domingo, 6 de abril de 2014

LOS MONUMENTOS DEL CICLISMO ( 1ª Parte).

Eddy Merckx, ostente el record de victorias en la
Milán-San Remo con 7, y quizás fuese el único en romper
el mito de que es una carrera de resultado impredecible.
En 1989 con la implantación de la Copa del Mundo de Ciclismo comenzó la moda de los Monumentos con la sola intención de diferenciar las pruebas más antiguas de las del resto de carreras de un día. Hasta esas fechas apenas se hablaba de los Monumentos del Ciclismo.
Las más prestigiosas Grandes Clásicas y deseadas del calendario eran: la Milán-San Remo, Ronde Van Vlaanderen, Gent-Wevelgen, París-Roubaix, Flecha Wallone, Lieja-Bastogne-Lieja, Amstel Gold Race, París-Tours y Giro de Lombardia. Estas Grandes Clásicas puntuaban para el Súper Prestigio, una especie de campeonato del mundo oficioso por puntos que coronaba al ciclista más completo, al mejor de la temporada. No hay más que ver el listado de ganadores.
Con la llegada de la Copa del Mundo, varias de estas clásicas fueron sacrificadas y obligadas por la UCI a cambiar de fechas o a realizar recortes en sus recorridos, por lo que fueron perdiendo su importancia. A partir de entonces fue cuando se comenzó a hablar de los Monumentos del Ciclismo, que con el paso de los años a pesar de haber desaparecido la Copa del Mundo fueron aumentando aún más su bien merecido prestigio como carreras diferentes y con identidad propia, rodeándose de un aura casi mística en el imaginario de los aficionados al ciclismo.
Debo señalar que el Campeonato del Mundo de Fondo en Carretera a pesar de ser una carrera de un día, al disputarse por equipos nacionales, en países distintos cada año, no la considero como una clásica.
Ganar cualquiera de estas carreras es el sueño de muchos ciclistas, ya que supone entrar en el libro de oro de la historia del ciclismo.
Decía en mi anterior post que con la llegada de la primavera se abría el calendario de las carreras llamadas Clásicas, pues bien, la Classicissima Milán-San Remo es el primer Monumento de la temporada que se disputa año tras año, celebrándose este año la edición número 105, es la clásica más larga, superando los 290 kilómetros, siendo esta característica la mayor dificultad a la que se tienen que enfrentar el pelotón de participantes. Se trata de la segunda prueba más importante de Italia detrás del Giro, por lo que es muy disputada y deseada por los ciclistas trasalpinos. Cuenta con las subidas al Passo del Turchino, Mele, Cervo, Berta, Cipressa y el Poggio, este año no se subió Le Manie ni la Pompeiana. En la actualidad todas estas cotas no tienen la suficiente dureza como para romper el pelotón, por lo que en los últimos años es común que se disputen la victoria entre un selecto lote de corredores veloces y potentes  que deben olvidar el dolor de piernas tras siete horas de pedaleo en busca de la gloria entre Milán y el final en San Remo.
Muur-Kapelmuur, penúltima dificultad del Tour de Flandes
Este año volvió a terminar con un sprint de un grupo entre una treintena de ciclistas, con las piernas agarrotadas por el frío, la lluvia y agotados por los casi 300 kilómetros. El noruego  Alexander Kristoff del Katusha fue el más rápido por delante de  Fabian Cancellara (Trek) y tercero Ben Swift (Sky).
En 1907 se disputó la primera edición que ganó Lucien Petit-Breton. Eddy Merckx posee el record de ediciones ganadas, con 7 victorias de las 11 en que participo, desde 1966 hasta 1976.
Oscar Freire, después de haber sido tercero en la edición del año 2000,  la ganó en 2004,2007.
La Gante-Wevelgem es otra de las carreras más importantes del norte de Bélgica, cuyos principales obstáculos son los muros del pavimento y duro Kemmelberg, Monteberg, Baneberg y el también adoquinado Kasselberg, fuera de estas dificultades el resto es un recorrido plano pero abierto y expuesto a fuertes vientos laterales, facilitando los habituales y famosos abanicos que fraccionan el pelotón en varios grupos. A pesar de estas dificultades no siempre se consigue romper totalmente la disciplina del pelotón y seleccionar del todo el gran grupo. Por esto se considera una clásica apta para velocistas selectos.
Este año el sprinter alemán del Giant-Shimano John Degenkolb gracias a un tremendo sprint superó a un sorprendente Arnaud Demaré y a un autoritario Peter Sagan, poniéndole por primera vez su sello al pavé de la clásica flamenca.
La primera edición se disputó en 1934 siendo el ganador Gustave Van Bell. Comparten el record de tres victorias los belgas Robert Van Eenaeme, Rik Van Looy, Eddy Merckx y Tom Boonen con el italiano Mario Cipollini.
La única victoria española ha sido la de Óscar Freire en la edición de 2008. Las otras presencias españolas en el podio son el segundo puesto de Juan Antonio Flecha en el edición de 2005 y el tercer puesto de Óscar Freire en 2007.
