Nairo Quintana, tras la caida sufrida en la undécima etapa. |
Después
de una primera semana de carrera que fue dura e intensa, más por la tensión y
el clima que por el recorrido en sí y tras la jornada de descanso el martes se
disputo la crono de 36 kilómetros con Nairo Quintana que llegaba de líder pero
que de momento no era el ciclista que mejores sensaciones había dejado en esa
primera semana cuando el resto de favoritos ya habían tenido sus momentos,
siendo Alejandro Valverde y Alberto Contador los que más se dejaron ver. El uno
se exhibió en la Zubia, con victoria y liderato y el otro que atacó en la llegada
de Valdelinares, mostraba buenas piernas y sensaciones. Purito lo mismo que
Nairo no se había enseñado como los anteriores pero tampoco habían tenido
grandes momentos de debilidad mientras que Chris Froome parecía ser el que
peores sensaciones estaba teniendo de entre los gallos. A pesar de ganar algún
segundo en la meta de Alcaudete, sufrió, junto con Valverde, en la llegada de
Valdelinares, perdiendo una veintena de segundos con el resto de favoritos. Después
de lo visto, la crono se planteaba apasionante, y aquellos que mejor se
adaptasen a esta dura contrarreloj tendrían las de ganar partiendo con ventaja
de cara a la montaña cantábrica.
Lo hecho
por Contador en esta crono no tiene nombre, disputo una contrarreloj de esas
que llaman la atención por sí sola, que si sumamos las circunstancias que rodearon su
participación en esta Vuelta, seria para enmarcar. Quedo cuarto por detrás de
dos monstruos que saben de lo que es luchar contra el crono: Tony Martin y
Fabian Cancellara y de un no menos sorprendente Rigoberto Uran que hizo la
crono de su vida. Tiene que ser muy duro para los gallos del pelotón, que el
Pistolero de Pinto que decía no estar al 100% venga a la Vuelta y se los
meriende a todos con la facilidad que lo hizo y que de momento lo continua
haciendo.
El gran
damnificado en esta etapa fue Nairo, una caída en el descenso del Moncayo le
dejo sin muchas de sus opciones. Una caída que el ciclista en la línea de meta achacaba
a que los frenos le habían fallado. ¡Nairo, que lo
hemos visto todos, te has despistado, has entrado pasado y claro, rectificar
una trazada con la bici de contrarreloj con lenticular cuesta, como has podido
comprobar!. Otro al que la crono le ha dejado bastante tocado fue a
Chris Froome.
Gano Tony
Martin y Contador se vistió de rojo como líder de la carrera.
El miércoles
Navarra acogía en su territorio una etapa de la Vuelta que era de montaña y que
salió de Pamplona para terminar en la inédita ascensión al Santuario de San
Miguel de Aralar y donde Contador haría su primera defensa del liderato.
En el
angosto callejón de acceso al Santuario, el imprevisible Chris Froome se quedó
descolgado del grupo de los gallos. En pleno sufrimiento, su gregario, Dario
Cataldo, estiro el grupo cabecero poco después de neutralizar a su compañero
Kiryenka. Todo un despropósito del equipo Sky por la ausencia de sintonía que desconcertó
a sus adversarios que se miraban perplejos, intuyendo el planteamiento de una
estrategia sorprendente. Un temor infundado, porque en el equipo británico parece
que cada uno hace la guerra por su cuenta.
A esas alturas
de la etapa Nairo Quintana ya había dicho adiós a la Vuelta tras haberse visto
envuelto en una nueva caída. Las exploraciones realizadas en la Clínica San
Miguel de Pamplona confirmaron una
fractura de la escápula derecha con desplazamiento.
Fabio Aru, celebra su victoria en San Miguel de Aralas. |
El joven escalador italiano Fabio Aru que había sido la gran
revelación de la pasada edición del Giro
de Italia, que se había anotado la etapa con final en Plan
di Montecampione, que fue segundo en la cronoescalada del Monte Grappa y que acabó
tercero en el podio final, se imponía en el Santuario de San Miguel de Aralar. Froome
sufrió, hizo la goma, pero a su estilo particular y que tanto practica en esta
Vuelta logró conectar con el grupo de Contador agarrándose a la estela de los
buenos y logrando salvar el día. Una etapa, que excepto por la retirada de
Nairo Quintana, no provocó alteraciones en la general.
El jueves en el circuito de Logroño John Degenkolb logra su
tercer triunfo de etapa de la presente Vuelta, situándose como uno de los grandes
protagonistas de la competición y reforzando además su condición como líder de
la clasificación de la regularidad.
