domingo, 21 de xuño de 2015

EL PAPELÓN DE LOS GREGARIOS

Mikel Landa mostrando su calidad con dos etapas y el tercer puesto de la
general del Giro de Italia 2015

Apenas terminado el Dauphiné, se pusieron en marcha la Vuelta a Suiza y la Ruta del Sur, carreras que en este mes de junio sirven para ir afinando las piernas y que suelen dejar algunas pistas de cómo están los gallos e incluso sus segundos espadas de cara a la cita más importante del año como es el Tour de Francia.

La Dauphiné, es una carrera que plantea escenarios parecidos o incluso calcados (la etapa de Pra Loup, por ejemplo), en esta carrera hemos visto pelear a dos de los cuatro principales candidatos a coronarse en los Campos Eliseos: Chris Froome y Vincenzo Nibali. De la actitud de ambos en carrera, ya se han podido sacar algunas conclusiones.

El primero ya enseño sus cartas, hizo lo que ha querido y cuando ha querido, demostrando un estado de forma excepcional y presentando su candidatura firme para la ronda francesa, domino todas las etapas de montaña, dejando en entredicho a otros teóricos rivales, como Nibali e incluso al segundo del Movistar Alejandro Valverde, o han escondido sus cartas de forma magistral, o simplemente están a años luz del británico en cuanto la carrera se empina hacia el cielo.

Hoy en día las jerarquías están claras y las funciones de cada ciclista dentro del equipo también, pero en los últimos años se han dado casos donde los gregarios ha sido superiores a su líder, y lo han demostrado claramente, ya fuese en la alta montaña o en las etapas más importantes de la carrera.

El último caso lo acabamos de ver en el Giro de Italia de este año, Fabio Aru y Mikel Landa trastocaron los planes del Astana en la tercera semana de carrera, y es que la forma física de los ciclistas es lo único que los equipos ciclistas no pueden controlar cuando buscan el máximo rendimiento de uno de los suyos.

En la preparación de los objetivos de la temporada, se puede controlar el volumen de entrenamiento, la intensidad, el número de series que se adapta a cada uno de los ciclistas y las sesiones de recuperación, apoyada toda esa teoría y práctica en una buena comunicación entre entrenador, manager y el propio ciclista de forma diaria. Todo esto se puede prever, menos la forma física del ciclista. En el ciclismo moderno de hoy en día se puede controlar casi todo, menos el mecanismo que permita, de forma totalmente segura, llevar a un ciclista a la salida de una gran Vuelta al 100%, por mucho que el propio ciclista y sus compañeros lo corroboren.

Se puede llegar bien de forma, pero no al 100%, lo mismo que se puede llegar pasado, si se ha hecho una temporada muy alegre, muy competitiva y con muchos días de competición. El ciclista llegue como llegue seguro que aguanta los 21 días de continuo esfuerzo sin problemas, dando la cara en cada etapa y sin mostrar síntomas de fatiga en la tercera semana. Pero también cabe la posibilidad de verle pagando sus excesos o desfallecimientos en alguna etapa importante, incluso lo podemos ver perder las opciones de la general. Pero en este último caso es cuando surge la figura del segundo espada.

La figura del gregario, candidato a gallo de corral, tiene dos funciones dentro de una carrera de tres semanas: proteger a su líder, asegurarle el mínimo esfuerzo en los días menos importantes para ayudarle en las jornadas claves, ser la segunda opción del equipo si su líder falla y salvar así al equipo.

Ya se dieron algunos casos en las últimas grandes vueltas. Líderes con un mal rendimiento y sus equipos al borde de la decepción encontraron en el segundo espada al líder que necesitaban y que no habían visto ni entraba en sus objetivos antes de empezar la temporada.  

Una prueba de lo que digo la vimos en el Giro de Italia de 2011, uno de los más duros de los últimos años y al cual acudió el Euskaltel Euskadi con Igor Antón como líder y con la general en su mente y Mikel Nieve, de gregario en busca de etapas y de ser el último hombre en las etapas decisivas de montaña. La carretera puso a cada uno en su sitio. Igor Antón no aguantó la presión de ser uno de los favoritos y cedió en la semana clave de la carrera. Dijo adiós a la general tras ganar, de forma soberbia, en la cima del monte Zoncolan, pero que lo pagó en la que fue la etapa reina de aquella edición camino de Gardeccia.