El Tour de Flandes es el segundo Monumento de la temporada  y una de las carreras más espectaculares del año en la zona norte de Bélgica. Considerada como la gran fiesta del ciclismo de la región de Flandes, único lugar del mundo donde el ciclismo es religión, el deporte rey por encima incluso del futbol. Sus campeones son tratados como héroes. Cuenta con tramos de pavé intercalados entre cortos y durísimos muros con rampas de hasta el 15%. Muchas de estas cotas son adoquinadas, lo que aumenta la dificultad a la hora de subirlas. Siempre es una carrera que supera los 250 kilómetros, apta para ciclistas potentes que les permitan superar a base de explosividad las tradicionales cotas que salpican el recorrido. Conocidas y difíciles son: Taaienberg, Eikenberg, Molenberg, Kruisberg, el temido Koppenberg, Oude Kwaremont y Paterberg. Teniendo que lamentar en estas últimas ediciones la supresión del mítico Kapelmuur y el Muro de La Capilla.
Tramo adoquinado cerca de Lille, que
ofrece una visión sobre la dureza de la
París-Roubaix.
La primera edición tuvo lugar en 1913 siendo el ganador Paul Deman. El record de victorias lo comparten los belgas Achille Buyse, Eric Leman, Johan Museew y Ton Boonen con el italiano, apodado “El León de Flandes” Fiorenzo Magni, con tres ediciones cada uno. A los que hoy mismo se les unió el suizo Fabian Cancellara que gracia a su potencia, más que a su velocidad vencía por tercera vez igualando el record de los ciclistas anteriormente mencionados.
De los españoles, solo Juan Antonio Flecha, subió al tercer peldaño del podio en 2008.
La Parí-Roubaix, denominada como el Infierno del Norte por su extrema dureza la hace única. Es el último reducto de un ciclismo salvaje y en vías de extinción. La lucha por la supervivencia adaptada a nuestro deporte favorito. Solo apto para ciclistas duros física y psicológicamente, que aguantan el continuo castigo al que es sometido su organismo en los largos y continuos tramos de pavé. Como ya comente anteriormente hay otras carreras que pasan también por tramos adoquinados. Pero ninguno está en tan precario estado como este pavé del Infierno del Norte. Este detalle, unido a que son siempre alrededor de 50 kilómetros los transitados por esta superficie en los casi 260 kilómetros totales de que suele constar; y que al ser en llano las velocidades que se alcanzan son mayores, con lo que el traqueteo de la bici y el castigo de riñones y todo el cuerpo es mucho mayor, haciendo que esta sea la carrera ciclista de un día más dura, exigente y espectacular de toda la temporada ciclista.
En los 150 últimos kilómetros se encuentran los 30 tramos de pavé que tienen una longitud variable, superando los más largos los 3 kilómetros. Según la dificultad, la distancia y el estado en que se encuentren los adoquines en los diferentes tramos, la organización los califica por Estrellas en vez de Categorías. Los de 1 Estrella son los más sencillos y los de 5 los más duros y complicados. Los tramos 5 Estrellas  exigentes y conocidos son: el terrorífico Bosque de Arenberg, el Mons en Pévéle y el Carrefour de l´Arbre. A mayores de todas esas dificultades hay que añadir la estrechez de los tramos pavimentados y adoquinados, los barrizales cuando llueve o el polvo cuando el clima es seco y el público enfervorizado, que todos los años causan numerosas caídas y tapones en la calzada que los ciclistas tienen que sortear como buenamente pueden.
Josef Fischer, ganador de la
primera edición de la
Parí-Roubaix.
Otra de las características de esta París-Roubaix es que siempre, a excepción de las ediciones de los años 80, finaliza en el velódromo de Roubaix, al que los ciclistas tienen que dar vuelta y media para superar la línea de meta. El trofeo al vencedor es muy diferente a las habituales copas: aquí se le entrega al vencedor un pesado adoquín, que es levantado con orgullo por el campeón.
Este Monumento es una de las carreras más antiguas que aún sobreviven en el calendario internacional. Se disputó por primera vez en 1896 con el nombre de La Pascale, por disputarse siempre el domingo de Pascua. Su primer campeón fue Josef Fischer. El conocido “Gitano” o “Monsieur París-Roubaix”, Roger De Vlaeminck, comparte el record de victorias con su compatriota Tom Boone, con 4 ediciones ganadas cada uno.
En toda su historia, solo dos españoles subieron al podio, Miguel Poblet segundo en 1958 y tercero en 1960. Cuarenta y cinco años después seria Juan Antonio Flecha el que ocuparía ese tercer peldaño del podio en la edición de 2005 y 2010. En 2007 había sido segundo.

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