Robert Marchand, el decano de
los ciclistas, se fue de una forma como
era habitual en él: sin hacer ruído.
A este icono
del ciclismo se le conocía
por su buen humor y por su modestia pese a la admiración que despertaba, siempre
fue alguien más bien discreto a pesar de las diversas plusmarcas mundiales después de
cumplir los cien años de edad.
Ya jubilado, redescubrio el gusto por la
bicicleta que había
abandonado acomplejado porque le habían dicho que tan bajo como era (medía 1,58
metros) nunca llegaría lejos.
Robert Marchand
nunca ha sido un deportista profesional, a lo lago de su vida realizó múltiples
trabajos. Fue bombero de París entre 1932 y 1936, profesión que se vio obligado
a abandonar por negarse a obedecer. Se mudó a Venezuela en 1947, donde trabajó
como granjero de pollos, operador de máquinas y plantador de caña de azúcar.
Regresó a Francia entre 1953 y 1957 y luego se fue a Canadá para
trabajar como leñador, un trabajo que encontró demasiado difícil. Volvió a
Francia en 1960 y trabajó desde entonces como jardinero, vendedor de zapatos y
luego comerciante de vinos.
Todo un ejemplo de vida y de lucha atesora el longevo ciclista francés, que en los últimos años fue un verdadero amante de la bicicleta y un ciclista amateur, especialista de récords de velocidad, todo un personaje a nivel mundial en el mundo del ciclismo, que deja tras de sí una figura que marcó a muchos corredores veteranos, siendo un ejemplo de longevidad y pasión por su deporte.
La celebridad le llegó tarde. Con los cien superados
encadenó marcas de edades tardías: récord de la hora para mayores de más de 100
años, y también el de los más de 105 y campeón del mundo de ciclismo en
carretera de más de 105 años. El 4 de enero de 2017, consiguió recorrer 22,547 kilómetros en una hora. Tenía
entonces 105 años y el asalto al récord inédito en la categoria, creado
expresamente para el. Su notoriedad había empujado a varias televisiones a
retransmitir en directo sus 92 vueltas a la pista en el velódromo de
Saint-Quentin-en-Yvelines, en las afueras de París.
Robert Marchand se
hizo extremadamente popular con su perseverancia ciclista, una actividad
deportiva que de muy seguro le alargó la vida hasta límites insospechados. Se
retiró en enero de 2018, siguiendo el consejo de los médicos que consideraban
que la actividad ciclista le disparaba la tensión a límites excesivos.
El más carismático ciclista abandonaba la
carretera y la pista pero eso no le impidio pedalear en casa hasta prácticamente el final
de su dilatada historia. De esta manera dejaba la que había sido su afición durante
una larga, muy, pero que muy larga vida.
En declaraciones a la prensa siempre decía
que: “con sus récords no quería que se lo considerara
un campeón, sino simplemente demostrar que con más de 100 años se puede seguir
haciendo cosas y animaba a los mayores a que continuaran activos con la
actividad que fuera, montando en bicicleta o caminando”.
El ciclista
centenario, tras gozar de este mundo 109 años y con toda su lucidez mental se nos fue en silencio, pero dando pedales
en la disputa de la última etapa, deja a su compañera del alma, la bicicleta y
deja un
legado que será difícil de igualar.
Seguramente a estas horas ya estara
compitiendo con Fausto Coppi, Gino Bartali, Raymond
Poulidor, Jacques Anquetil, Marco Pantani y Chave Jimenez.
Descanse en Paz este icono
del ciclismo.
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