luns, 25 de xullo de 2016

ANÁLISIS FINAL DEL TOUR DE FRANCIA 2016

Terminó un Tour de Francia que aburrió, no emocionó y donde los gallos no pelearon como se esperaba de ellos.
Terminó un Tour que premia por tercera vez, a un Chris Froome que, una vez más, apoyándose en el rodillo que sólo su equipo es capaz de desplegar de manera magistral en esta carrera lo llevaron en bandeja al privilegiado sillón de los más alto del podio de los Campos Elíseos de París. Un Sky que supo imponer su ley, pero que tampoco vio a ninguno de sus rivales, salvo el Astana y sus locuras, intentando hacer algo distinto para poner en entredicho ese dominio.
¿Alguien sabe a que jugó el Movistar de Nairo Quintana?, ¿Qué táctica utilizaron?. Nairo desde el comienzo del Tour se dedico a ser el perrito faldero de Chris Froome, un ciclista que pretende ganar el Tour no puede ser pasivo como lo fue Nairo. En ciclismo a veces hay que arriesgar aunque luego toque perder, si no se arriesga no se gana.
Arriesgar fue lo que hizo Froome en la 8ª etapa, tras pasar la línea del premio de la montaña del Peyresourde se puso en cabeza acelerando al máximo, mientras Nairo cogía un bidón para beber un trago y refrescarse. En esa acción, Froome cogió diez metros, Nairo arroja el botellín lleno contra el asfalto pero ya el inglés le saca quince y más tarde cien. Para cuando Alejandro Valverde llego para poner orden ya no había rebufo que coger. Chris bajaba lanzado, tomando ventaja, sentado sobre la barra de su bici y aún así pedaleando en una postura imposible.
Ganó la etapa y se vistió de amarillo, dejando a todos sus rivales estupefactos y sorprendidos por ese ataque inesperado, pero posiblemente muy estudiado.
El nuevo líder de Tour, demostraba estar en su máximo esplendor. Ahora no solo contrarrelojea y sube. También baja como una centella.
En la 12ª etapa, los que creíamos que lo habíamos visto todo en el ciclismo, descubrimos que no; que todavía nos faltaba por ver algo más. Nos faltaba ver al líder del Tour, corriendo cuesta arriba durante más de 100 metros ante el estupor de los aficionados que no sabían cómo reaccionar. Tras romper su bici en la caída provocada nuevamente por una moto de la Televisión, vimos a Froome como si fuese un boxeador sonado tras recibir un golpe brutal, desorientado, desconcertado, como si no supiera que hacer.
Fue una situación inesperada. En ningún caso un ciclista abandona su bicicleta y se va a pie hacia la meta. Chris Froome siempre sorprende, y lo hizo, aunque los jueces decidieron finalmente borrar lo que sucedió en un escenario caótico.
Desde el despacho de la oficina permanente los jueces tomaban una decisión excepcional ante un incidente excepcional.
El escarabajo Quintana volvía a perder comba después del ataque furioso del líder, respaldado por Richie Porte y Bauke Mollema, los tres protagonistas del incidente, engullidos por el gentío que desbordaba las cunetas.
La primera contrarreloj de este Tour estuvo teñida por el trágico suceso acaecido la noche anterior en Niza. Todos los equipos y ciclistas que disputan esta edición del Tour mostraron su condena por los hechos y se solidarizaron con las víctimas.
Todos cumplieron con su obligación, banderas a media asta, ánimos decaídos, pero salieron a recorrer los 37,5 kilómetros de la contrarreloj. Las cunetas como cada día, estaban llenas de aficionados aplaudiendo a los ciclistas, nadie había desertado, como si no hubiera sucedido nada.
La única mala noticia fue para Nairo, Froome ya estaba a tres minutos.
Después de la 15ª etapa, que presentaba un recorrido con seis puertos apta para intentar poner en apuros al maillot amarillo. Chris Froome declaraba que le sorprendía que no hubiese más ataques de sus rivales.
Otra oportunidad perdida, pero la mayoría de los ciclistas ya se conformaban con mantener su puesto en la general.
