En el
ciclismo ya casi se puede decir aquel dicho que dice: “cualquier tiempo pasado
fue mejor”. Pensaréis qué a que viene esto ahora que estamos en un periodo de
transición, que para los que salimos a pedalear por placer y con la única pretensión
de mantenernos en forma este periodo también tiene sentido.
Tomarse
un respiro y desconectar de la bici antes que la cabeza te diga ¡Basta!, es la
mejor forma de ascender un peldaño de nivel la próxima temporada.
Pero a lo
que iba. De un tiempo a esta parte, estoy percibiendo que los ciclistas cuando nos cruzamos ya
no nos saludamos como antes.
Sí,
amigos sí, es una sensación que yo tengo y que en las charlas de Bar con la
grupeta salto esta curiosa polémica que de cuando en cuando reabre el viejo debate
sobre el gesto entre ciclistas que es tan antiguo como la propia bicicleta.
Cuando
yo empecé
a montar en bici, como cicloturista, todos nos saludábamos. Hoy, los chicos guay, modernos y jóvenes
con años me dicen que durante aquellos años, los que practicábamos este sufrido
y reconfortante deporte, éramos “cuatro gatos”.
A mí, esos argumentos no me valen,
la verdad. Saludar entonces era una
costumbre que se ha ido perdiendo poco a poco, por las razones
que sean.
Porque antes saludábamos?, porque formábamos como una pequeña familia unida por una
misma pasión, en la que cuando nos cruzábamos con otro ciclista, como nosotros,
pensábamos algo así como que era “uno de los nuestros”, y lo saludábamos,
claro. Hoy para los niños guayes, modernos y jóvenes con años eso no se lleva.
Me argumentan que antes encontrarse un día laborable a alguien haciendo el
mismo deporte que nosotros, era bastante raro y no cansaba soltar la mano del
manillar para saludar, hoy parece ser que como somos muchísimos tendríamos que
no soltar una mano, sino las dos y entonces que no merecería la pena salir a
entrenar.
Ahora, en
efecto, y afortunadamente, sí que somos muchos más y, cuando salimos en bici,
el cruzarnos con muchos otros ciclistas a todas horas, en cualquier lugar y en
todo momento, es de lo más normal.
Pero lo
cortés no quita lo valiente. La costumbre adquirida de saludar, no tendría que
haberse perdido, al igual que saludamos a la gente que nos cruzamos por la
calle.
Hay una
cosa que es bastante cierta y que suele pasar aunque la gente que no se da
cuenta. Si te cruzas con más de dos ciclistas
que van juntos no saludas o cada vez se saluda menos.
Pero cuando uno sale solo, es
diferente, parece que sí se siente esa necesidad de buscar el saludo, aunque
siempre haya ingratas excepciones en las que con un gesto con la mano, o con la
cabeza, o simplemente con un “hola” hemos saludado a nuestro “partenaire” y no
se nos ha devuelto nuestro saludo. Y es que hay situaciones para todo.
Puede que sí somos una grupeta y
vamos hablando entre nosotros no reparemos en quien viene buscando el saludo.
Es lógico, es posible que fuéramos
entretenidos y no nos hayamos dado ni cuenta de la presencia de otros
ciclistas.
Por
supuesto que también los hay que son más o menos tímidos, más o menos amables,
que nos saluden o no. De esa especie siempre hubo y los habrá.
Yo
siempre saludo, lo he hecho y lo sigo
haciendo desde que me subí por primera vez a una bici. No me entra en la cabeza
el no saludar, por muy mal que vaya, ya sea cabreado, imbuido en mis
pensamientos, o más o menos cansado. Saludo siempre.
Puede que muchos de
vosotros penséis, o no entendáis, a qué viene tanto reclamo del saludo.
Es una forma de darnos cuenta de que formamos parte de un colectivo en el que nos necesitamos los
unos a los otros.
Hoy le puede pasar algo a alguien
que no conocemos: un pinchazo, una avería, un accidente…, conociéndonos o sin
conocernos allí estaremos nosotros para ayudar a uno de los nuestros.
Y, al revés, puede que mañana nos
suceda a nosotros y necesitemos asistencia de algún compañero que pase
casualmente en aquel momento por allí.
Sé que habrá gente que se enojará si
saluda y no es correspondida por alguno que se crea un pro, que te adelante
arrancándote las pegatinas de la bici sin ni siquiera decirte algo y animarte.
Yo reivindico el saludo, siempre,
como se hacía antes, como se hacía hasta hace poco, porque todos los colectivos
se saludan: los moteros lo hacen, los camioneros también, los senderistas o
excursionistas cuando se cruzan en la montaña siempre se saludan, porque son
pequeñas o grandes familias, y el
saludo es un signo de confianza entre nosotros, de complicidad, aunque
en la sociedad en la que vivimos muchos pueden pensar, en efecto, que sólo se
mira por uno mismo, en buscar el bienestar del individuo por encima del
colectivo.
Nos hemos vuelto egoístas y esto se
denota también cuando nos dejamos de saludar entre ciclistas.
Así que no perdamos por tanto este bonito gesto, esta tradición, por
muchos que seamos en la carretera. Somos un colectivo único, que ahora ha de
estar más unido que nunca.
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