Mikel Nieve ganó la etapa reina del Giro de Italia 2015 de forma brillante
Más de 60 kilómetros de ascenso en total sirvieron para hacer la malla (separar el grano de la paja), entre aquellos que osaban arrebatarle la maglia rosa a Alberto Contador. La Marmolada fue la tumba de Antón, se le hizo demasiado largo. Pero para el equipo no estaba todo perdido ya que Mikel Nieve se había metido en la fuga y tenía opciones de ganar, claro que por delante tenia a todo un pata negra como Stefano Garzelli, que busco exhibirse y se topo con un gallito con muchos espolones llamado Mikel Nieve que durante la escapada le hizo madurar. Nieve calculó su distancia y atacó a Garzelli en el inicio de Gardeccia, a cinco kilómetros del final. En una etapa por los Dolomitas, con muchos cadáveres, el veterano italiano también sucumbió al ímpetu del vasco. Ni se levanto del sillín cuando vio a Nieve pasar por su lado. Bastante tuvo Garzelli con llegar segundo a meta, a solo unos pocos segundos de ventaja de los primeros de la general (Contador y Michele Scarponi), que venían por detrás con hambre de bonificaciones. A partir de ahí, Antón fue a menos y Nieve siguió peleando en las últimas etapas por perder el menos tiempo posible. Nadie duda que el Euskaltel fue el protagonista de aquel Giro, aunque no por la excelente clasificación de sus dos mejores hombres en la general.

Otro de estos casos se dio en la Vuelta a España también del 2011.

El Sky, tras el abandono de Bradley Wiggins en la séptima etapa del Tour de Francia empezó a pensar en la Vuelta a España, la única y última oportunidad para salvar la temporada del equipo. Con Wiggins venia Chris Froome, a quién el Sky había reservado para que fuese el líder, pero Brailsford cambió de planes y se presento con el dúo Wiggins-Froome, dispuestos a arrasar en la montaña y llevarse la general.

El largo trazado de la crono de Salamanca iba a deparar varias sorpresas. El sorprendente rendimiento de Froome que le llevó a vestir por primera vez el liderato de una gran Vuelta y el pequeño desfallecimiento de Wiggins en los últimos kilómetros. Pese a ello, las tornas no iban a cambiar dentro del equipo: Wiggins seguiría siendo el líder y Froome el segundo espada y el último gregario en la montaña. Una montaña en la que iba a volver a destacar Froome para, esta vez sí, reivindicarse como el más fuerte de los dos, aunque ya tarde.

El Angliru, la última etapa de alta montaña y una de las últimas de la Vuelta, se produjo el cambio de roles.

En el Angliru, lo mismo que en el Zoncolan o el Mortirolo, la rueda de un rival no sirve para ir más cómodo, en esos puertos no hay otra estrategia: o estas fuerte y vas hacia delante o no tienes tu día y te puede caer una minutada. Juanjo Cobo aquel día, era de los que iban fuertes, un serio y lejano ataque puso en jaque a todos sus rivales, hundiendo al Wiggins maillot rojo que intento seguirle. Froome se quedó a esperarle para tirar de él y que se desgastase lo menos posible. Quedaban aún seis kilómetros hasta la meta y el líder del Sky iba a menos, mientras su gregario seguía con su cadencia, aparentemente tranquilo incluso en las duras rampas del 12%.

En la Cueña les Cabres, donde se maximizan las rampas que llegan casi al 25% de desnivel, fue donde Wiggins dijo basta, inmediatamente Froome salió disparado a por Cobo, pasando motos, coches, atravesando la espesa niebla y entre los aficionados que inundaban las estrechas cunetas de la recta más famosa del puerto.

El más de un minuto que le sacaba Cobo de ventaja, en meta Froome perdía 45 segundos; Wiggins 1:20. Con el cambio de líder de la general aquel día, también cambio de líder el Sky, para intentar en la última etapa de montaña, con final en Peña Cabarga recortar a Cobo los 20 segundos de margen. El gregario del Sky perdió aquella Vuelta por trece segundos, aquellos que podría haber recortado de haberse desprendido antes de la Cueña les Cabres de Wiggins.

La temporada 2012 antes del mes de julio vio ganar a Bradley Wiggins la París-Niza, el Tour de Romandía y la Dauphiné, poniéndole en la parrilla de salida del Tour de Francia como el máximo favorito a subir a lo más alto del pódium en los Campo Elíseos.

