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Hoy arrancó la 75ª edición de la París-Niza, donde Alejandro Valverde tenía previsto regresar cinco años después de su última participación, con un triunfo de etapa y el tercer puesto en la general. Llegaba con opciones de pelear por su 101 victoria.
Pero ya hace unos días que el ciclista del Movistar anunciaba que no podría estar en esta carrera debido a que sufre un proceso febril. “Siento confirmar que no podré estar en la París-Niza por enfermedad. Toca recuperar y preparar próximos retos”, así lo confirmaba en su cuenta de Twitter.
Alejandro Valverde en esta misma temporada ya entró en el selecto club de ciclistas con cien victorias en la máxima categoría. Entre estos ciclistas que continúan en activo están: el alemán André Greipel, el belga Tom Boonen y el británico Mark Cavendish.
Todos ellos son grandísimos corredores, pero son sprinters que logran muchísimas victorias al año en las llegadas. Para Valverde, estar ahí con ellos en ese grupo siendo el tipo de corredor que es,  que aunque es rápido no es velocista, le motiva para seguir intentando batir récords que le permitan agrandar su palmarés.
Tras el triunfo en Andalucía, Valverde es el segundo ciclista español que alcanza las cien victorias. Txomin Perurena (158) superó esa cifra en la década de los 60 y 70. Pero los triunfos del polivalente corredor del Movistar son más valiosos. Mientras que el vasco brilló, principalmente, en etapas de carreras del  calendario español, el “Bala” se ha exhibido en prestigiosas pruebas internacionales.
En quince años como profesional ostenta el récord de podios en los Mundiales (6), de victorias en la Flecha Valona (4), en las Vueltas a Murcia y Andalucía (5), en la Lieja-Bastoña-Lieja (3), en la Dauphiné Libéré (2) además de victorias parciales en las tres grandes y la general de la Vuelta.

A sus 36 años tras conseguir cosas importantes, estar consolidado en el ciclismo y en su vida personal, le permite competir tranquilo y con ansias de agrandar su palmarés y la de su equipo, pero sobre todo, lo que más le importa es hacer disfrutar a los aficionados.
A pesar de lograr las cien victorias, Alejandro Valverde nos sorprende al mencionar que un segundo puesto es el momento que más ilusión le hizo. “Siempre he dicho que la medalla que quizás me hizo más ilusión fue precisamente una que no fue victoria, pero que para mí supuso una ilusión impresionante. Fue la medalla de plata en el Mundial de Canadá por detrás de Igor Astarloa”. Tras los dos años parado por la sanción de la Operación Puerto (2010-2011), se cuido y entreno mucho durante todo ese tiempo. El triunfó en el Tour Down Under, es  algo que él recuerda muchísimo. A partir de ahí todo le fue sobre ruedas.
En su palmarés también está el haber sido el primer ciclista español en ganar la Lieja-Bastoña-Lieja.  
Con el paso de los años fue mejorando y para esta temporada tiene ante sí un reto donde buscará seguir rindiendo a su mejor nivel.

Cuando todavía era un crío ya le apodaron “El Imbatido”, dicen que desde los 11 a los 13 años sumó medio centenar de victorias consecutivas. Cuestión de genética, a sus 36 años todavía ve lejos su jubilación por lo que todavía le quedan cuentas por saldar y así poder aumentar sus victorias. 2017 no ha podido arrancar mejor con tres victorias en las que ha mostrado su admirable versatilidad, pero  le queda el mundial en ruta (dos veces segundo y cuatro tercero) y las clásicas de Amstel Gold Race y el Giro de Lombardía.
El mérito de Alejandro es que brilla en todo tipo de carreras y durante toda la temporada. No sube como un escalador nato, ni contrarrelojea con la potencia de un rodador, ni tiene la punta de velocidad de un sprinter puro, pero nadie le supera en versatilidad. Todo un ejemplo de fiabilidad y resistencia que hacen envidiable su palmarés incomparable en el moderno ciclismo español.

Alejandro Valverde “El Bala”, es todo un ciclista incombustible.