domingo, 15 de xullo de 2018

RESUMEN DE LA PRIMERA SEMANA DEL TOUR DE FRANCIA

Hoy hace nueve días, que 176 ciclistas iniciaron la aventura del Tour de Francia, esa carrera enorme y bella que cada mes de julio cruza Francia de punta a punta y cambia el ritmo vital de millones de aficionados de todo el mundo.

El más importante evento deportivo iniciaba su aventura entre cunetas abarrotadas como corresponde  a una Francia ociosa y vacacional y bajo la atenta  vigilancia de un Sky que, sin maillot amarillo todavía entregado a ciclista alguno, ejercía como si Chris Froome, su controvertido  dorsal número 1, vistiese la codiciada prenda.
Pero el Tour es el Tour y ni los más experimentados se libraron en esta primera etapa de la mala suerte que acecha tras cada curva. Primero fue Froome el que, salió volando para aterrizar en la cuneta y poco después, era Nairo Quintana el que, debido a un pinchazo, perdía contacto con el grupo principal que hizo que se viviesen momentos de muchísimos nervios que, eso sí, no afectaron en absoluto a un Quick Step organizadísimo que lanzo de forma inmejorable a un Fernando Gaviria que supo mantener a raya a Peter Sagan para llevarse el triunfo y el liderato en el día de su debut en la Gran Boucle.
En la segunda etapa se demostró que la polémica reducción del pelotón desde esta temporada no evitaría las caídas. Si en la primera etapa vimos al ilustre Froome dar con sus huesos en la calzada, en la segunda, lamentablemente para el ciclismo español la desgracia se cebo con Luis León Sánchez y quizás con el escarabajo colombiano Gaviria que perdió su maillot amarillo por otra montonera en una curva dentro de la zona de seguridad de los tres kilómetros finales. Da igual 198 que 176 cuando las velocidades son altas, las fuerzas están intactas, la tensión es máxima, la carretera se estrecha a base de rotondas o las carreteras comarcales están plagadas de curvas y contra curvas. La prueba es clara. Dos etapas fueron suficientes para echar abajo la teoría de la seguridad por ser menos corredores.
Y como suele pasar en estos casos, el eslovaco Peter Sagan siempre suele ser el más listo. Por eso tras la segunda etapa salió como el nuevo líder del Tour de Francia después de habérsela ganado a un selecto grupo donde Colbrelli intento lo imposible y donde Alejandro Valverde firmaba su primer Top 10 parcial.
En la contrarreloj del lunes el BMC volvía a ser el mejor en la disciplina más exigente del ciclismo profesional por la agonía extrema desde el primero al último metro.
Tras esta victoria Greg Van Avermaet se vestia de amarillo, siendo así el tercer líder en tres días de competición.
El Sky de Froome, el Quick Step de Jungels, el Michelton de Adam Yates y el Sunweb de Dumoulin no se quedaron lejos, ya que los cinco terminaron en apenas 11 segundos. El Movistar con sus tres gallos acabo décimo a 53 segundos, lo que les alejaba un poco más del tan ansiado maillot amarillo. Pero esto acababa de empezar, por lo que todavía quedaba una buena rista de aventuras y cambios de todo tipo.
En la cuarta etapa disputada el martes, tocaba cierta relajación como era normal, solo al final de esta monótona etapa el pelotón aceleró como es norma y fue cuando el Quick Step Floors asumió la caza en primera persona y todos sus hombres se pusieron a tirar como locomotoras desenfrenadas cuando faltaba 20 kilómetros para la línea de meta, pero la carretera estrecha  y traicionera no ayudaba a que el Quick Step recibiera mucha ayuda por parte de otros equipos.
Con los miles de aficionados que se agolpaban en las cunetas impidiendo ver la distancia de los escapados que aun mantenían 25 segundos de ventaja, en el pelotón se producía el susto del día. Caida en la parte delantera del pelotón y enorme montonera. El recuento de daños dan un rápido parte: Mikel Landa, cortado. Rigoberto Uran, cortado. Ilnur Zakarin, cortado. A causa de ese desconcierto hay un pequeño parón que enseguida hace reaccionar al Sky, sabedor de que podían hacer daño a Urán y al resto, pero el escarabajo colombiano y el vasco pudieron contactar de nuevo sin excesivos problemas.. No así el ruso, que ha sido el más damnificado, en cuanto a los favoritos.
Neutralizada la fuga a falta de sólo un kilómetro para el final, era el momento de lanzar el sprint. De nuevo Sagan agazapado a la rueda de Gaviria. Greipel, por su cuenta, trataba de sorprender, pero el escarabajo incluso sin su mejor lanzador, volvió a demostrar que ha llegado a este Tour para reivindicarse como el sprinter dominante de esta nueva generación sumando así su segundo triunfo en esta edición. Hoy el maillot amarillo no cambiaba de manos y Grag Van Avermaet del BMC seguiría siendo su dueño.
La 5ª etapa del miércoles era más quebrada que las anteriores y con un desenlace tenso y nervioso que debido al último kilómetro final con casi un 5% de desnivel dejó fuera a los velocistas.
Para los que tenían dudas sobre las prestaciones de Peter Sagan, el eslovaco las disipó ya antes cuando su equipo el Bora se dedicó a abortar la fuga y cuando el maillot verde remató con su habitual calidad en la rampa final, firmando de esta forma su segunda victoria en el Tour 2018, la décima en sus participaciones en la gran ronda francesa y la 111ª de su carrera profesional. El tricampeón del mundo en la empinada llegada de Quimper dejaba atrás a Colbrelli y a Gilbert. Valverde quiso pero no pudo.
