Se está acabando el año 2017 y llega el turno de los análisis, los resúmenes y las conclusiones. La temporada nos ha dejado momentos de mucha emoción, tanto en Grandes Vueltas como en las Clásicas. Cada metro, cada pedalada de sufrimiento ha llenado los corazones de miles y miles de aficionados que, agradecidos, se han postrado en las cunetas o se han sentado delante de sus televisores para animar a sus ídolos.
Los grandes campeones de este 2017, han sido, sin duda, Tom Dumoulin, ganador del Giro de Italia, Chris Froome vencedor del Tour de Francia y Vuelta a España, y Peter Sagan Campeón del Mundo. Además, hombres como Michal Kwiatkowski que se adjudico la Milán-San Remo, Greg Van Avermaet que en el sprint final de tres ciclistas se llevo las victorias en la E3 Vlaanderen-Harelbeke, lo mismo que en la París-Roubaix y en la Gante-Wevelgen, o Philippe Gilbert que tras atacar en el Viejo Quaremont se fue solo para llevarse el Tour de Flandes, lo mismo de imperial estuvo para conquistar la Amstel Gold Race, otro tanto se puede decir de Sonny Colbrelli que se llevo la Flecha Bravanzona, o Alejandro Valverde ganador de la Flecha Valona y de la Lieja-Bastogne-Lieja y Vincenzo Nibali que se impuso en Lombardia, todos ellos han sido los triunfadores en la época de clásicas esta temporada.
En este 2017 hemos vivido
duras batallas por las etapas y por las generales. No hay más que recordar la
apasionante lucha y el sinfín de hechos que nos han hecho disfrutar, a
profesionales y aficionados, de una gran temporada ciclista.
Comenzare con el Giro de
Italia donde a priori, a tenor del perfil de las etapas, todo parecía indicar
que Nairo Quintana era el máximo favorito para la victoria final, pero la mayor
regularidad y el gran compromiso de Tom Dumoulin en la montaña han sido claves
para que acabase con la mala suerte que le acompañaba en las grandes, pero los
pronósticos no se cumplieron y por fin Tom Dumoulin logra su primer gran
triunfo después de que en el último suspiro se le escapara la Vuelta de 2015. Tom
Dumoulin después de la penúltima etapa, tenía que remontar 53 segundos a Nairo
Quintana para coronarse en Milán. Una remontada, que dadas las mejores
prestaciones del holandés en la lucha contra el crono y el perfil de los 29,3
kilómetros totalmente llanos, lo daban como el favorito nº 1. Pero esta era una
contrarreloj diferente, marcada por las 20 etapas previas y el castigo
acumulado en las piernas de los ciclistas. Nada más tomar la salida ya se vio que
era el que mejor iba exprimiendo la
aerodinámica de su bici. Suyo fue el mejor tiempo entre los gallos, tanto en
los intermedios como al final. No gano la etapa, como hubiese deseado pero si
la general de la 100ª edición del Giro de Italia. A partir de ahora con su
primera grande en el bolsillo se abre una nueva página en blanco en el libro
del “Mariposa de Mastricht”.
Tras el Giro de Italia, el
mes de julio en el calendario ciclista está reservado para el Tour de Francia.
Son tres semanas de dura competición con los mejores rivales del pelotón
internacional, donde lo que importa es ser el líder al final.
Chris Froome llegaba con
dudas, no había demostrado su superioridad como en otras temporadas y varios de
sus rivales le habían superado en competiciones previas.
El capo del Sky se presentó
en Düsseldorf con cero triunfos en su casillero, estuvo lejos en carreras
importantes algo que en los últimos años no había pasado y que para sus rivales
por razones obvias no pasaba desapercibido. Otros años tampoco había estado
brillante, pero contaba sobradamente con triunfos importantes, tanto finales
como parciales.
Ahora bien, Froome había
ganado tres veces el Tours, es un ciclista que en julio cuando pone su
bicicleta sobre el asfalto es bravo, valiente y que desprende coraje. Si no
está al 100%, pone el porcentaje que le reste hasta quedarse exiguo en la
voluntad.
A Chris Frooome se le ha achacado
demasiadas veces de hacer un ciclismo mecánico, demasiado pendiente del aparato
que lleva sobre el manillar de su bici y que le mide los vatios. Un
potenciómetro que al vestirse de amarillo le hace olvidarse de toda sensación
para pedalear a base de números. He ahí el gran contraste y la paradoja, porque
de repente suelta las dotes de un ciclista bestial, que devora los retos que
tiene por delante. Su hambre es honra para el ciclismo. Decían de él que no
sabía bajar, y el año pasado dio una estocada tremenda en el primer gran
descenso del Tour; también decían que las contrarrelojes le facilitaban la
victoria, no olvidemos que gano un Tour con menos de 15 kilómetros contra el crono.