Faltaban cuatro días y nadie alteraba ni el orden ni al líder. Únicamente un tumulto, una moto parada y una bicicleta rota en el Mont Ventoux, sacaron de sus casillas a Chris Froome.
Al aficionado medio nos entusiasma más una etapa clásica de los Pirineos o de los Alpes que una cronoescalada, salvo que te lleves tu caravana y se plante un Campeón del Mundo como Peter Sagan en la puerta de tu casa rodante pidiéndote permiso para usar el baño.
Seguir una contrarreloj por televisión para escuchar que Chris Froome lleva mala cadencia con su plato ovalado y que no es buena señal que le caigan chorros de sudor por la cara, es como cuando los electores engañan a los encuestadores. Las caras de los ciclistas no siempre son el espejo del alma o de la concentración de lactatos en la sangre. Por eso mirar la televisión para ver una contrarreloj y fijarse en los gestos de los contendientes suele ser un ejercicio baldío.
La mala cadencia, los chorros de sudor, esos brazos escuálidos y esas piernas que parecen mal alineadas para montar en bicicleta fueron de menos a más, para remontar en cada kilómetro y ganar la etapa, dejando sentenciado el Tour con otro golpe moral a sus rivales. Con la naturalidad de los campeones, sin ferocidad, sólo haciendo bien su trabajo alejo aún más a sus rivales, aunque quedaban dos etapas durísimas.
En la 19ª etapa, la lluvia hizo acto de presencia, pedalear bajo la lluvia y con la calzada mojada no es para tomarse riesgos, pero Froome los tomó y en una curva mal trazada, también descubrió la dureza del asfalto, arrastrando a Vincenzo Nibali, que había realizado una encomiable labor de gregario para Fabio Aru. Es que a veces los líderes se creen dioses, por encima del bien y del mal.
Iba el británico por delante de todos sus compañeros de equipo en vez de resguardarse detrás. Su osadía tubo una ventaja: pudo elegir entre cuatro bicicletas que inmediatamente se pusieron a sus órdenes. Cuando montaba, otros dos compañeros que llegaban, pudieron tirar de él al instante.
Iba incómodo en aquella bicicleta, pero tardo muy poco en llegar al grupo.
No era su día. Le dolía el cuerpo, le dolía la moral, le dolía la bici, por eso en la ascensión a Le Bettex, en las faldas del Mont Blanc, rodo a su manera. Poniendo a su equipo en cabeza para ralentizar la marcha y frenar a Aru, Nairo y Porte, que pretendían sacar réditos, al tiempo que beneficiaban a Adam Yates, que hacia la goma.
A pesar de perder unos segundos con Nairo, Froome salió bien parado.
La Joux Plaine, un monumento del Tour, sirvió sólo para alivio de Froome y gloria de Jon Izaguirre.
Todos hicieron lo que pudieron, pero sólo uno sonrió en meta con una mueca tímida, sin prepotencia y que se llama Chris Froome. El británico nunca se ha creído mejor que los demás, aunque lo sea.
Confeso al atravesar la línea de meta en Morzine que se deshizo de todo el estrés de las tres semanas de carrera, que le embarga la emoción y que no es nada sin sus compañeros de equipo, que disputo veinte etapas a bloque, hasta ganar.
Los demás pueden decir lo mismo. Todos lo dieron todo, pero no les rentó como a Chris Froome, que en la última etapa de los Alpes cabalgó cómodo hasta Morzine. Las fuerzas estaban muy justas. Romain Bardet conservó su silla en el segundo escalón del podio; como Nairo Quintana el tercer podio en tres participaciones.
Desde hace años la general es aburrida porque ahora los líderes no compiten por las etapas.
Terminó este Tour de Francia 2016  dejándonos tres imágenes inolvidables: Froome bajando el Perysourde, Froome corriendo en el Mont Ventoux y Froome Campeón.
Si queremos seguir gozando con el ciclismo, tendremos que visualizar videos pasados porque este Tour de Francia ha sido de lo más aburrido.

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