domingo, 16 de setembro de 2018

DE SUEÑOS TAMBIÉN SE VIVE

En un gallinero con dos gallos es difícil tener sueños de grandeza, durante 19 días y 18 noches el “Bala” Valverde no solo soñó, sino que además venció en dos etapas. No le pesaron los kilos, ni los 38 años, ni las ilusiones; simplemente, fueron las pilas alcalinas que lo mueven las que se agotaron.
Valverde es un gran profesional, con gran carisma, competitivo y que siempre da juego en las carreras pero ya no está para competir ni el Giro, ni en el Tour, ni en la Vuelta. Hay que reconocerle que llegaba preparado, mentalizado y que su veteranía era un grado a tener en cuenta incluso dentro de su propio equipo, pero después de participar en el Tour ayudando  Nairo, llego a esta Vuelta fundido y las tres semanas se le hicieron larguísimas.
Ayer era el día de haber hecho algo grande y no podía ni con las zapatillas, fue patético ver a los dos gallos del Movistar subiendo la Gallina.
Para nada quiero criticar a Valverde, al contrario, a pesar de estas dos últimas etapas me descubro ante su enorme clase, su palmarés y su edad, pero saber retirarse a tiempo no es lo mismo que rendirse.
Después de esta reflexión en voz alta el martes comenzaba la última semana de la Vuelta Ciclista a España con muchísima regularidad entre los favoritos y una clasificación muy apretada. Las palizas de los días anteriores dejaban bien a las claras que había ambición y un gran nivel.
La contrarreloj del martes en Torrelavega se esperaba como una etapa clave, pero no aporto nada decisivo, aunque Simón Yates  después de resistir el acoso de los gallos del Movistar se consolidaba como portador del maillot rojo de líder. El inglés salía crecido y con más ventaja sobre sus dos principales rivales, 33 segundos sobre Alejandro Valverde y 1:15 sobre Nairo Quintana, al que la carretera empezaba a ponerle en su sitio al perder la tercera plaza de la general. Yates no solo contuvo a sus dos principales rivales, sino que también a Miguel Ángel López, que se aleja a 1:34, pero se ganaba otros dos duros oponentes que exhibieron un gran rendimiento en la crono cántabra: Steven Kruijswijk y Enric Mas, que se ubican tercero y quinto, a 52 segundos y 1:30, respectivamente. Ante este panorama, ya no había excusas: si alguien quiere el maillot rojo tendría que atacar camino del Monte Oiz o en Andorra.
El miércoles de entre la niebla que cubría el final inédito del Balcón de Bizkaia en el Monte Oiz fueron surgiendo seres humanos consumidos por un esfuerzo insoportable, mientras los asistentes de meta se apresuraban a agarrarles la bicicleta para que no cayeran desmayados sobre el asfalto.
Fue una etapa de ciclismo tremenda, con rampas superiores al 20% de desnivel y con un día que comenzaba luminoso pero que se fue cerrando hasta recibir a los ciclistas en una penumbra que sumó épica a la ya clásica etapa en el País Vasco, ese maravilloso terreno que la Vuelta tuvo que esquivar durante décadas y que ahora no quiere abandonar. Con una afición como la vasca, tan pasional, ruidosa y respetuosa con el ciclista es difícil dejar que la serpiente multicolor ruede por esas carreteras.
El primero en cruzar tan criminal línea de meta. Era Michael Woods, que lloraba y sufría, pero no reía, porque es imposible hacerlo cuando la tragedia te ha golpeado con severidad. Hace dos meses, su mujer sufría un aborto tras 37 semanas de embarazo y un mes antes su padre había fallecido. Buscaba el canadiense un triunfo con el que rendir homenaje a su "pequeño Hunter" y lo encontró en un terreno descarnado y agresivo.
Enric Mas y el “Bala” Valverde, también ganaron unos segundos a Yates que hacían mantener su amenaza. Unos ganan y otros pierden, el escarabajo Quintana fue el primero de los hombres importante en ceder con el grupo de favoritos y Kruijswijk, al que su condición de aspirante a la victoria le duró un solo día quedaban descartados para asaltar el maillot rojo.
Con sólo dos etapas con final en alto por delante el Monte Oiz dejaba la Vuelta con dos únicos nombres capaces de hacer temblar a Yates, Enric Mas (presente y futuro), e indiscutible ganador de la Vuelta si esta hubiese empezado una semana más tarde y acabara un domingo después  y Valverde (pasado), que detectó debilidad en el líder y aceleró el ritmo en las rampas finales, apenas pudo recuperar lo perdido en la contrarreloj, pero a cambio se ganó un liderazgo ya indiscutible en su equipo, pues Quintana se dejó otro minuto con su presunto gregario de lujo. Ya cedía 2.11 en una clasificación general, en la que caía hasta el sexto puesto. Un mundo con lo poco que queda de Vuelta salvo que se lance a una aventura imposible, en una de esas en las que jamás se ha metido.
Antes de las frenéticas cumbres de Andorra, el jueves los rodadores y velocistas se vengaron de esos escaladores que les maltrataron en las cimas asturianas y vascas. Jelle Wallays se aprovechó de la escapa buena del día para derrotar a Peter Sagan y a Elia Viviani que se vieron sorprendidos por el clasicómano belga.
El viernes, el Movistar controlo la carrera con la única intención de debilitar a los adversarios. Fue un combate sin tregua para desgastar energías, pero Simón Yates conocedor de las rampas de La Rabasa y con mucha sangre fría, aplico aquel dicho que dice: “No hay mejor defensa que un buen ataque” y a 10 kilómetros, lanzó una ofensiva inesperada. Fue un ataque a lo grande, como los corredores de rango superior.

