La edición
102ª del Tour de Francia se iniciara en la localidad holandesa de Utrecht el
próximo 4 de julio, tras un total de 3.344 kilómetros divididos en 21 etapas los
ciclistas llegaran a los Campos Elíseos de París el 27. Sera un Tour en el que
la mayor dureza se concentrara en la última semana de carrera.
Si el
recorrido del Giro de Italia de este año lo considere como un regreso a la
tradición por su mayor cantidad de finales en alto, el trazado de este Tour
supone todo lo contrario, ya que rompe con gran parte de las características
históricas de la ronda francesa, ya que programa una primera semana más movida
de lo habitual, con varias etapas tipo clásicas y finales en muros; un aumento
en el número de etapas rompepiernas con reducción del kilometraje, ya que no
hay una sola etapa de alta montaña que supere los 200 kilómetros; una mayor
cantidad de finales en alto (9), batiendo el record de la prueba; y una
reducción exagerada de las contrarreloj, con apenas 42 kilómetros de los cuales
solo un tercio de ellos en forma de crono individual.
De todos
modos la mayoría de estos cambios no son tan novedosos, sobre todo en relación
con las dos últimas ediciones, si bien en este caso sorprende la radicalización
de los organizadores al rechazar la contrarreloj individual, ya que los
ciclistas sólo disputaran una etapa de este tipo y que parece más una prólogo
que una crono normal, la concentración de montaña en la tercera semana, con una
sola etapa llana en las últimas 6 son la novedad de esta edición. Por otro
lado, mantienen la apuesta por el pave, algo polémico pero que ya el año pasado
dio como resultado una etapa espectacular, la mejor de toda la carrera.
Así pues, el
Tour de Francia 2015 se iniciara con la mencionada crono individual de 14
kilómetros con salida y llegada en la localidad de Utrecht, en los Países Bajos
y con un trazado bastante complicado donde será difícil que haya grandes
diferencias, aunque si mayores que las de una prólogo normal. Al día siguiente,
la etapa es llana con final en la provincia de Zeelend, en el extremo suroeste
del país, si el viento hace acto de presencia, el peligro de abanicos será la
mayor dificultad, ya que atravesaran zonas muy expuestas en la parte final, al
circular por las carreteras que van paralelas a los diques que unen las
diferentes islas, algo que provocó una escabechina en el Giro de Italia de
2010.
En la
tercera etapa, ya en Bélgica, será el turno para el primer final en alto de
esta edición: el Muro de Huy, famoso por ser la llegada de la Flecha Valona,
con 1,3 km al 9,4% de media con repechos por encima del 20%. Si esta etapa
recuerda a una de las clásicas de las Árdenas, la 4ª hace lo propio con la
París-Roubaix, el “Infierno del Norte”, al incluir hasta 6 tramos de pavé en
los últimos 50 km, que unido a otro tramo adoquinado a mitad de la etapa suman
un total de 13,3 km sobre esta molesta superficie, una cifra casi idéntica a la
etapa de Arenberg del pasado Tour, con triunfo bajo la lluvia de Lars Boom y con
el “Tiburon” Nibali saliendo como el gran beneficiado de entre los favoritos,
mientras que por el contrario Chris Froome tuvo un día aciago teniendo que
retirarse tras sufrir varias caídas. En ese sentido y aunque depende bastante
de las condiciones meteorológicas, no sería nada extraño que esta etapa también
acabe marcando buenas diferencias entre los favoritos.
Las tres
etapas siguientes, con llegadas en Amiens, Le Havre y Fourgeres
respectivamente, son a priori muy favorables para los velocistas, si bien los
favoritos a la general tampoco pueden dormirse, sobre todo en la 6ª camino de
Le Havre, ya que de nuevo al rodar durante muchos kilómetros por las costas de
Normandia, en paralelo con el Canal de la Mancha el riesgo de abanicos puede
deparar sorpresas para aquellos que se despisten. La 8ª etapa, en cambio, es
muy propicia para los escaladores explosivos, al acabar en el Mûr de Bretagne:
una subida corta pero con un kilómetro inicial al 10%, aunque después suaviza
mucho. Señalar que esta subida ya se dio en una etapa del Tour de 2011, con
triunfo para Cadel Evans por delante de
Alberto Contador.
