domingo, 11 de novembro de 2018

YO SALUDO EN LA CARRETERA, ¿Y VOSOTROS?.

En el ciclismo ya casi se puede decir aquel dicho que dice: “cualquier tiempo pasado fue mejor”. Pensaréis qué a que viene esto ahora que estamos en un periodo de transición, que para los que salimos a pedalear por placer y con la única pretensión de mantenernos en forma este periodo también tiene sentido.
Tomarse un respiro y desconectar de la bici antes que la cabeza te diga ¡Basta!, es la mejor forma de ascender un peldaño de nivel la próxima temporada.
Pero a lo que iba. De un tiempo a esta parte, estoy percibiendo que los ciclistas cuando nos cruzamos ya no nos saludamos como antes.
Sí, amigos sí, es una sensación que yo tengo y que en las charlas de Bar con la grupeta salto esta curiosa polémica que de cuando en cuando reabre el viejo debate sobre el gesto entre ciclistas que es tan antiguo como la propia bicicleta.
Cuando yo empecé a montar en bici, como cicloturista, todos nos saludábamos. Hoy, los chicos guay, modernos y jóvenes con años me dicen que durante aquellos años, los que practicábamos este sufrido y reconfortante deporte, éramos “cuatro gatos”.
A mí, esos argumentos no me valen, la verdad. Saludar entonces era una costumbre que se ha ido perdiendo poco a poco, por las razones que sean.
Porque antes saludábamos?, porque formábamos como una pequeña familia unida por una misma pasión, en la que cuando nos cruzábamos con otro ciclista, como nosotros, pensábamos algo así como que era “uno de los nuestros”, y lo saludábamos, claro. Hoy para los niños guayes, modernos y jóvenes con años eso no se lleva. Me argumentan que antes encontrarse un día laborable a alguien haciendo el mismo deporte que nosotros, era bastante raro y no cansaba soltar la mano del manillar para saludar, hoy parece ser que como somos muchísimos tendríamos que no soltar una mano, sino las dos y entonces que no merecería la pena salir a entrenar. 
Ahora, en efecto, y afortunadamente, sí que somos muchos más y, cuando salimos en bici, el cruzarnos con muchos otros ciclistas a todas horas, en cualquier lugar y en todo momento, es de lo más normal.
Pero lo cortés no quita lo valiente. La costumbre adquirida de saludar, no tendría que haberse perdido, al igual que saludamos a la gente que nos cruzamos por la calle.
Hay una cosa que es bastante cierta y que suele pasar aunque la gente que no se da cuenta. Si te cruzas con más de dos ciclistas que van juntos no saludas o cada vez se saluda menos.
Pero cuando uno sale solo, es diferente, parece que sí se siente esa necesidad de buscar el saludo, aunque siempre haya ingratas excepciones en las que con un gesto con la mano, o con la cabeza, o simplemente con un “hola” hemos saludado a nuestro “partenaire” y no se nos ha devuelto nuestro saludo. Y es que hay situaciones para todo.
Puede que sí somos una grupeta y vamos hablando entre nosotros no reparemos en quien viene buscando el saludo.
Es lógico, es posible que fuéramos entretenidos y no nos hayamos dado ni cuenta de la presencia de otros ciclistas.
Por supuesto que también los hay que son más o menos tímidos, más o menos amables, que nos saluden o no. De esa especie siempre hubo y los habrá.
Yo siempre saludo, lo he hecho y lo sigo haciendo desde que me subí por primera vez a una bici. No me entra en la cabeza el no saludar, por muy mal que vaya, ya sea cabreado, imbuido en mis pensamientos, o más o menos cansado. Saludo siempre.
Puede que muchos de vosotros penséis, o no entendáis, a qué viene tanto reclamo del saludo.
Es una forma de darnos cuenta de que formamos parte de un colectivo en el que nos necesitamos los unos a los otros.
Hoy le puede pasar algo a alguien que no conocemos: un pinchazo, una avería, un accidente…, conociéndonos o sin conocernos allí estaremos nosotros para ayudar a uno de los nuestros.
Y, al revés, puede que mañana nos suceda a nosotros y necesitemos asistencia de algún compañero que pase casualmente en aquel momento por allí.
Sé que habrá gente que se enojará si saluda y no es correspondida por alguno que se crea un pro, que te adelante arrancándote las pegatinas de la bici sin ni siquiera decirte algo y animarte.
Yo reivindico el saludo, siempre, como se hacía antes, como se hacía hasta hace poco, porque todos los colectivos se saludan: los moteros lo hacen, los camioneros también, los senderistas o excursionistas cuando se cruzan en la montaña siempre se saludan, porque son pequeñas o grandes familias, y el saludo es un signo de confianza entre nosotros, de complicidad, aunque en la sociedad en la que vivimos muchos pueden pensar, en efecto, que sólo se mira por uno mismo, en buscar el bienestar del individuo por encima del colectivo.
Nos hemos vuelto egoístas y esto se denota también cuando nos dejamos de saludar entre ciclistas.
Así que no perdamos por tanto este bonito gesto, esta tradición, por muchos que seamos en la carretera. Somos un colectivo único, que ahora ha de estar más unido que nunca.

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