domingo, 20 de xaneiro de 2013

LA TRAGICOMEDIA DE LANCE ARMSTRONG

Hace tiempo que había decidido que las noticias desagradables y relacionadas con asuntos extradeportivos no ocuparan muchos post en este blog, pero después de las confesiones de Lance Armstrong pienso que el ciclismo verdaderamente está herido de gravedad, me estremezco y creo de verdad que apenas tiene ya credibilidad. Los escándalos que permanentemente castigan a este deporte que tanto amo, se está desangrando, azotado por unos desalmados. El ciclismo que siempre estuvo ligado al sacrificio, la superación y el esfuerzo agónico, se encuentra ahora inmerso en un extenso lodazal que amenaza con asfixiarlo mortalmente. Lance Armstrong a pesar de ser ya un personaje de una época finiquitada, la puñalada que le propino al ciclismo le lleva directamente a la sala de cuidados intensivos. Porque aunque él ya no representa nada, aún están en activo corredores, directivos, directores, mánagers, médicos, organizadores y preparadores que coincidieron con él, por lo que todavía existen atajos indeseables y ventajistas sin escrúpulos. Por eso después de ver las entregas televisivas de la entrevista echo de menos nombres, datos y fechas, por lo que pude apreciar que Armstrong se presentó al programa muy bien asesorado quedándose corto. Admitió que había consumido corticoides, EPO, hormonas de crecimiento, testosterona y autotransfusiones sanguíneas por su hambre insaciable de victoria, recalcando que eso era habitual en el pelotón de esa época. Cuidó muy mucho de no mencionar a nadie pero mancho a toda su generación. “Sin dopaje no se puede ganar un solo Tour de Francia”, exclamó. En la entrevista Armstrong también afirmo que se había comportado como un matón, un capullo y que su historia (“mala y tóxica”), con sus métodos que estaban por delante de los sistemas empleados por los organismos oficiales y que la única vez que estuvieron a punto de desenmascararlo lo arregló modificando la fecha de una receta de cortisona. “Siempre quería controlar todo, pero nunca obligué a un compañero de equipo a doparse”, apuntó mientras advertía de que fue cierto que hizo una millonaria donación a la UCI, pero que el dinero lo aportó porque se lo solicitó la propia UCI. “Sólo me dopé hasta 2005. En mi regreso en 2009 competí sin trampas”, afirmó antes de comprometerse a colaborar en una comisión internacional para limpiar el ciclismo. Lanzando así una luz de esperanza para el ciclismo al asegurar que ahora todo es distinto, “porque ahora se realizan controles por sorpresa y fuera de competición y porque existe el pasaporte biológico”. El cuento de hadas no era cierto porque: “Todo fue una gran mentira que resultó bastante perfecta durante mucho tiempo, pero que ahora estoy pagando el precio: lo merezco”, “esos cinco que no se dopaban, son los verdaderos héroes”, afirmaba Armstrong al tiempo que pedía disculpas mientras se le escapaban algunas lágrimas. El segundo capítulo de la entrevista resultó más corto y más sentimental. Continúo sin darnos datos ni nombres, recurriendo a su madre, a su primera esposa y a sus hijos para conmover al espectador, pero ni siquiera sus lágrimas son sinceras. Miserias incorregibles del ser humano y espectáculo al más estilo americano. Sinceramente pienso que todo fue una puesta en escena para recuperar la confianza de aquellos que le consideraban un héroe en su batalla contra el cáncer. Nuevamente dijo estar arrepentido y que se merecía todo lo que le estaba pasando, pidiendo disculpas y perdón. Lance Armstrong acabó diciendo que: “El peor delito fue traicionar a las personas que me apoyaron. Tengo que arreglar esto para que mis hijos puedan plantar cara al resto de sus vidas”. Épico final del relato de un héroe que ha dejado de serlo, que ya todos le abandonan, incluso el Tour de Francia lo tachó de su lista de ganadores dejando un vacío histórico para que así se recuerde que durante esos años hubo un fraude. Sinceramente y después de mucho reflexionar llegue a la conclusión que la lucha contra el dopaje en este mundillo va a seguir siendo más ruidosa que efectiva. A pesar de todo lo que está sucediendo no se ha avanzado casi nada. Antes intuíamos que podía haber dopaje. Ahora lo sabemos con certeza, y, aun así, muchos tramposos siguen sin castigo. Estoy de acuerdo que el ciclismo profesional ha evolucionado pero todavía quedan muchas etapas por superar. Pero también sigo pensando que la verdadera renovación pasa, sin duda, por la marcha de todos aquellos que, de alguna forma, ampararon esta estafa. Con este show televisivo, Armstrong solo intento lavar su imagen y así poder disminuir sus pérdidas económicas, fueron tantos años de mentiras que ha perdido el respeto y la credibilidad de los aficionados al ciclismo. Ya fue borrado de la historia y ahora reaparece porque le interesa. Sus palabras tienen un enorme valor mediático, pero deben ser refrendadas con una declaración oficial ante la Agencia Mundial Antidopaje. Yo, me pregunto, ¿Los aficionados que verdaderamente amamos al ciclismo, le podremos perdonar algún día?. Con la muerte de Armstrong tras esas declaraciones y teniendo en cuenta todo lo que no conto, espero y deseo el nacimiento de un nuevo ciclismo. Pero para que esto pueda suceder todavía quedan muchas etapas que disputar.

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