La 6ª etapa de este Tour de Francia nos regalaba la siempre bonita llegada al Mür de Bretagne, uno de esos puntos que no deciden una carrera de tres semanas, pero que si permite sacar unas primeras conclusiones que, en realidad, no son más que eso: impresiones tempraneras.
La primera semana del Tour siempre guarda trampas, sustos y a veces esos sustos lo provocan cosas absolutamente incontrolables, como por ejemplo el viento que cuando sopla de costado y con los equipos metidos en carrera como el Quick Step, con la inestimable ayuda del BMC del líder y los Sky de Froome pueden provocar momentos tremendamente tensos y más faltando cien kilómetros a meta. Nada más que el viento lateral lo permitió aparecieron los abanicos en los que varios gallos de la general, entre ellos Nairo y Landa se vieron cortados y obligados a un inoportuno calentón extra para conectar.
Pero, las trampas están donde uno menos se lo espera y eso lo vivió en primera persona Jakob Fuglsang, que tuvo una avería a poco más de 20 kilómetros de meta viéndose obligado a parar a todo el Astana en un desesperado intento por reintegrarse al pelotón. Lo consiguió, no sin un más que llamativo tras coche de todo el equipo, justo en el momento en el que el grupo principal afrontaba las primeras rampas del Mür de Bretagne.
Mientras los favoritos se miraban de reojo, Gaviria era de los primeros ilustres en verse incapaz de seguir el ritmo del pelotón. Entre los gallos no era el momento de atacarse, pero sí de ver con que carita subía cada cual para lo que pudiese venir después. En este primer paso nadie quiso moverse.
A falta de 6 kilómetros y con las espadas en alto, la carrera sufrió otro sobresalto con los pinchazos de Tom Dumoulin t Romain Bardet. El francés se pudo rehacer rápidamente, aunque perdió 26 segundos en meta, pero Dumoulin, que tiene que ser uno de los mayores peligros para Froome, se vio peleando, junto a todo su equipo, contra la locomotora del Sky, que leyó la carrera muy rápidamente colocando a todos sus hombres al frente para tratar de sacarle el mayor tiempo posible. Al final, fue de 48 segundos.
Estos ataques desataron de forma definitiva la pelea por la etapa y Dan Martin, pletórico, midió muy bien sus esfuerzos y se alzó con un triunfo sorprendente ante todos los teóricos favoritos, entre ellos Valverde que terminó tercero, volviendo a mostrarse realmente en forma.
La 7ª etapa del Tour disputada el viernes era la más larga de esta edición por lo que apenas hubo interés y donde los protagonistas del gallinero se dieron un descanso competitivo a la espera de etapas más propicias para dar el golpe definitivo. Solo a falta de los 3 kilómetros finales y dentro de la zona de seguridad fue cuando ese pelotón tranquilo que rozo la pasividad despertó de su letargo y que sirvió para que Groenewegen se apuntase  a la lista de esa nueva generación de jóvenes velocistas.
Dylan Groenewegen que supero  a los mejores hasta ahora en los sprints, Fernando Gaviria y Peter Sagan y el resto nada pudieron hacer ante la potencia de este corredor de 25 años, ya tiene en su palmarés dos etapas del Tour y diez en esta temporada.
La llegada masiva de la etapa de ayer sirvió para que Groenewegen firmase su primer doblete consecutivo en el Tour de Francia al ser el más rápido en la 8ª etapa superando  de nuevo con soltura a Greipel y a Gaviria antes de ser desclasificados por maniobres irregulares.  
Hoy Greg Van Avermaet salió nuevamente de líder en la etapa con final en Roubaix. Una etapa que algunos auguraban como que sería un infierno, otros temían por los tramos adoquinados y muy pocos ansiaban en una etapa del Tour de Francia. Pero el Tour se corre en Francia y allí los adoquines son parte indisoluble del ciclismo. El ganador del Tour tiene que ser el más regular en todos los terrenos y ahí entran las piedras de los campos agrícolas tan venerados y respetados. El pavés es estrés, tensión, destreza, suerte, polvo, tubulares pinchados, llantas reventadas, curvas traicioneras, cuerpos magullados, rostros llenos de tierra, maillots rasgados, corazones al borde de la taquicardia, ilusiones frustradas y lágrimas incontenibles. El pavés atemoriza, esconde una amenaza en cada pedrusco, pero también premia a los buenos equipos, como le ha ocurrido a Movistar. Más allá de la desgracia de Rojas, el equipo español, de los más críticos del pelotón con el recorrido, completó una etapa de sobresaliente. Valverde, Quintana y Landa encontraron siempre el arrope de Erviti, Amador y Bennatti, tres gregarios que valen su peso en oro. Asistieron a cada líder como era necesario y cuando era necesario y en el tramo final propiciaron que Mikel Landa perdiera sólo siete segundos tras caerse a falta de 32 kilómetros para la meta.
Hoy el pavés fue una tortura y a su vez condescendiente con la mayoría de favoritos, sólo se cobraron una pieza mayor, Rigoberto Urán, víctima de una caída y un pinchazo casi consecutivos a 29 kilómetros de meta. Su equipo, trabajó a destajo para minimizar daños, pero el colombiano se acabó dejando minuto y medio en meta con los favoritos.
Y como no, el pavés también fue felicidad. Conmovían las lágrimas de John Degenkolb, ganador al fin en el Tour tras cinco ediciones disputadas. Lloraba como un crío pequeño, manchado de polvo y sudor, tras superar en meta al aún líder Van Avermaet y a Lampaert, con los que se escapó a falta de 16 kilómetros.
Mañana primer día de descanso activo, el martes empieza otra carrera.

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