Diego Armando Maradona se fue sin hacer mucho ruido, perdió la vida tras sufrir un paro cardíaco a consecuencia de las sustancias que consumió a lo largo de su vida.
No soy fan del futbol, soy fan de
lo que trasciende al deporte y se traslada a
lo social y lo humano, por eso se que Maradona se coronó como uno de los mejores jugadores de la
historia con su victoria en el Mundial
inolvidable del 86, también se que fue pichichi del éxtasis, y un pichichi del desorden,
cuando iba de particular.
Hay vidas que de pronto no caben en la
vida, como le pasó a Maradona, al Chava Jiménez o a Marco Pantani.
Maradona en el fútbol fue un genio único,
como en el ciclismo José María “El Chava” Jiménez era pura raza
escaladora, con su temperamento de puro espectáculo era capaz de lo mejor y de lo peor, pero su arrancada
en pendientes imposibles era lo que deseábamos ver a la hora de la siesta, lo
mismo que el mítico Marco Pantani, “El Pirata”,
auténtica leyenda del ciclismo. Sus espectaculares arrancadas cuando la
carretera alcanzaba porcentajes de gran dureza, dejando una huella
imborrable en todos los que amamos el ciclismo.
Los tres llegaron a la cúspide por méritos propios, pero combinaron de forma legendaria su rutina deportiva con una disciplina nocturna igual de exigente.
A los tres los han sacado en todas las
facetas y poses, la vida de los tres encierran tantos claroscuros y es que entre el pelusa y
los dos ciclistas había muchas cosas en común, eran capaces de lo peor fuera de
su radio de acción, lejos de los sitios en los que se hicieron leyenda.
Sin embargo ejerciendo su profesión,
ejecutando lo que mejor sabían hacer, fueron tan grandes, tan únicos, que la
humanidad en bloque parece dispuesta a perdonarles todo. Porque «No es lo que ellos se hicieran a sí mismos,
es lo felices que nos hicieron a nosotros».
Por eso titulo este
Post que “Si Maradona hubiera sido ciclista, habría sido Marco Pantani o Chava Jiménez”, pues más allá de lo malo, lo bueno
pesaría más en la balanza, y se los recordara en cada momento, algo que a veces
escapa a nuestra comprensión, pues el resultado de la realidad fue muy
diferente y acabaron realmente mal.
Tres muertes prematuras que acaso se veía
venir. El mal vivir, que a menudo resulta el bueno, da solo para un rato, el
alcohol, o la cocaína, hay que dejarlos. Los tres militaron en una estirpe de
salvajes donde están poetas y músicos, y otras criaturas no adictas al agua con
gas, precisamente. Son gentes que arruinaron sus vidas, pero hicieron mejores
las nuestras.
Hace más de siglo y medio que las clases dominantes no tienen héroes y perdieron el sentido mágico del heroísmo, ese dispositivo milenario que la fantasía humana activa para proyectar las más profundas demandas sociales y anhelos de las clases pobres.
Los detractores del
“Pelusa”, del “Chava” y del “Pirata” usaron sus debilidades y contradicciones
humanas, olvidando que fueron ellos quienes usaron ambas condiciones para hacer
negocios con los héroes del deporte. Ellos los convirtieron en mercancía para
venderlos y comprarlos. Ellos los metieron en el mundo de la droga y se la
vendieron. Ellos los expulsaron de ese mundo para condenarlos en sus medios con
la misma doble moral que usaron para manipularlos. Y son ellos mismos los que
ahora muertos, los convierten en ídolos para vender sus portadas y ganar
millones con publicidad en sus canales de televisión.
Esta es la doble moral de
la clase dominante.
Que descanséis en paz en el cruce de caminos héroes y mártires.
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