En un
gallinero con dos gallos es difícil tener sueños de grandeza, durante 19 días y
18 noches el “Bala” Valverde no solo soñó, sino que además venció en dos etapas.
No le pesaron los kilos, ni los 38 años, ni las ilusiones; simplemente, fueron
las pilas alcalinas que lo mueven las que se agotaron.
Valverde es un gran profesional, con
gran carisma, competitivo y que siempre da juego en las carreras pero ya no está para competir ni el Giro, ni en el
Tour, ni en la Vuelta. Hay que reconocerle que llegaba preparado, mentalizado y
que su veteranía era un grado a tener en cuenta incluso dentro de su propio
equipo, pero después de participar en el Tour ayudando Nairo, llego a esta Vuelta fundido y las tres
semanas se le hicieron larguísimas.
Ayer era
el día de haber hecho algo grande y no podía ni con las zapatillas, fue
patético ver a los dos gallos del Movistar subiendo la Gallina.
Para nada
quiero criticar a Valverde, al contrario, a pesar de estas dos últimas etapas
me descubro ante su enorme clase, su palmarés y su edad, pero saber retirarse a
tiempo no es lo mismo que rendirse.
Después
de esta reflexión en voz alta el martes comenzaba la última semana de la Vuelta
Ciclista a España con muchísima regularidad entre los favoritos y una
clasificación muy apretada. Las palizas de los días anteriores dejaban bien a
las claras que había ambición y un gran nivel.
La
contrarreloj del martes en Torrelavega se esperaba como una etapa clave, pero
no aporto nada decisivo, aunque Simón Yates
después de resistir el acoso de los gallos del Movistar se consolidaba
como portador del maillot rojo de líder. El inglés salía crecido y con más ventaja sobre
sus dos principales rivales, 33 segundos sobre Alejandro Valverde y 1:15 sobre Nairo Quintana, al que la
carretera empezaba a ponerle en su sitio al perder la tercera plaza de la
general. Yates no
solo contuvo a sus dos principales rivales, sino que también a Miguel Ángel López, que se
aleja a 1:34, pero se ganaba otros dos duros oponentes que exhibieron un gran
rendimiento en la crono cántabra: Steven Kruijswijk y Enric Mas,
que se ubican tercero y quinto, a 52 segundos y 1:30, respectivamente. Ante
este panorama, ya no había excusas: si alguien quiere el maillot rojo tendría
que atacar camino del Monte Oiz o en Andorra.
El
miércoles de entre la niebla que cubría el final inédito del Balcón de Bizkaia
en el Monte Oiz fueron surgiendo seres
humanos consumidos por un esfuerzo insoportable, mientras los asistentes de
meta se apresuraban a agarrarles la bicicleta para que no cayeran desmayados
sobre el asfalto.
Fue una etapa de ciclismo
tremenda, con rampas superiores al
20% de desnivel y con un día que comenzaba luminoso pero que se fue
cerrando hasta recibir a los ciclistas en una penumbra que sumó épica a la ya
clásica etapa en el País Vasco, ese maravilloso terreno que la Vuelta tuvo que
esquivar durante décadas y que ahora no quiere abandonar. Con una afición como
la vasca, tan pasional, ruidosa y respetuosa con el ciclista es difícil dejar
que la serpiente multicolor ruede por esas carreteras.
El primero en cruzar tan
criminal línea de meta. Era Michael
Woods, que lloraba y sufría, pero no reía, porque es imposible hacerlo
cuando la tragedia te ha golpeado con severidad. Hace dos meses, su mujer sufría un aborto tras 37 semanas de embarazo y
un mes antes su padre había fallecido. Buscaba el canadiense un triunfo
con el que rendir homenaje a su "pequeño Hunter" y lo encontró en un
terreno descarnado y agresivo.
Enric Mas y el “Bala” Valverde,
también ganaron unos segundos a Yates que
hacían mantener su amenaza. Unos ganan y otros pierden, el escarabajo Quintana fue el primero de los hombres importante en ceder con el grupo
de favoritos y Kruijswijk, al que su condición de
aspirante a la victoria le duró un solo día quedaban descartados para asaltar el
maillot rojo.
Con sólo dos etapas con final en alto
por delante el Monte Oiz dejaba la Vuelta con dos únicos
nombres capaces de hacer temblar a Yates, Enric Mas (presente y futuro), e
indiscutible ganador de la Vuelta si esta hubiese empezado una semana más tarde
y acabara un domingo después y Valverde (pasado), que detectó debilidad en el líder y aceleró
el ritmo en las rampas finales, apenas pudo recuperar lo perdido en
la contrarreloj, pero a cambio se ganó un liderazgo ya indiscutible en su
equipo, pues Quintana se dejó otro minuto con su presunto gregario de lujo. Ya
cedía 2.11 en una clasificación general, en la que caía hasta el sexto puesto.
Un mundo con lo poco que queda de Vuelta salvo que se lance a una aventura
imposible, en una de esas en las que jamás se ha metido.
Antes de las frenéticas
cumbres de Andorra, el jueves los rodadores y velocistas se vengaron de esos
escaladores que les maltrataron en las cimas asturianas y vascas. Jelle Wallays se aprovechó de la
escapa buena del día para derrotar a Peter Sagan y a Elia Viviani que se vieron
sorprendidos por el clasicómano belga.
El
viernes, el Movistar controlo la carrera con la única intención de debilitar a
los adversarios. Fue un combate sin tregua para desgastar energías, pero Simón
Yates conocedor de las rampas de La Rabasa y con mucha sangre fría, aplico aquel dicho que dice: “No hay mejor defensa que un buen ataque” y a
10 kilómetros, lanzó una ofensiva inesperada. Fue un ataque a lo grande, como
los corredores de rango superior.
La etapa
del viernes también fue otra buena etapa de Enric Mas que sin embargo le sacaba
fuera del podio porque cedió 39 segundos con Kruijswijk.
Pero a
este mallorquín
que reside en Andorra le quedaba la etapa del sábado con final en la Gallina. Una etapa más parecida a una montaña rusa sin zonas de
descanso, ideal para las emboscadas y para las venganzas. Conocedor de cada
recodo de esta etapa no le quedo más remedio que recordar aquel dicho que dice: “la
venganza es un plato que se sirve frío”, Mas quiso más en un día pirata e
ideal para el asalto, su
plato no estaba frio, llevaba 53 dientes para desplumar a la gallina y arrabatarle el
segundo peldaño del podio al bravo Valverde.
Gracias a la victoria en la Gallina, Enric Mas mostró su
joven cresta ante los gallos de pelea con espolones afilados y acceder junto al
vigor y la efervescencia de “Superman” López al podio que también pierde
Kruijswijk.
Después de que la Gallina
pusiera a cada gallo en su sitio, quedaba el paseo triunfal y de homenaje a
todos los campeones y héroes que han
completado los más de 3.000 kilómetros de esta Vuelta a España. Una
Vuelta 2018 ha vuelto a ser espectacular y
que siempre emociona hasta el final. El vencedor fue Simón Yates, el gallo del Mitcheltón que no espera, que va al
encuentro del triunfo, el más gallo de la Vuelta, el rey, el
emperador de la carrera. El gallo entre los gallos. Le secundaron en el podio Miguel Ángel López, tercero,
y Enric Mas, segundo. El balear fue
la sorpresa y la gran noticia para España de esta Vuelta. Un corredor para ilusionarnos con el futuro, pero
que ya tiene un presente fantástico. Su victoria ha sido de pura clase.
COLORÍN
COLORADO, ESTA VUELTA 2018 SE HA ACABADO.
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