En la 9ª
etapa llega la crono por equipos de 28 kilómetros entre Vannes y Plumelec, con
la meta situada justo detrás de la cota de Cadoudal, con 1,7 km al 6,2% y de
buen recuerdo para el ciclismo español gracias a la victoria y liderato de
Alejandro Valverde en 2008, cuando fue la llegada de la etapa inaugural. Aparte
de la subida final, la trampa de esta CRE es que se dispute tan tarde, con más
de un equipo pudiendo llegar justo de corredores si en las etapas previas ha
habido caídas. Y de hecho los organizadores han tenido que pedir un permiso
especial a la UCI, ya que en teoría está prohibido celebrar una crono por
equipos pasado el primer tercio de carrera.
Después de
la primera jornada de descanso y tras el largo traslado de Plumelec a Pau, la
carrera se adentra en los Pirineos, con un tríptico de montaña que se inicia
con una llegada en la estación de esquí de Arette, a 3 km de la cima del Pierre
Saint Martin. A pesar de que la carretera está en perfectas condiciones, se
trata de una subida muy dura, con 15 km al 7,4% y que incluye un tramo de 9 km
al 9% de media hasta el Col de Labay, si bien desde ahí a meta la pendiente
suaviza mucho, por lo que el resultado dependerá de si los ciclistas se mueven
desde lejos o esperan a los últimos kilómetros.
Señalar que
aunque la meta es inédita, casi toda la ascensión se corresponde con el Col de
Soudet, subido por esta vertiente en 1996 y 2003.
Al día
siguiente será el turno para una etapa de casi 190 km entre Pau y Cauterets, en
el valle de Saint Savin, con el Col d´Aspin y el mítico Col du Tourmalet con
los últimos 13 km al 8,5% de media, antes del largo descenso hacia Luz Saint
Sauveur y el falso llano previo a la subida final, muy tendida, con 10 km al
4,3% de media, pero que puede hacer daño si la carrera llega rota. No obstante,
aun teniendo 80 km finales muy interesantes, se echa en falta un mayor desgaste
previo y una mejor colocación de la etapa, ya que situada antes del final en el
alto más duro corre el riesgo de que los
favoritos se lo tomen como un día de transición. El único antecedente de
Cauterents como meta en el Tour data de 1953, con triunfo para el español Jesús
Loroño.
Al día
siguiente los ciclistas tendrán que afrontar una etapa de casi 200 km con el Portet d´Aspet, con 4,4 km finales
al 10% y donde se rendirá homenaje a Fabio Casartelli, que en 1994 perdió aquí
la vida tras sufrir una fuerte caída en el descenso; el Col de la Core, con 14
km de subida, los últimos 7 a más del 7%; el Port de Lers, con una parte
central constante al 7-8% y tras el descenso de 25 km de falsos llanos llega la
subida a Plateau de Beille, con unas cifras totales de 16 km al 7,8%. Una
ascensión muy exigente, sin rampas extremas pero sin descansillos, y que desde
su estreno en 1998, con triunfo de Marco Pantani, casi siempre ha hecho mucho
daño y que cuenta con otros vencedores ilustres como Lance Armstrong (2002 y
2004) y Alberto Contador en 2007. Sin embargo en 2011, fue una etapa muy
decepcionante, con triunfo merecido para Jelle Vanendert y con casi todos los
favoritos llegando juntos debido a los parones.
Superado el
tríptico pirenaico será el turno para una jornada a priori de transición entre
Muret y Rodez. En la 14ª etapa vuelve la montaña, con una etapa en el Macizo
Central que si bien no tiene grandes dificultades durante los primeros 130 km
incluye en la parte final Sauveterre, con 9% y el encadenado de Chambrits
y Menden, esta última una subida muy explosiva,
al contar con un tramo central al 13-14%, aunque en lugar de terminar en la
cima acaba en el aeródromo tras un pequeño falso llano. Desde su estreno en
1995, con victoria para Laurent Jalabert y la Once poniendo en jaque al
Banesto. Este es un puerto que se convirtió en todo un clásico de las pruebas
francesas y con otras dos llegadas en el Tour con victorias para los españoles
Marcos Serrano en 2005 y Joaquim “Purito” Rodríguez en 2010.
