiempo que su compañero Tejay Van Garderen, que superaron por cuatro segundos al Astana de Vincenzo Nibali y en cinco al Movistar de Alejandro Valverde, que llegó con el mínimo de cinco corredores a la meta, pasaba a ocupar el noveno puesto de la general a cinco segundos del nuevo líder.

Todos los gallos que luchaban por la victoria final sabían que tenían que cuajar una buena crono junto con sus respectivos equipos para no ceder demasiado tiempo y así fue al final de esta etapa.

Después de la contrarreloj por equipos, la cuarta etapa servía como de aproximación hacia la gran montaña alpina. Una etapa que estaba marcada por ser la de mayor kilometraje de toda la prueba con 228 kilómetros y con tres pequeños puertos como máxima dificultad.

El recorrido de esta etapa no mostro el poderío de los Alpes, que si aparecerá en las próximas etapas y que no tendría descanso hasta el domingo cuando finalice la prueba. Los primeros 100 kilómetros fueron relativamente cómodos con ligera tendencia ascendente, a partir del avituallamiento situado en Mornans comenzaba el encadenado de los dos primeros puertos. Tras coronarlos el terreno combinaba descensos con ligeras subidas hasta llegar al último puerto situado a 13 kilómetros de la meta.

Una etapa en la que los sprinters tendrían su última oportunidad, con el apoyo incondicional de sus equipos ya que a partir del jueves aparecería la alta montaña que ya no desaparecería hasta el final de la prueba.

Así que ante el trazado de esta etapa los equipos de los sprinter controlaron muy bien para que sus hombres rápidos tuviesen la posibilidad de victoria. No fue fácil ni sencillo, ya que el puerto tan cerca de meta posibilito que hubiese valientes que intentaron llevar su ataque al éxito, pero el desorden de los escapados dio paso a una reagrupación general a falta de un kilómetro, donde los hombres del Cofidis dejaron a Bouhanni en las primeras posiciones, que arrancó en el momento justo para emerger con su maillot verde imponiéndose con facilidad y sumar así su segunda victoria en esta Dauphiné y quinta de la temporada. Su gran momento de forma le permite soñar con levantar los brazos en el Tour de Francia, experiencia que aún no conoce. Rohan Dennis del BMC continuaba líder de la general.

Después de tres llegadas al sprint y una contrarreloj por equipos que marcó las diferencias existentes hasta ese momento, con la 5ª etapa llegaba el primer final en alto, llegaba la montaña y empezaría a tomar peso la carrera. Un primer final en alto que supuso el primer gran test para los hombres de la general. Pudimos ver quien aspira y quien no a ganar la carrera, también  empezamos a sacar conclusiones de cómo llega cada uno al Tour de Francia, dado que esta carrera será la última prueba que corran la mayoría de aspirantes al maillot amarillo en París.

La etapa constaba de cinco puertos puntuables repartidos a lo largo de los 161 kilómetros, dos de tercera, dos de segunda y uno de primera, esta etapa fue la primera oportunidad de los favoritos para mostrar sus credenciales de cara a alzarse con la clasificación general. Hombres como Nibali, Froome, Wilco Kelderman Y Romain Bardet trataron de desafiar a Tejay Van Garderen y al líder Rohan Dennis, integrantes del BMC y que habían salido reforzados tras ganar la contrarreloj por equipos.

El gallinero estaba revuelto en la fiesta de los grandes gallos, la llegada a Pra Loup, meta de esta quinta etapa y primera de las cuatro llegadas en alto consecutivas que se sucederían en esta carrera hacían presagiar una lucha sin cuartel. En toda pelea de gallos siempre hay un vencedor, en esta ocasión el que se llevo el gato al agua fue Romain Bardet, sexto en el pasado Tour que dio toda una exhibición con un ataque a 22 kilómetros, no consiguió la ventaja suficiente para enfundarse el maillot amarillo, pero se colocaba tercero en la general a 20 segundos del nuevo líder.

El escalador francés atacó en los últimos metros de la cima a Allos, lanzándose en solitario en el descenso, logrando abrir hueco para rematar en la misma cima donde Eddy Merckx cedió el maillot amarillo del Tour de Francia de 1975 a Bernard Thévenet, el Caníbal no volvió a vestirlo jamás. Bardet aventajo en 36 segundos a Van Garderen, nuevo líder y en 40 segundos a Chris Froome, que remató el trabajo del Sky con un ataque marca de la casa, duro y seco, con la mirada fija en el potenciómetro. Sólo el nuevo líder y Beñat Intxausti, que apura aquí su buen golpe de pedal del Giro, no sin sufrimiento, pudieron seguir su estela, siendo remachado al final por Van Garderen. Cuarto a 42 segundos entraba Intxausti que ascendía al segundo puesto de la general, a 17 segundos de Van Garderen.

