domingo, 17 de xullo de 2016

NO MERECE LA PENA PERDERSE LA SIESTA POR VER EL TOUR

La carrera sin bici de Chris Froome por las rampas del Mont Ventoux
Inedito, rocambolesco, surrealista, cada cual que le ponga el adjetivo que quiera a este Tour de Francia 2016.  
Ya hace tiempo que los acontecimientos que suceden en el Tour le superan: Atropellos de ciclistas por coches de la organización, autobuses que se quedan atrapados en la línea de meta, choque de motos de asistencia o televisión, pancartas de último kilometro que se caen sobre los ciclistas, etc, etc.
Ante estos despropósitos en la carrera más importante del panorama internacional, los ciclistas no hacen más que quejarse por los problemas de seguridad que sufren, el Tour no hace otra cosa que darles la razón, pero sin poner ningún medio para que nada de esto se repita.
Cosa que estamos viendo que si se repite. No me quiero imaginar lo que pasaría si todo esto ocurriese en la Vuelta a España, ¿alguien se lo imagina?. Nos crucificarían, veríamos a la prensa de medio mundo encima de la organización, a los ciclistas haciendo parones en mitad de la etapa, a los directores de los equipos reclamando sin parar, etc, etc.
Pero, sea lo que sea el Tour es el Tour, y hace y deshace lo que le da la gana.
Sin ninguna duda este Tour será recordado por la carrera pedestre de Chris Froome y por las decisiones justas o injustas de la Des-organización.
Richie Porte, Bauke Mollema y Chris Froome, por los suelos.
Pero ciñéndonos en lo deportivo, después de dos semanas de competición el Tour llegaba hoy a los Alpes, aunque era una etapa de grandes puertos con el Grand Colombier por medio, la meta no finalizaba en alto.
La transición Pirineos-Alpes, dejando a un lado lo ocurrido en el Ventoux ha sido más que favorable a Chris Froome. Tanto en la crono, como en la etapa de Montpellier, el británico ha ido ganando segundos hasta situarse con una ventaja de casi dos minutos sobre Bauke Mollema, 2,45 sobre Adam Yates y 2,59 sobre Nairo Quintana.
La etapa de hoy era un continuo sube y baja que prometía grandes cosas entre los primeros de la clasificación general, pero la apisonadora maquina del Sky aplastó la única y efímera tentativa del día. A falta de la última semana, ya nadie tiene fuerzas. El propio Froome declaraba a la llegada a meta que le extrañaba que no hubiese más ataques de sus rivales. Tanto se debió de aburrir durante la etapa de hoy que incluso amagó con un ataque, pero al momento se freno. No necesita de esos alardes.
Nairo Quintana este año está a años luz de Froome, que aunque no está súper ni mucho menos (él lo sabe y por eso hace lo que hace).
Hoy por hoy, Nairo Quintana para vencer a Froome y a su equipo, tenía el Movistar que tirar a muerte desde el principio de la etapa para hacer trabajar al Sky como perros, para cuando llegase el siguiente puerto Froome solo contase con dos hombres en vez de con ocho, evitando al mismo tiempo que valla en carroza y entre algodones.
Chris Froome tampoco ha querido perderse el último encierro de
San Fermin
¿Qué te llevas a una docena o dos a tu rueda?. Qué más da, si tu carrera es otra, lo que se necesita es hacer currar al Sky.
¿Qué te van a coger igual?. Da lo mismo, te cazaran después de que curren un buen rato y se peguen un buen calentón.
Pero no, la táctica que está empleando el Movistar es pegarse con el resto de la escapada a ver quién tira, para después parar a Valverde y pasarse el resto de la etapa a rueda de los 9 del Sky.
Y claro, se llega al último puerto con Froome en sofá, hablando tranquilamente por el pinganillo y hasta si le apetece fumándose un puro.
¿Es necesario dejar de dormir la siesta para ver estas etapas del Tour?. No me queda más remedio que resignarme y limitarme a ver si ocurre algo en el último puerto. Pero no puede ocurrir nada, porque Nairo se pasa a rueda toda la subida.
Según radio Macuto, atacaran a la Armada Invencible inglesa la última semana cuando tengan el segundo puesto del Tour asegurado y Nairo no tenga tanto miedo a que se lo quiten.

Que no señores, el Tour de Francia dura tres semanas y se empieza a ganar o a perder desde el primer día.

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