La Milán-San Remo |
Estas carreras son el último reducto del verdadero ciclismo de antaño, en donde la planificación y la previsión son imposibles. En estas Grandes Clásicas podemos ver el ciclismo a la antigua usanza, con carreteras angostas, reviradas y difíciles de controlar, donde aún existen márgenes para salirse del guión preestablecido de antemano y provocar situaciones de carrera diferentes e inesperadas.
En estas Grandes Clásicas también podemos ver ataques y contraataques continuos, batallas tácticas donde el ciclista tiene que echar mano de su inteligencia, su astucia, su sangre fría, o su sangre caliente, su valentía, contar con mucha suerte y sobre todo tener fondo físico y mucha potencia. Son en definitiva carreras que aún mantienen intacta la esencia del verdadero ciclismo.
La mayoría de estas Grandes Clásicas tienen además como característica la inclusión en sus recorridos de unos puntos clave que se pasan año tras año y que casi siempre suelen definir al vencedor final, ayudando a seleccionar la prueba y donde se desarrollan las batallas tácticas o los desafíos cuerpo a cuerpo entre los llamados a disputar las victorias. Esos lugares ya son legendarios en el imaginario de los apasionados de estas pruebas y que aquí en España tanto tardamos en descubrir.
Tramo adoquinado del Kemmelberg de la Gante-Wevelgem |
En la historia de estas Grandes Clásicas también están los tramos de pavé de la Trouée de Arenberg y el Carrefour de l´Arbre en la París-Roubaix, la subida del Cauberg en la Amstel Gold Race, la pared del Mur de Huy en la Flecha Valona, la Cote de La Redoute y la Roche-aux-Faucons en la Lieja-Bastoña-Lieja, la Madonna del Ghisallo y el Muro di Sormano en La Lombardía y la Avenue de Grammont en la París-Tours.
Todos estos lugares sagrados del ciclismo con sus puntos estratégicos, son tan importantes en la historia del ciclismo como lo son los puertos de la Marmolada o Stelvio en el Giro de Italia, del Tourmalet y Galibier en el Tour de Francia o Lagos de Covadonga en la Vuelta a España.
A diferencia de estas Grandes Vueltas que acabo de mencionar como ejemplo ilustrativo, en estas Grandes Clasicas no se reparten ni premios de montaña, ni por equipos, ni de la regularidad, ni de los jóvenes… Es por eso que son tan disputadas, pues solo vale buscar la victoria final.
En algunas de estas Grandes Clásicas el reglamento impide que los ciclistas usen los pinganillos, lo que ayuda a que las carreras sean aún más descontroladas e imprevisibles, por eso es que nunca se puede estar seguro de cuál puede ser la escapada buena o el ataque definitivo.
Côte de la Redonte, una de las subidas clásicas en la Lieja-Bastoña-Lieja, a su paso por Aywaille |
El viernes vimos ganar al sprint a Peter Sagan en el G. P. E3 Harelbeke y donde Alejandro Valverde entró a más de tres minutos en un segundo grupo después de haber marchado en cabeza hasta que se rompió la carrera en el tramo de pavé de Oude Kwaremont.
Hoy mismo en la Gante-Wevelgem, el alemán del Giant John Degenkolb, vencia al sprint a los velocistas que aún quedaban delante, en una llegada donde también se vieron a varios ciclistas por los suelos. Degenkolb impuso su punta de velocidad al francés Arnaud Demare y a Peter Sagan en un sprint donde llegaron los que lograron sobrevivir a los múltiples accidentes.
Dentro de una semana se disputara el Tour de Flandes y a la semana siguiente la París-Roubaix, así hasta la Lieja-Bastoña-Lieja el 27 de abril se irán disputando el resto de las Grandes Clásicas.
Preparémonos una temporada más para disfrutar de la pasión del ciclismo en toda su intensidad.
Ya que estas pruebas son la
máxima expresión de la pasión por el deporte de competición más bello del
mundo.