Con la pompa de
otras ocasiones, el recorrido del tour de Francia 2019
que se presentó el pasado jueves en París, se nos vende como el Tour más
montañoso de la historia.
La ronda francesa saldrá
el 6 de julio de Bruselas, como homenaje a Eddy Merckx, de cuya primera
victoria en el Tour se cumplirán 50 años en 2019. Por las mismas carreteras
belgas por las que solía entrenar y competir “El Caníbal”, la serpiente multicolor
disputara dos etapas. La que da el pistoletazo de salida es una etapa llana con
el anecdótico paso por Kapelmuur
que vestirá con toda seguridad de amarillo a un velocista y la contrarreloj por
equipos el segundo día.
Ya en territorio francés,
y antes de que el pelotón se adentre en los Vosgos los ciclistas disputaran dos
etapas consagradas a los sprínters, para acto seguido afrontar una primera
etapa ideal para una fuga y el primer gran reto para los escaladores, la
llegada a La Planche des Belles
Filles (7 km al 8,7%) y que al estar la meta algo más arriba
de lo habitual los ciclistas se encontraran con una rampa final nueva al 20%.
En esta misma etapa los ciclistas pasaran por 4 puertos previos (incluido el
Ballon d´alsacia que siempre es un juez de la carrera). Sin embargo el resto
del paso por el macizo central son más bien etapas rompe piernas que de montaña
realmente.
Es de aplaudir el hecho de
que las etapas de montaña, o media montaña, comiencen ya en la 5ª etapa, lo que
ayudara en gran medida a reducir la tensión que se vive en el pelotón la
primera semana de carrera y evitar las caídas
El Tour se adentrara a
partir de ahí a explorar el Macizo
Central, con tres etapas con aroma a clásica, aunque sin ningún gran
puerto, emparedadas por otras dos etapas llanas y la jornada de descanso en
Albi, el segundo martes de la carrera. Después de este merecido primer descanso,
a partir de la 12ª etapa, comenzará lo bueno. Lo criminal, pensará más de uno.
La primera etapa pirenaica será la más suave, con las ascensiones al Peyresourde y la Hourquette d'Anciran, esta última a 30
kilómetros de meta.
La contrarreloj individual
corta, casi simbólica de Pau,será la encargada de empezar a poner a
cada uno en su lugar y reordenará la clasificación general antes
de la 14ª etapa, la tercera de la historia con llegada al Tourmalet (19 km. al
7,4%), previo paso por el Soulor.
El tríptico pirenaico se cerrará con la llegada inédita a Prat d'Albis (11,8 km. al
6,9%) en una etapa que también incluye las ascensiones al Montsegur, el Puerto de Lers y
el Muro de Péguère. El
pelotón se dará un respiro en los dos días siguientes, cediendo el protagonismo
a los sprínters (en Nimes) y los cazadores de etapas (en Gap, en una etapa que
parte del acueducto del Port du Gard), antes de sumergirse en los Alpes en los
que destaca la 18ª etapa, con tres puertos de más de 2.000 metros que sin
embargo, no termina en alto.
Tres etapas terroríficas
que empezarán con un plato fuerte: Vars,
Izoard y Galibier, en cuyo descenso finalizará la jornada, para un total
de 207 km, la etapa de montaña más larga de esta edición. Aussois, Iseran y Tignes (7,4
km. al 7%) conducirán al pelotón hacia la traca final, una etapa de 131 km. de
los que 60 son de ascensión.
Tras pasar Roselend y Longefoy,
el pelotón tendrá que afrontar el criminal Val Thorens (33,4 km. al 5,5%), el tercer final más
alto de la historia del Tour. La última etapa, como es tradición, será de
transición hacia el podio final, con la clásica llegada a los Campos Elíseos de
París.
Es cierto que esta edición
del Tour de Francia, tendrá cinco finales en alto, tres de ellos a más de 2.000
metros de altitud, y un total de 30 puertos de segunda categoría o superior,
siete de alta montaña, cinco accidentadas, siete llanas, una contrarreloj por
equipos y otra individual. A pesar de este perfil, yo no estoy del todo de
acuerdo con que sea tan montañoso como nos lo quieren vender.
Creo que está más enfocado
a beneficiar las dotes escaladoras de los mejores ciclistas franceses del
momento como son Romain Bardet y Thibaut Pinot. El vasco Mikel Landa, también
entraría en la quiniela de los beneficiados de este recorrido.
Entre los perjudicados,
esta la gente del perfil de Tom Dumoulin, Primoz Roglic e incluso el propio
Chris Froome y el último ganador si al final decide participar, Gerain Thomas
lo van a tener complicado.
A Nairo Quintana, yo
realmente, no sé donde encajarle, porque las
etapas de alta montaña debido al poco kilometraje, son más explosivas que
agonísticas.
Lo dicho,
un Tour montañoso pero hecho claramente para perjudicar a los contrarrelojistas
que suben bien y beneficiar a los escaladores, pero sin tanta épica ni etapas
de alta montaña como en otras ocasiones.
Sin adoquines, sin prólogo
y sin etapas por debajo de los 100 kilómetros. Los organizadores del Tour de
Francia 2019 nos lo quieren vender como uno de los más montañosos de la
historia en un intento de incrementar el espectáculo y limitar el control de
los grandes equipos. ¿Lo lograran?, ya se verá.
Creo que el recorrido
incide en la senda marcada en los últimos años, alentada también por las dotes
escaladoras de los mejores corredores franceses del momento, principalmente
(como ya dije) Romain Bardet y
Thibaut Pinot. Las contrarrelojes son ya anecdóticas en la carrera que
hizo de ellas una de sus grandes señas de identidad. 54 kilómetros en total,
repartidos a partes iguales entre la crono por equipos del segundo día en
Bruselas y la individual en la 13ª etapa, y con cinco etapas de montaña por
delante todavía, buscando que los escaladores más puros tengan margen para
recuperar tiempo a base de ataques.
El
mismo día de la presentación del Tour, su director
Christian Prudhomme, aseguró que pedirá a la Unión Ciclista
Internacional que prohíba los medidores a fin de ganar en espontaneidad. Tal
petición ha hecho que muchos ciclistas
desde entonces en declaraciones a los medios estén dando su opinión a una
práctica que se ha estandarizado en este deporte y que, en opinión de muchos,
resta vistosidad al ciclismo. Que el corredor sepa en cada momento dónde está
su límite parece privarle de iniciativa.Yo creo que si lo que se quiere es espectáculo, se deberían prohibir en carrera los potenciómetros e incluso los pinganillos. Eso convertiría este deporte en algo maravilloso. Los ciclistas se moverían por "sensaciones", y contribuiría a humanizar más el ciclismo dejando de lado las nuevas tecnologías.