domingo, 14 de xuño de 2015

CHRIS FROOME CONQUISTA LA DAUPHINE 2015

Esta semana el mundo ciclista centró toda su atención en la Dauphiné, la carrera más importante y prestigiosa previa al Tour de Francia y que sirve como último test para muchos ciclistas de cara al Tour.

Tras la emocionante primera etapa, con victoria por sorpresa de Peter Kennaugh en Alvertville, los velocistas volvieron a tener su oportunidad en la segunda etapa, que sin ser llana, dejó opciones a esos ciclistas rápidos.

El recorrido de la segunda etapa tenía dos tachuelas importantes. Una de salida, con un alto de segunda categoría y otra a mitad de etapa con un puerto de primera, a partir de ahí, descenso tendido de casi cuarenta kilómetros hasta Ambronay donde arrancaba un llano total de otros casi cincuenta kilómetros, terreno suficiente para que los velocistas recuperasen el terreno perdido en las dos subidas, como así fue.

La velocidad y la valentía de esos hombres rápidos hizo que se impusiese uno de esos favoritos en las llegadas masivas: Nacer Bouhanni se mostró imparable en ese sprint masivo y con otros grandes favoritos como  Samuel Dumoulin (2º), Sacha Modolo (3º), Boasson Hagen (3º) o Luka Mezgec (10º). El británico Peter Kennaugh lograba mantener el maillot de líder.

Tras las dos primeras etapas de tanteo, la tercera, siguiendo la filosofía de la Dauphiné de los últimos años, los ciclistas  disputaron una contrarreloj por equipos que hacía 35 años no se disputaba en la Dauphiné y que a la vez marcaba el inicio de la verdadera carrera que junto con las etapas posteriores de alta montaña decidirían el vencedor final. Por ello, la contrarrejoj no fue la etapa decisiva para la general, aunque los 24,5 kilómetros marcaron las primeras diferencias entre los favoritos.

La victoria fue para el BMC, que vistió de líder a uno de sus corredores, el australiano Rohan Dennis, con el mismo tiempo que su compañero Tejay Van Garderen, que superaron por cuatro segundos al Astana de Vincenzo Nibali y en cinco al Movistar de Alejandro Valverde, que llegó con el mínimo de cinco corredores a la meta, pasaba a ocupar el noveno puesto de la general a cinco segundos del nuevo líder.

Todos los gallos que luchaban por la victoria final sabían que tenían que cuajar una buena crono junto con sus respectivos equipos para no ceder demasiado tiempo y así fue al final de esta etapa.

Después de la contrarreloj por equipos, la cuarta etapa servía como de aproximación hacia la gran montaña alpina. Una etapa que estaba marcada por ser la de mayor kilometraje de toda la prueba con 228 kilómetros y con tres pequeños puertos como máxima dificultad.

El recorrido de esta etapa no mostro el poderío de los Alpes, que si aparecerá en las próximas etapas y que no tendría descanso hasta el domingo cuando finalice la prueba. Los primeros 100 kilómetros fueron relativamente cómodos con ligera tendencia ascendente, a partir del avituallamiento situado en Mornans comenzaba el encadenado de los dos primeros puertos. Tras coronarlos el terreno combinaba descensos con ligeras subidas hasta llegar al último puerto situado a 13 kilómetros de la meta.

Una etapa en la que los sprinters tendrían su última oportunidad, con el apoyo incondicional de sus equipos ya que a partir del jueves aparecería la alta montaña que ya no desaparecería hasta el final de la prueba.

Así que ante el trazado de esta etapa los equipos de los sprinter controlaron muy bien para que sus hombres rápidos tuviesen la posibilidad de victoria. No fue fácil ni sencillo, ya que el puerto tan cerca de meta posibilito que hubiese valientes que intentaron llevar su ataque al éxito, pero el desorden de los escapados dio paso a una reagrupación general a falta de un kilómetro, donde los hombres del Cofidis dejaron a Bouhanni en las primeras posiciones, que arrancó en el momento justo para emerger con su maillot verde imponiéndose con facilidad y sumar así su segunda victoria en esta Dauphiné y quinta de la temporada. Su gran momento de forma le permite soñar con levantar los brazos en el Tour de Francia, experiencia que aún no conoce. Rohan Dennis del BMC continuaba líder de la general.

Después de tres llegadas al sprint y una contrarreloj por equipos que marcó las diferencias existentes hasta ese momento, con la 5ª etapa llegaba el primer final en alto, llegaba la montaña y empezaría a tomar peso la carrera. Un primer final en alto que supuso el primer gran test para los hombres de la general. Pudimos ver quien aspira y quien no a ganar la carrera, también  empezamos a sacar conclusiones de cómo llega cada uno al Tour de Francia, dado que esta carrera será la última prueba que corran la mayoría de aspirantes al maillot amarillo en París.