En un suspiro, Nairo se quedó descolgado y Don Simón, junto a Pinot y Kruijswijk, sumó un minuto de ventaja sobre un Valverde que ya empezaba a despertarse de ese sueño de vestirse de rojo en Madrid a pesar de que el escarabajo Quintana exprimiera sus reservas tirando de un Valverde impotente ante el acelerón del jefe del Mitchelton-Scott. Gracias a eso, Simón Yates que entraba por detrás de Thibaut Pinot, (ganador de la etapa), salía muy fortalecido de una pelea que a priori estaba repleta de dificultades, dejando prácticamente sentenciada la Vuelta a España 2018.
La etapa del viernes también fue otra buena etapa de Enric Mas que sin embargo le sacaba fuera del podio porque cedió 39 segundos con Kruijswijk.
Pero a este  mallorquín que reside en Andorra le quedaba la etapa del sábado con final en la Gallina. Una etapa más parecida a una montaña rusa sin zonas de descanso, ideal para las emboscadas y para las venganzas. Conocedor de cada recodo de esta etapa no le quedo más remedio que recordar aquel dicho que dice: “la venganza es un plato que se sirve frío”, Mas quiso más en un día pirata e ideal para el asalto, su plato no estaba frio, llevaba 53 dientes para desplumar a la gallina y arrabatarle el segundo peldaño del podio al bravo Valverde.
Gracias a la victoria en la Gallina, Enric Mas mostró su joven cresta ante los gallos de pelea con espolones afilados y acceder junto al vigor y la efervescencia de “Superman” López al podio que también pierde Kruijswijk.
Después  de que la Gallina pusiera a cada gallo en su sitio, quedaba el paseo triunfal y de homenaje a todos los campeones y héroes que han completado los más de 3.000 kilómetros de esta Vuelta a España. Una Vuelta 2018 ha vuelto a ser espectacular y que siempre emociona hasta el final. El vencedor fue Simón Yates, el gallo del Mitcheltón que no espera, que va al encuentro del triunfo, el más gallo de la Vuelta, el rey, el emperador de la carrera. El gallo entre los gallos. Le secundaron en el podio Miguel Ángel López, tercero, y Enric Mas, segundo. El balear fue la sorpresa y la gran noticia para España de esta Vuelta. Un corredor para ilusionarnos con el futuro, pero que ya tiene un presente fantástico. Su victoria ha sido de pura clase.
COLORÍN COLORADO, ESTA VUELTA 2018 SE HA ACABADO.

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