Las dos
etapas siguientes, con finales en Valence y Gap respectivamente, también son de
media montaña aunque con características muy diferentes entre sí, con un inicio
pestoso y el Col de l´Escrinet a mitad de la etapa, siendo los últimos
kilómetros bastante llanos por lo que puede haber reagrupamiento; en el caso de
Gap la primera parte es relativamente sencilla, pero con el Col de Cabre y el
ya clásico Col de Manse, con varios km al 6-7% aunque interrumpidos por un
descansillo central en la segunda mitad, restando solo 12 km desde la cima del puerto
a meta. Este final, con Manse y su peligroso descenso por La Rochette, donde
Joseba Beloki sufrió aquella grave caída en 2003, ya se ha visto en varias
ocasiones en los últimos años, como cuando en 2011, vimos la victoria de Thor Hushovd
y los varios ataques de Contador que rompieron el grupo de favoritos.
Después de
la segunda jornada de descanso ya no habrá respiro hasta llegar a París, con
cuatro etapas de montaña seguidas en los Alpes. La primera de ellas, entre
Digne les Bains y la estación de esquí de Pra Loup, no incluye grandes colosos
pero tampoco a penas llano, con el Col des Léques, el Col de Toutes Aures, la
Colle Saint Michel, el ya más exigente Col d´Allos, con 13 km finales al 6% y
todo un clásico en el Tour hasta la década de los 70, como es la subida a Pra Loup, corta pero bastante dura,
con algo más de 5 km al 8% y con su complicado descenso que encadena una final
idéntica al de la mítica etapa de 1975, con el triunfo y liderato para Bernard
Thevenet tras el hundimiento de Eddy Merckx.
Al día
siguiente, etapa con una primera mitad muy rompepiernas, con las cimas de
Bayard, Motty, Mure, Malisson y el Col de la Morte, para tras su revirado
descenso y la tendida subida a Rochetaille afrontar el Col du Glandon, muy
irregular, con tramos duros salpicados por descansillos y bajadas intermedias.
Su espectacular descenso, con un primer tramo muy técnico, llevará a los
ciclistas hasta La Chambre, con un pequeño llano entre esta localidad y
Pontamafrey antes de la última cota de la etapa, los Lacets de Montvernier, una
subida muy escénica, con carretera estrecha y plagada de curvas en herradura.
Este tramo es el inicio de una de las vertientes del Col de Chaussy que no
continua hacia la cima, ya que los ciclistas giraran hacia el sur para encarar
un descenso irregular antes del llano final. Etapa exigente y que podría dar
mucho juego si la carrera se rompe en el Glandon, aunque dada su situación en
vísperas de dos finales en alto, es probable que los favoritos esperen a
Montvernier para atacar.
A pesar de
su corto kilometraje, la 19ª etapa, entren St. Jean de Maurienne y la estación
de La Toussuire, es a priori la más dura de esta edición, incluyendo de salida
el inédito Col de Chaussy y tras un largo rodeo el impresionante Col de la
Croix de Fer, con 1600 m de desnivel y un tramo de 9 km a casi el 9% de media
en su mitad, seguido por el Col du Mollard desde Ponte du Belleville, más
modesto pero también con tramos duros que tras su complicado descenso, con una
parte central llena de curvas, la subida a La Toussiere, sin grandes rampas
pero bastante largo, con 18 km a más del 6% de media, puede hacer daño si el ritmo es elevado. Señalar que los
últimos 80 km son idénticos a los de la etapa de 2006 con triunfo de Michael Rasmussen
y liderato para Oscar Pereiro tras el pajarón de Floyd Landis y la de 2012, con
vistoria de Pierre Rolland en una etapa muy movida y con muchos ataque pero
donde los Sky acabaron imponiendo su ley, con Bradley Wiggins conservando el
maillot amarillo y Chris Froome subiendo al segundo puesto del podio de París.