La etapa constaba de cinco puertos puntuables repartidos a lo largo de los 161 kilómetros, dos de tercera, dos de segunda y uno de primera, esta etapa fue la primera oportunidad de los favoritos para mostrar sus credenciales de cara a alzarse con la clasificación general. Hombres como Nibali, Froome, Wilco Kelderman Y Romain Bardet trataron de desafiar a Tejay Van Garderen y al líder Rohan Dennis, integrantes del BMC y que habían salido reforzados tras ganar la contrarreloj por equipos.

El gallinero estaba revuelto en la fiesta de los grandes gallos, la llegada a Pra Loup, meta de esta quinta etapa y primera de las cuatro llegadas en alto consecutivas que se sucederían en esta carrera hacían presagiar una lucha sin cuartel. En toda pelea de gallos siempre hay un vencedor, en esta ocasión el que se llevo el gato al agua fue Romain Bardet, sexto en el pasado Tour que dio toda una exhibición con un ataque a 22 kilómetros, no consiguió la ventaja suficiente para enfundarse el maillot amarillo, pero se colocaba tercero en la general a 20 segundos del nuevo líder.

El escalador francés atacó en los últimos metros de la cima a Allos, lanzándose en solitario en el descenso, logrando abrir hueco para rematar en la misma cima donde Eddy Merckx cedió el maillot amarillo del Tour de Francia de 1975 a Bernard Thévenet, el Caníbal no volvió a vestirlo jamás. Bardet aventajo en 36 segundos a Van Garderen, nuevo líder y en 40 segundos a Chris Froome, que remató el trabajo del Sky con un ataque marca de la casa, duro y seco, con la mirada fija en el potenciómetro. Sólo el nuevo líder y Beñat Intxausti, que apura aquí su buen golpe de pedal del Giro, no sin sufrimiento, pudieron seguir su estela, siendo remachado al final por Van Garderen. Cuarto a 42 segundos entraba Intxausti que ascendía al segundo puesto de la general, a 17 segundos de Van Garderen.

Vincenzo Nibali, otro de los grandes favoritos al Tour y que corre esta Dauphiné, no resistió los ataque de los otros gallos y llegó a 1:53. Jean Christophe Péraud, segundo el año pasado en los Campos Elíseos, desapareció a casi once minutos. Ya dije que la Dauphiné es siempre un buen termómetro cara al Tour, pero ojo, no es el definitivo. El próximo 22 de julio, muchos de estos mismos protagonistas se volverán a ver las caras en este mismo escenario. Segurísimo que ese día será otra historia.

La sexta etapa transcurrió entre Saint Bonnet en Champsour y Villard de Lans en Vercos, una estación de esquí que vio ganar dos veces a Pedro Delgado en el Tour de Francia de 1987 y 1988. Fueron 183 kilómetros plagados de puertos, sin terreno para el descanso y que con la presencia de la lluvia hizo que la etapa fuese movida.

Vincenzo Nibali pronto dejo entrever sus intenciones cuando se metió en un corte en el km. 33, aunque después se dejó caer, pero después de la subida a Grimone, un puerto de 3ª, a más de 100 kilómetros a meta y con el Rousset de 1ª a 51 km., el tiburón de Mesina lanzo otro ataque que al principio nadie respondió, pero que poco después fue cazado por Alejandro Valverde, Rui Costa, Tony Gallopin y Tony Martin, un quinteto con pedigrí que ya no ralentizaron el espectáculo hasta el final.

A falta de 51 km., por la cima del Rousset pasaban en cabeza el trío formado por el Tiburon Nibali, el gallo Valverde y el Campeón del Mundo en Ruta 2013 Rui Costa con tres minutos de ventaja sobre el pelotón donde transitaba el actual líder, un tiempo que daba el liderato virtual a Valverde. En la bajada volvieron a enlazar el dúo de los Tonys, Galopin y Martin, aunque este después de haberse marcado un etapón, como de costumbre, terminaría por quedar descolgado a falta de 21 km. La victoria  era cosa del póker de ases.

De los cuatro, Tony Galopin era el peor situado en la general, situación que aprovechó para arrancar a falta de cuatro kilómetros. El trío restante se quedaron mirando, ejerciendo un marcaje férreo, pero el Tiburón que todavía guardaba reservas, espero su momento para arrancar a falta de kilómetro y medio, Valverde no pudo responder, mientras el Tiburón se comía a Galopin y se marchaba en solitario. Todo hacía presagiar que iba a ganar ya que solo faltaba medio kilómetro. Pero como no se puede vender la piel del zorro antes de cazarlo, apareció Rui Costa, fuerte, oportunista y astuto como ya hiciera en el Mundial de 2013 con “Purito” Rodríguez, le birló la etapa a Nibali que a pesar de no haber ganado se enfundó el maillot amarillo. Tercero entro Valverde, que pasaba a ocupar la misma plaza en la general a 30 segundos. Froome entraba noveno con Beñat Intxausti a 2:12 que pasaba al sexto lugar de la general a 57 segundos, mientras Froome ocupaba la séptima plaza a 1:21. El mensaje de Nibali a sus rivales del Tour había sido captado por Froome.