El viernes en el Parque de Cabárcenos, con su aspecto lunar y
sus animales en semilibertad ajenos al paso de los ciclistas que dentro de ese
espacio fantástico y lleno de cosas por descubrir, vimos como Dani Navarro encontraba
el cielo en la recta del hábitat natural de esas jirafas que se asustaban ante
el volar bajo de los helicópteros, y donde las avestruces, como todos los días
andaban preocupadas a la caza de esos turistas incautos, o si miramos para el
otro lado del Parque donde pacen los osos pardos, proclives a aparearse a la
vista del personal visitante. Hoy los ciclistas entraban sin pagar, aunque
tampoco tuvieron tiempo de disfrutar de todo lo que nos ofrece este maravilloso
Parque de Cabárcenos. Precisamente después de las taquillas, en la primera
curva, hay una subida muy fuerte de 700 metros, y donde los coches suben en
primera, aunque hay valientes que se atreven con la segunda, Dani ni primera ni
segunda, solo a golpe de riñón fue donde cogió ventaja con un ataque
monumental, que aunque ese Chris Froome, que no se sabe si entra o si sale; si
sube o si baja, y eso que no es gallego, pego
el estirón para tratar de ganar tiempo, pero Dani tiene hueco y cruza primero
la meta de Cabarcenos. Mientras los elefantes, las jirafas, los leones y los
osos seguían asustados con el estruendo de los helicópteros pero ajenos a la fantástica
lucha de los verdaderos protagonistas por un día en Cabarcenos.
El sábado se iniciaba el tríptico de finales en alto en la
cordillera Cantábrica con una etapa de 200,8 kilómetros entre Santander y La
Camperona, un puerto de 8,3 km al 7,5%. Algunos pensaban que Froome ya estaba
derrotado, pero no hay que olvidar que es un autómata, un ciclista inhumano que
tiene un objetivo y lo cumple, salvo error u omisión. Ya de por sí, tiene un
aspecto extraño sobre la bicicleta, una forma de pedalear única y un aspecto
tan desgarbado cuando está en carrera. Pero que en la realidad hay que
reconocer que es una verdadera máquina, que funciona enchufada a un ordenador,
que le transmite las instrucciones vía satélite. Froome se mide con parámetros
diferentes al resto del pelotón. Para él no es cuestión de sensaciones, sino de
vatios; él no observa a los rivales ni a la carretera, solo atiende al pulsómetro,
que es su verdadero amigo, el que le dice lo que debe hacer, lo que puede o no
puede intentar en cada momento. En la subida a la Camperona su forma de
trabajar llegó a la sublimación. Vimos cuando atacó Valverde a pie de puerto, y
le siguieron los favoritos a ganar esta Vuelta, incluido Fabio Aru.
Seguramente sus rivales pensarían que estaba derrotado. Ya
nadie se acordaba que en Aralar se quedo atrás pero acabó con los mejores. Él
solo espera que el pulsómetro le diga que adelante, para imponer su ritmo,
llegar a la altura de Valverde, un ciclista de sensaciones, al que paso como un
avión, lo mismo que hizo con Aru, con Purito y con Contador. A todos les sacó
tiempo, dejándoles con la duda. En la meta el más feliz era Ryder Hesjedal,
escapado y vencedor de la etapa. En el resto de las clasificaciones todo seguía igual.
Hoy la meta estaba en los Míticos Lagos de Covadonga donde afloraron vigorosas
rivalidades antes disimuladas. Si Contador espera que Valverde o Purito le
ayuden a sepultar a Chris Froome, lo lleva claro. En esta emblemática cima, el
Pistolero de Pinto atacó en cinco ocasiones para descolgar definitivamente a un
Froome especialista en hacer la goma y en administrar con sabiduría los
esfuerzos, pero nunca tuvo el relevo de Purito ni el de Valverde. Ellos le
dejaron hacer pegándose a su estela. El del Katusha le miraba, el del Movistar
se agarraba a la rueda del del Saxo Tinkoff que ascendía con los dientes
apretados y a zarpazos. En las duras rampas de la Huesera, vimos que los
rostros mostraban fatiga extrema, vimos a Contador dando esos acelerones intensos
y prolongados, pero también vimos la versión más madura de Valverde, estando
siempre atento, sin perder la compostura por los martillazos del líder, pero también
vimos la asombrosa capacidad agonística de Froome, trepando a ritmo de
molinillo y al que no terminan de sepultar.
En línea de meta Contador se quejaba de falta de colaboración,
no entendía la ausencia de ayuda para eliminar al enemigo más peligroso, se
lamentaba por la pérdida de otra oportunidad para aumentar la diferencia, se
mosqueaba porque se aprovechasen de su trabajo, se enfadaba porque le atacaban
en los últimos metros para arrebatarle unos segundos, se incomoda por el
desgaste extra de energías que puede pasarle factura en la última y durísima semana.
Eso sí, el líder continua exhibiendo su jerarquía, pero esta mosqueado y no lo
disimula.
Ajeno a esta guerra psicológica, el polaco del Lampre
Pezemyslaw Niemiec se anotó la etapa e inscribió su nombre con letras de oro en
la historia de la Vuelta.
En las rampas de Los Lagos de Covadonga, hoy se firmó una crónica
de desencuentro. Un ejercicio de intereses contrapuestos que, sin duda, tendrá
consecuencias inmediatas.
Aviso a navegantes.
Algunos se lamentaran de no haber rematado al británico.
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