Chris Froome se mostró claramente superior a Wiggins tanto el la
Vuelta a España de 2011 como en el Peyragudes del Tour de Francia
de 2012
A su lado, de nuevo Chris Froome, como último gregario de aquel equipo de ensueño y pensado para ganar aquel Tour. La calma, la táctica, la forma física de gregarios como: Richie Porte, Michael Rogers o Christian Knees, el trazado y la escasez de grandes rivales hicieron que el Sky ejerciera una dictadura total.

Pero al igual que pasara en la Vuelta del año anterior, Wiggins no se libró de ver a Froome igual, o casi mejor. Su primer golpe lo dio al ganar en La Planche des Belles Filles tras estar más de diez minutos de gregario, desgastándose sin pedir la ayuda de nadie. En Besançon la etapa que gano Wiggins, su gregario acabó segundo y así en las demás etapas, el gregario siempre a su lado, pidiendo paso, sin dejarle marchar, entrando en ocasiones uno al lado del otro, sacándole a Vincenzo Nibali segundo a segundo etapa tras etapa.

Pero la tensión entre los dos mejores ciclistas del Sky explotó en medio del Peyragudes. Como si de una eira de mallar se tratara, Froome ejerciendo de mallador tiraba de Wiggins al tiempo que limpiaba la carrera y separaba el grano de la paja. Van den Broeck, Tejay Van Garderen, Chris Horner, Pinot y Rolland, pronto se quedaron cortados entre la paja. Nibali, el único rival que aguantaba de forma digna a ambos también dijo basta, quedándose nuevamente solos por culpa de Froome, que puso en peligro la victoria de Alejandro Valverde, último superviviente de la escapada. La malla estaba hecha y en la eira, Froome el “MALLADOR” seguía subiendo con tanta facilidad y con tan buena cadencia de pedaleo que hasta Wiggins se cortó. Momento de nervios en el coche del equipo, Brailsford su director habla por radio con un Froome que llevaba muchas ganas y mucho gas; Wiggins, pasando uno de sus peores momentos y su director enfadado al ver la debilidad de su líder ante su propio gregario en una gran etapa de montaña. Esas indecisiones dentro del equipo le dio la victoria a Valverde, pero Froome demostró que iba mejor que su jefe haciéndole ver a su director que su nueva baza para las grandes Vueltas era él. Wiggins ganó aquel Tour, pero para 2013 el mánager acertó al apostar por Froome.

Otro de los papelones de los gregarios está muy reciente y lo vimos en el Giro de Italia de este año.  Que Alberto Contador estuviese presente significaba que cualquier favorito pasaba a un segundo plano. Uno de esos desplazados al segundo escalón era el líder del Astana Fabio Aru, que en su segunda gran ocasión de ganar la carrera más importante de su país, vino con el equipo más fuerte de la carrera, con veteranos como Paolo Tiralongo y Dario Cataldo y jóvenes gregarios con mucho talento en la montaña como Tanel Kangert y Mikel Landa.

El desastre táctico del Astana lo aprovechó Contador para lucirse, tras encontrar a un Fabio Aru con serios problemas camino de Aprica, donde perdió definitivamente la general pese a que se llevó dos etapas. La etapa reina fue el mazazo del italiano al igual que la de Sestriere pudo haber echado por tierra toda la ventaja que el Pistolero de Pinto había acumulado durante las anteriores 19 etapas. Landa el gregario de lujo de Aru, con un ataque a falta de cuatro kilómetros para coronar, dejaba claro que era el más fuerte de la carrera, olvidandose de los roles de equipo y dejando a su líder en el grupo perseguidor apostaba fuertemente por la etapa.

 La etapa del Mortirolo que había ganado el español fue el primer aviso, no solo demostró que era uno de los más fuertes, sino que estaba para ganar el Giro. Unos días más tarde, en Sestriere su mayor rival fue Aru, el líder de un Astana que hasta el último día seguía en sus trece pese a ver que la diferencia entre un Landa pletórico, en la cima rondaba los dos minutos, un Contador apajarado y Aru en un segundo grupo de favoritos, Martinelli no dejo que se fuese Lanada, mandándole parar para que Fabio Aru ganase la quinta etapa para el Astana como líder de su equipo.

¿Tenía piernas Mikel Landa para conseguir la maglia rosa del Giro?. Nunca se sabrá.

Lo que sí se sabe es que el Astana prefirió ganar cinco etapas y copar dos plazas de pódium antes que hacer una carrera táctica para ganar el Giro de Italia con cualquiera de los dos gregarios (¿O líderes?.

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