Tras dos apasionantes etapas montañosas en los Alpes y tras la exhibición de Nibali, la esperada respuesta de Chris Froome tenía que aparecer. Al capo del Sky ya se le había visto algo, pero era evidente que tenía muchas cartas en la manga, y vaya si las tenía.

En la séptima etapa el espectáculo no ceso, ya que la etapa estaba señalada como la reina de esta edición, ya que los ciclistas tendrían que afrontar la subida a seis puertos, siendo cinco de ellos de primera categoría.

La etapa, estuvo marcada por las escapadas de hasta 26 ciclistas que llegaron a estar en cabeza, de los que Jonathan Castroviejo y Dani Navarro pusieron color español hasta el último puerto. Sus opciones de victoria fueron siempre mínimas, ya que por detrás llegaba la locomotora a toda velocidad comandada por el Sky.

A falta de 70 kilómetros y tres puertos más, en la subida a Croix Fry, el equipo británico aceleró el ritmo hasta ponerlo a un nivel sofocante, que hizo que el pelotón empezase a perder unidades, en las dos subidas casi enlazadas, Nibali, quizá pagando su exhibición del día anterior, fue de los primeros ilustres que mostro debilidad.

Llegada la última ascensión, sólo unos pocos fueron capaces de aguantar el ritmo que primero Kennaugh, y luego Wouter Poels, pusieron para un Froome que parecía comodísimo, todo lo contrario a como se veía a sus rivales. Valverde y Bardet iban perdiendo contacto, hasta que a falta de 3,5 de meta Froome ya no espero más y lanzó un primer hachazo que solo encontró la respuesta de Van Garderen, consciente de que cada metro que aguantara con su rival le acercaría al maillot de líder.

Froome acepto la compañía hasta que faltaban kilometro y medio, momento en que decidió marcharse solo hacia la victoria de etapa, Van Garderen ya no reaccionó, preocupándose en marcar su ritmo e intentar mantener los 39 segundos de ventaja que tenia sobre Froome. Objetivo que consiguió ya que solo perdió 17, bastante menos que el resto de nombres ilustres del pelotón superviviente: “Purito” llegó a 54 segundos, Bardet a 1:08, Andrew Talansky a 1:25, Rui Costa a 1:34, Valverde a 2:02 y Nibali a 3:58.

Tras el trabajo de un Sky que sacó el rodillo propio de otras temporadas, apareció Froome para rematar y responder que estaba vivo, dejando un serio aviso de cara al Tour.

Hoy, después de la etapa reina con la victoria de Chris Froome y el liderato de Tejay Van Garderen, llegaba la última etapa, con todo por decidir y seis puertos para dilucidar quién vestiría el amarillo al acabar la etapa. La emoción estaba más que asegurada.

El guión fue parecido al de ayer, una fuga de nivel con Tony Martin, Jon Izaguirre y Kelderman, que se diluyo cuando el Sky decidió aumentar el ritmo, si bien esta vez hubo valientes que pusieron en duda el control británico. Steve Cummings fue el que más aguantó delante, mientras Valverde intento darle caza primero subiendo y después bajando, pero nunca con la chispa suficiente, “Purito” también se dejó ver, pero no hubo manera y Nibali sin opciones solo tenía fuerzas para trabajar para Michele Scarponi. Así, que sólo quedaba la batalla por la general entre Froome y Van Garderen, una batalla que tardó en desatarse debido a la poca diferencia entre ambos, concretamente a falta de 2,5 km a meta, fue cuando Froome aceleró y su rival salto a por él, cuando no tuvo más remedio que volverse a sentar, fue cuando vio que la rueda de su enemigo estaba aún muy lejos. La espectacular persecución desencadenada, regulando como podía mientras notaba que su ritmo se atrancaba poco a poco a la vez que se alejaba la figura del a posteriori triunfador. Froome, con la etapa en el bolsillo, se apuraba en acelerar el ritmo quizá arrepentido de no haber saltado antes, pero al final las cuentas de Froome se cumplieron por muy poco, apenas dos segundos, que se confirmaron cuando Yates y Rui Costa adelantaban al maillot amarillo dejándole sin opciones de bonificar. Una derrota dura de Van Garderen, pero de la que sale reforzado.

Chris Froome lograba su segunda victoria consecutiva de etapa en esta edición de la Dauphiné y segunda victoria en la general tras la de 2013. A todos nos queda la sensación de que no podía haber sido de otra manera y que su equipo cree ciegamente en él, volviendo a tener el poderío de otros años.

Froome, con su estilo desgarbado que comenzó la carrera con algunas incertidumbres, terminó pletórico, mostró una trayectoria ascendente de rendimiento dejando claras que sus intenciones son la de reconquistar el Tour de Francia.

Tuvo que sacar lo mejor de si mismo para derrotar a Van Garderen, el nuevo baluarte del ciclismo mundial, pero superó el examen con nota.

Ningún comentario:

Publicar un comentario