Vincenzo Nibali, otro de los grandes favoritos al Tour y que corre esta Dauphiné, no resistió los ataque de los otros gallos y llegó a 1:53. Jean Christophe Péraud, segundo el año pasado en los Campos Elíseos, desapareció a casi once minutos. Ya dije que la Dauphiné es siempre un buen termómetro cara al Tour, pero ojo, no es el definitivo. El próximo 22 de julio, muchos de estos mismos protagonistas se volverán a ver las caras en este mismo escenario. Segurísimo que ese día será otra historia.

La sexta etapa transcurrió entre Saint Bonnet en Champsour y Villard de Lans en Vercos, una estación de esquí que vio ganar dos veces a Pedro Delgado en el Tour de Francia de 1987 y 1988. Fueron 183 kilómetros plagados de puertos, sin terreno para el descanso y que con la presencia de la lluvia hizo que la etapa fuese movida.

Vincenzo Nibali pronto dejo entrever sus intenciones cuando se metió en un corte en el km. 33, aunque después se dejó caer, pero después de la subida a Grimone, un puerto de 3ª, a más de 100 kilómetros a meta y con el Rousset de 1ª a 51 km., el tiburón de Mesina lanzo otro ataque que al principio nadie respondió, pero que poco después fue cazado por Alejandro Valverde, Rui Costa, Tony Gallopin y Tony Martin, un quinteto con pedigrí que ya no ralentizaron el espectáculo hasta el final.

A falta de 51 km., por la cima del Rousset pasaban en cabeza el trío formado por el Tiburon Nibali, el gallo Valverde y el Campeón del Mundo en Ruta 2013 Rui Costa con tres minutos de ventaja sobre el pelotón donde transitaba el actual líder, un tiempo que daba el liderato virtual a Valverde. En la bajada volvieron a enlazar el dúo de los Tonys, Galopin y Martin, aunque este después de haberse marcado un etapón, como de costumbre, terminaría por quedar descolgado a falta de 21 km. La victoria  era cosa del póker de ases.

De los cuatro, Tony Galopin era el peor situado en la general, situación que aprovechó para arrancar a falta de cuatro kilómetros. El trío restante se quedaron mirando, ejerciendo un marcaje férreo, pero el Tiburón que todavía guardaba reservas, espero su momento para arrancar a falta de kilómetro y medio, Valverde no pudo responder, mientras el Tiburón se comía a Galopin y se marchaba en solitario. Todo hacía presagiar que iba a ganar ya que solo faltaba medio kilómetro. Pero como no se puede vender la piel del zorro antes de cazarlo, apareció Rui Costa, fuerte, oportunista y astuto como ya hiciera en el Mundial de 2013 con “Purito” Rodríguez, le birló la etapa a Nibali que a pesar de no haber ganado se enfundó el maillot amarillo. Tercero entro Valverde, que pasaba a ocupar la misma plaza en la general a 30 segundos. Froome entraba noveno con Beñat Intxausti a 2:12 que pasaba al sexto lugar de la general a 57 segundos, mientras Froome ocupaba la séptima plaza a 1:21. El mensaje de Nibali a sus rivales del Tour había sido captado por Froome.

Tras dos apasionantes etapas montañosas en los Alpes y tras la exhibición de Nibali, la esperada respuesta de Chris Froome tenía que aparecer. Al capo del Sky ya se le había visto algo, pero era evidente que tenía muchas cartas en la manga, y vaya si las tenía.

En la séptima etapa el espectáculo no ceso, ya que la etapa estaba señalada como la reina de esta edición, ya que los ciclistas tendrían que afrontar la subida a seis puertos, siendo cinco de ellos de primera categoría.

La etapa, estuvo marcada por las escapadas de hasta 26 ciclistas que llegaron a estar en cabeza, de los que Jonathan Castroviejo y Dani Navarro pusieron color español hasta el último puerto. Sus opciones de victoria fueron siempre mínimas, ya que por detrás llegaba la locomotora a toda velocidad comandada por el Sky.

A falta de 70 kilómetros y tres puertos más, en la subida a Croix Fry, el equipo británico aceleró el ritmo hasta ponerlo a un nivel sofocante, que hizo que el pelotón empezase a perder unidades, en las dos subidas casi enlazadas, Nibali, quizá pagando su exhibición del día anterior, fue de los primeros ilustres que mostro debilidad.

Llegada la última ascensión, sólo unos pocos fueron capaces de aguantar el ritmo que primero Kennaugh, y luego Wouter Poels, pusieron para un Froome que parecía comodísimo, todo lo contrario a como se veía a sus rivales. Valverde y Bardet iban perdiendo contacto, hasta que a falta de 3,5 de meta Froome ya no espero más y lanzó un primer hachazo que solo encontró la respuesta de Van Garderen, consciente de que cada metro que aguantara con su rival le acercaría al maillot de líder.