Como última
oportunidad para poder ver cambios en la general, la 20ª etapa es muy corta
pero con dos de los puertos más famosos de los Alpes: el Col du Galibier por su
vertiente norte, cuyo perfecto encadenado con el Telegraphe acumula caso los
2100 m de desnivel, estando muy arriba en la lista de los puertos más duros de
esta carrera, tras su larguísimo descenso, de más de 40 km, y un pequeño tramo
llano la subida final a la estación de esquí de Alpe d´Huez, primer final en
alto en la historia del Tour, en 1952, y que tras su reestreno en 1976 se
convirtió en la subida más icónica de esta carrera, con 30 ascensiones, todas
ellas como llegada salvo en la etapa de 2013, cuando se subió dos veces,
bajando por el Col de Sarenne, con triunfo de Christophe Riblon. La etapa de
este año es la más parecida a la de la edición de 2011, también con inicio en
Modane y paso por el Galibier pero atravesando el túnel. Fue una etapa muy
entretenida, con Contador rompiendo el grupo desde lejos, pero el desgaste y el
terreno fácil entre puertos acabaron provocando el reagrupamiento, la victoria
de etapa fue para Rolland y el liderato para Andy Schleck, aunque lo perdería
al día siguiente en la contrarreloj individual de Grenoble.
Después de
esta etapa ya solo quedara la clásica etapa homenaje a los campeones y a todos
los ciclistas que hayan logrado sobrevivir a las tres semanas de carrera, la
meta una vez más estará en los Campos Eliseos de París. Una llegada que
cumplirá su 40ª aniversario, tras haberla acogido por primera vez en 1975.
Etapa muy favorable para los sprinters, aunque habrá que ver cuantos de ellos
consiguen sobrevivir a la montaña.
Resumiendo:
un recorrido muy, pero que muy exigente, a priori con muy pocas etapas de
transición, con alicientes en casi todas las etapas, ya sean con grandes
puertos, como con las pequeñas rampas cerca de meta, e incluso con etapas
llanas que pueden resultar muy movidas si sopla el viento y se producen los
temidos abanicos, exceso de finales en alto y nuevamente sin incluir una verdadera
etapa reina, ya que a las etapas con los puertos más duros les falta
kilometraje, y ningún día se superan los 4500 m de desnivel acumulado. Para ser
el Tour de Francia, me llama especialmente la atención lo cortas que son las
contrarrelojes, sobre todo la individual y que se disputan al revés de lo que
sería lógico, la contrarreloj por equipos llegando tan tarde puede que se dé el
caso de que haya algún equipo que llegue mermado, lo que hace que las
contrarreloj sigan perdiendo protagonismo en el Tour.
Si a esta
reducción de las crono, se une el aumento de las llegadas en alto, resulta que
nos encontramos con un Tour completamente desequilibrado en favor de los
escaladores y dentro de éstos favorece incluso a los más explosivos, al no
haber etapas de montaña de gran fondo. Aparte de esta descompensación puede
provocar un mayor conservadurismo, sobre todo teniendo en cuenta la dureza de
la última semana, traicionando la esencia del Tour, donde históricamente había
que ser un ciclista completo y brillar en todos los terrenos para optar a la
victoria.
¿Interesa
que se llegue a los últimos días con poca diferencia?, ¿interesa hacer que la
carrera sea más imprevisible? o ¿interesa favorecer a la nueva hornada de
escaladores franceses?: Sea cual sean los motivos de este trazado, de lo que no
hay duda es de que los organizadores han escogido un modelo donde priman los
esfuerzos explosivos y sin opciones para los rodadores de cara a la general.
Así no se vuelve a los orígenes.
Pero no
obstante, esto no significa que todo sea malo, ya que hay aspectos positivos
como el aliciente en casi todas las etapas, sin que los favoritos puedan
despistarse ni un solo día, la etapa del pave, donde los organizadores si han
mostrado una gran valentía.
En cualquier
caso, como siempre, los ciclistas serán los que tienen la última palabra.
Ojala muestren una actitud valiente y ambiciosa durante toda la carrera,
brindándonos un buen espectáculo a todos los aficionados.