Ayer, día de San Valentín Cadel Evans cumplió 38 años, hace solamente seis
días que se puso su último dorsal profesional, jubilándose después de 17 años
en que hizo sus primeras incursiones en el ciclismo de ruta. Se marcha el
señor, el campeón de carácter, la constancia, el trabajo progresivo, la
resistencia y la disciplina, cualidades irremediablemente asociadas a todo un
campeón que se va limpio sin ninguna mancha en su currículo en un deporte en el
que durante demasiado tiempo ha sido imposible poner la mano en el fuego por
nadie. Algo que hay que agradecerle.
El australiano se retiró el pasado domingo disputando la Cadel Evans Great
Ocean Road Race, en Geelong (Australia), una prueba creada expresamente para su
despedida y para que corriese entre los suyos, como siempre había querido.
Terminó quinto en la carrera que lleva su nombre, su última carrera como
profesional, dándose un baño de cariño por las carreteras de su país, corriendo
en familia para reverenciar a sus fans más cercanos, aquellos que nunca se
separaron de él.
Se
fue el ciclista tozudo ex biker, objeto de amores y odios, el ciclista
especial, el ganador de un Tour de Francia, un Campeón del Mundo, símbolo del
deporte en su país y de una generación de ciclistas que ya dan sus últimas
pedaladas.
Ha
dicho adiós vitoreado por su gente, después de mostrar a todo el mundo sus
habilidades, primero con la Mountain Bike donde ganó dos veces la Copa del
Mundo (1998-1999) y después en el ciclismo en ruta con las 29 victorias como
profesional entre las que están los dos Tours de Romandia (2006-2011), la UCI Pro
Tour en 2007, el Campeonato del Mundo de fondo en carretera en 2009, la Flecha
Valona en 2010, la Tirreno Adriático en 2011, el Tour de Francia en 2011 y los
cuatro podios en las grandes vueltas: 2º en los Tour de Francia de 2007 y 2008,
3º en la Vuelta a España de 2009 y 3º en el Giro de Italia de 2013.
Con
la retirada de Cadel Evans se nos va un trozo de este nuevo ciclismo del Siglo
XXI, se nos va el Evans que dependiendo de la época en la que hagamos
referencia vemos al ciclista timorato y marginado corredor del Telecom hasta el
triunfante y sólido campeón de su época en el BMC, una dilatada y coherente
evolución, jalonada de éxitos de toda índole.
Evans
pasó por el Saeco (1999-2001), Mapei (2002), Telecom (2003-2004), Lotto
(2005-2009) y BMC 2010-2015), equipos de muy diferente fisonomía y objetivos,
labrándose a base de mucha constancia y no pocos tropiezos, un palmarés, una
reputación y un prestigio dentro del pelotón que esta fuera de toda duda. No
obstante, no fue un ciclista que enamorase a las masas debido a que era de esos
ciclistas difíciles de catalogar y ciertamente camaleónico según las
circunstancias.
Criticándosele
por su carácter calculador en las Vueltas por etapas, por sus pocos ataques y
su ciclismo de retaguardia.
Pero
no debemos olvidarnos de sus actuaciones de alto carácter ofensivo, que
equilibran su particular imagen, como por ejemplo en el Giro de 2010, que
finalizó quinto, o en el Tour de 2011 que ganó. También en su único Mundial, el
de Mendrisio en 2009, cuando sorprendió a todos a falta de 3 kilómetros del
final, haciendo una carrera muy ofensiva.
Cadel
Evans ya forma parte de la historia reciente del ciclismo. Un símbolo de la globalización
de este bello deporte, que comenzó en Australia y un ejemplo de ciclismo
limpio, mimado por la UCI y los grandes organizadores.
Un
ciclista luchador y con carácter, de marcada personalidad, tanto dentro
como fuera de las carreras. Célebre por
sus salidas de tono con los periodistas cuando las etapas no le salían bien, o
sus nervios desbordados cuando se jugaba todo un Tour de Francia.
Con
34 años y tras cubrirse de gloria en París, bajó claramente el pistón
comenzando a decaer, pero aún le dio tiempo para ganar en escenarios como: Trentino,
Utah, Tour Down Under o hacer tercero en el Giro de Italia de 2013, su último
gran resultado.
Desde
el muro de Huy a Montalcino, desde Mendrisio al muro de Bretaña, fueron esos
lugares en los que este incombustible canguro, a base de coraje y resistencia,
imprimió su nombre de Campeón.
Su
pedaleo no era poético, tampoco brillaba en las montañas ni barría en las
contrarreloj, pero tenía su estilo propio y fiel que mantuvo durante sus 18º
temporadas como profesional.
Con
la retirada del ciclismo profesional de Cadel Evans, el ciclismo australiano no
se queda huérfano, ya que cuenta con una de las canteras más prolíficas del
mundo, pero es difícil que surja un nuevo Cadel Evans. Porque ha sido único,
tanto en la victoria, como en la derrota, en el llano, en las cronos o en la
montaña.
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