Froome acepto la compañía hasta que faltaban kilometro y medio, momento en que decidió marcharse solo hacia la victoria de etapa, Van Garderen ya no reaccionó, preocupándose en marcar su ritmo e intentar mantener los 39 segundos de ventaja que tenia sobre Froome. Objetivo que consiguió ya que solo perdió 17, bastante menos que el resto de nombres ilustres del pelotón superviviente: “Purito” llegó a 54 segundos, Bardet a 1:08, Andrew Talansky a 1:25, Rui Costa a 1:34, Valverde a 2:02 y Nibali a 3:58.

Tras el trabajo de un Sky que sacó el rodillo propio de otras temporadas, apareció Froome para rematar y responder que estaba vivo, dejando un serio aviso de cara al Tour.

Hoy, después de la etapa reina con la victoria de Chris Froome y el liderato de Tejay Van Garderen, llegaba la última etapa, con todo por decidir y seis puertos para dilucidar quién vestiría el amarillo al acabar la etapa. La emoción estaba más que asegurada.

El guión fue parecido al de ayer, una fuga de nivel con Tony Martin, Jon Izaguirre y Kelderman, que se diluyo cuando el Sky decidió aumentar el ritmo, si bien esta vez hubo valientes que pusieron en duda el control británico. Steve Cummings fue el que más aguantó delante, mientras Valverde intento darle caza primero subiendo y después bajando, pero nunca con la chispa suficiente, “Purito” también se dejó ver, pero no hubo manera y Nibali sin opciones solo tenía fuerzas para trabajar para Michele Scarponi. Así, que sólo quedaba la batalla por la general entre Froome y Van Garderen, una batalla que tardó en desatarse debido a la poca diferencia entre ambos, concretamente a falta de 2,5 km a meta, fue cuando Froome aceleró y su rival salto a por él, cuando no tuvo más remedio que volverse a sentar, fue cuando vio que la rueda de su enemigo estaba aún muy lejos. La espectacular persecución desencadenada, regulando como podía mientras notaba que su ritmo se atrancaba poco a poco a la vez que se alejaba la figura del a posteriori triunfador. Froome, con la etapa en el bolsillo, se apuraba en acelerar el ritmo quizá arrepentido de no haber saltado antes, pero al final las cuentas de Froome se cumplieron por muy poco, apenas dos segundos, que se confirmaron cuando Yates y Rui Costa adelantaban al maillot amarillo dejándole sin opciones de bonificar. Una derrota dura de Van Garderen, pero de la que sale reforzado.

Chris Froome lograba su segunda victoria consecutiva de etapa en esta edición de la Dauphiné y segunda victoria en la general tras la de 2013. A todos nos queda la sensación de que no podía haber sido de otra manera y que su equipo cree ciegamente en él, volviendo a tener el poderío de otros años.

Froome, con su estilo desgarbado que comenzó la carrera con algunas incertidumbres, terminó pletórico, mostró una trayectoria ascendente de rendimiento dejando claras que sus intenciones son la de reconquistar el Tour de Francia.

Tuvo que sacar lo mejor de si mismo para derrotar a Van Garderen, el nuevo baluarte del ciclismo mundial, pero superó el examen con nota.

xoves, 11 de xuño de 2015

EDGAR DE CALUWE

Edgar de Caluwé naceu en Denderwindeke, Flandes Oriental (Bélxica), o 1 de xullo de 1913 e morreu aos 71 anos en Geraardsbergen (Bélxica) o 16 de maio de 1985.
Foi un ciclista belga coñecido polo “Rei” dos independentes no 33 ao gañar o Tour de Flandes, precisamente como independente, tamén gañou a Volta a Bélxica tras unha escapada en solitario de 265 quilómetros e unha vantaxe de 8 minutos e 46 segundos.
Profesional de 1934 a 1946, durante os cales consigió vinte vitorias.
A súa carreira viuse interrompida pola Segunda Guerra Mundial. Logo da contenda inda gañou algunha carreira, pero os seus mellores anos pasaran.
Malia a súa curta carreira profesional debido ao estallido da Segunda Guerra Mundial que lle freou un mellor historial foi un dos grandes da súa xeración.
TRIUNFOS: 1934 vencedor do Gran Premio de 1 de maio.
1935 vencedor da París-Bruxelas e da Burdeos-París.
1936, vencedor da seguda etapa do Tour du Nord.
1937, vencedor da septima etapa da Volta a Alemania, da primeira e segunda etapa do Tour de Nord.
1938 vencedor do Tour de Flandes.
1939 vencedor do G. P. Lille.
Nunca participou no Xiro de Italia nin na Volta a España. Nas dúas edicións do Tour de Francia (1934-1935) sen moito éxito tivo que abandoar.
Outros resultados dignos de mención: 1936, segundo no Tour de Flandes. 1939, cuarto na Volta a Bélxica.
EQUIPOS: 1934-1946 Dilecta-Wolber. 1947 Bertin-Wolber.