Un año más tiene a su favor, todo
un tren que le acompaña por estas carreteras francesas en ese mes de julio. Un equipo potentísimo al
que apenas se le puede hacer frente. Sólo estrategias de morir matando podrían
desmantelar y desnudar al británico nació en Kenia para luchar cuerpo a cuerpo
y después que tengan piernas. El equipazo de jefes de fila hechos gregarios con
el que se arropó Froome fue una garantía absoluta que hicieron minimizar
pérdidas cuando flaqueo. Pero sobre todo, Chris impuso un respeto que metió
dudas a la hora de que algún valiente intentase atacar.
Chris Froome, el líder del
todopoderoso Sky, ha sumado en los Campos Elíseos su cuarta victoria
definitiva, la tercera consecutiva. La alegría por este nuevo hito será igual o
incluso superior a las de 2013, 2015, y 2016 pero las diferencias y la
autoridad fueron sustancialmente inferiores.
A este Froome del Tour 2017,
no le hemos visto levantar los brazos ni machacar la moral de sus rivales.
Aunque ha sido siempre favorito, hasta el último día no ha podido distanciar a sus perseguidores más allá del
medio minuto. En la foto final estuvo acompañado por Rigoberto Urán, a 54 segundos,
y por Romain Bardet, a 2´20”.
Finalizado el Tour y sabedor
de que ya nadie le arrebataría su cuarto maillot amarillo, Froome decía: “Este ha sido mi Tour de Francia más
ajustado, la lucha más dura entre los corredores de la clasificación general.
No pensé que se llegaría así a la contrarreloj de Marsella, pero así
ha sido y había un poco de presión, pero para mí es siempre bueno sentir la
presión”.
Lo que sí ha hecho como
nadie es sobreponerse a las polémicas, como
la del Vortex, a las caídas, como la de Richie Porte, o a la debilidad
en la montaña. A pesar de todo eso nadie duda de su justa cuarta victoria.
Ahora ya solo queda pensar
si será capaz de ganar un quinto Tour e igualar a Anquetil, Merckx, Hinault e
Indurain; o se quedara como único en la historia que gana cuatro ediciones.
En 2018 vendrá con todo y
dispuesto a ganar, pero enfrente tendrá una legión de aspirantes que ya no le
tienen miedo.
Menos de un mes después volvimos
ver a Chris Froome en la Vuelta a España 2017. La Vuelta que homenajeo y donde Alberto
Contador dio sus últimas pedaladas como ciclista profesional
Chris Frooome por fin ganó en
Madrid en su sexta participación la carrera que ansiaba tener. El británico
entraba a formar parte de las grandes estrellas del firmamento deportivo
mundial. El líder del Sky, ganador del último Tour de Francia, subía al escalón
más alto del podio de la Vuelta y alzaba los brazos ante los miles de
aficionados que se acercaron a la Plaza de Cibeles para arropar al pelotón de
la Vuelta, que llegó a la capital española después de tres semanas de intensa
competición y memorable edición de Nimes a Madrid.
Al lado de Froome, completaron la
foto en lo más alto de la clasificación general final Vincenzo Nibali e Ilnur
Zakarin.
Un año inolvidable para el
británico al ganar Tour y Vuelta. El líder de esta Vuelta consiguió un objetivo
marcado y hasta en tres ocasiones subió al podio: primero para vestirse con el
maillot rojo y posteriormente por el blanco de la combinada y el verde de los
puntos.
El otro protagonista fue Alberto
Contador, que se despidió del ciclismo profesional arropado por un público que
le manifestó su cariño y agradecimiento
por años de emoción y épica. El madrileño consiguió una histórica victoria en
el Angliru y acabó cuarto en la general, siendo el ciclista que más ha animado
la carrera y así se lo ha hecho ver el público que le ha brindado una gran
despedida en un paseo triunfal por Madrid.
Una de las últimas carreras
del calendario mundial de ciclismo es el Campeonato del Mundo de fondo en
carretera.
Podría decir que la victoria de Peter Sagan tuvo poco
brillo en este Mundial celebrado en Bergen. De hecho ni reconoció el circuito
en los días previo, ni hizo que su selección trabajara fuerte y ni tan siquiera
le pegó el aire en la cara hasta el sprint final. Pero la gloria, la historia y
el 99,9% de aficionados al ciclismo le recordaremos por el qué y no por el
cómo. Como las muchas que aún le quedan por conquistar.
Peter Sagan, es el único en la
historia que logra tres arcoíris consecutivos. Este año se impuso en un
ajustadísimo sprit final al noruego Alexander Kristoff proclamándose Campeón
del mundo de fondo en carretera, un hito que ningún otro ciclista había logrado
en toda la historia.
En Bergen apeló a la astucia y a
la ingenuidad de sus rivales para culminar victorioso su desafío y revalorizar
su valiosa imagen de marca con la conquista de una hazaña inédita en los anales
del ciclismo.
Llegó para
divertirse, no vio el recorrido del circuito pero venció.
En este resumen de fin de temporada también quiero destacar
el surgimiento de nuevas promesas que, poco a poco, se van afianzando como
nuevos candidatos a los triunfos.
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