domingo, 28 de agosto de 2016

MI VIVENCIA EN LA 3ª ETAPA MARÍN-MIRADOR DE ÉZARE

Desde que conocí el recorrido de la Vuelta Ciclista a España de este año, la 3ª etapa que salió de Marín y que terminó en el Mirador de Ézaro, al lado de la playa de O Pindo, la marque como una de esas etapas que podrían ser de lo más mediática y la más sorprendente de esta edición, una etapa que merecía la pena ver en directo ya que Ézaro es un muro con rampas del 30%, con un desnivel que no existe en ninguna ascensión de la carrera española, una subida más dura incluso que la famosa Cuña de las Cabres en El Angliru, muy del perfil de la carrera española y con una dureza propia de la Bola del Mundo. Los 1.800 metros de carretera de cemento, aparte de la rampa de la muerte, también tiene otros extraordinarios atractivos como son las extraordinarias vistas que a los ciclistas no les da tiempo de contemplar.
Hace ya una semana que comenzó el apasionante viaje de tres semanas donde los mejores ciclistas del momento están peleando con todas sus armas para obtener el más preciado tesoro del pelotón: el Maillot rojo de Campeón.
El post de esta semana lo voy a dedicar a otro viaje no tan duro pero sí más apasionante que la misma carrera.
Decidí seguir esta etapa desde muy cerca con la intención de explicar lo que vi in situ y que como espectador no se puede percibir a través de la televisión.
Llegue a Pontevedra el sábado y ya se respiraba aire de competición, algo muy importante estaba a punto de pasar. Fuera de los hoteles la bicicleta era la protagonista,  en los mismos establecimientos hoteleros había numerosos fans buscando a sus ídolos para conseguir una foto con ellos. En el seno de los equipos el ambiente era de una calma tensa. Los ciclistas examinaban al detalle todas las etapas, pero especialmente la etapa del siguiente día donde preocupaba el estado de unas carreteras demasiado estrechas en algunos momentos.
El domingo me fui a Marín para participar en el paseo en bici abierto para todos los públicos por el recorrido neutralizado de la tercera etapa, llamado “Tú eres vuelta” y organizado por el Concello de Marín en colaboración con el Club Ciclista Marín y la Federación Galega de Ciclismo.
El paseo, de más de cuatro kilómetros de recorrido, tuvo lugar a partir de las 21:00 horas. Para poder participar en la actividad que estuvo llena de regalos nos tuvimos que inscribir entre las 20:00 y las 20:50 horas en la Plaza de España, los primeros 300 inscritos recibimos una camiseta conmemorativa y alegórica de esta tercera etapa.
Entre los inscritos, hubo uno que llamó la atención por su carrera deportiva: José Ángel Vidal, exciclista profesional español del equipo Kelme, con más participaciones en el Tour de Francia.
Actualmente es director deportivo y seleccionador gallego de ciclismo de carretera, lo que no quitó que se subiese a su bicicleta para completar el recorrido.
La multitudinaria participación que se dio cita en el evento hacía presagiar que al día siguiente Marín se volcaría con la Vuelta. Los presagios no fallaron y prueba de ello fue la cantidad de gente que se acercó a la línea de salida a disfrutar con el ciclismo pese al intenso calor y a que era un día laborable.
Llegue a Marín una hora antes del comienzo de la prueba y ya el puerto era el centro neurálgico. Hasta allí se había acercado la multitud para ver de cerca los autobuses de los equipos, los auxiliares, los coches de asistencia, los masajistas, los mecánicos y a los propios ciclistas que forman parte de la serpiente multicolor.
Además, había dispuestas atracciones hinchables para que los más pequeños disfrutasen a su manera. De esta forma, personas de todas las edades tomaron las calles de Marín. Familias enteras y grupos de excursiones conformados por niños pequeños y comandados por monitores se acercaron al centro urbano para vivir de cerca la prueba.
Durante toda esa hora anterior a la salida, los curiosos nos amontonamos cerca de los autobuses de los principales equipos a la espera de la caza de autógrafos, mientras los mecánicos ponían a punto las bicis, los cristales tintados de los buses no dejaban ver lo que ocurría en su interior pero por la salida a cuenta gotas de los ciclistas todo me hacía suponer que los masajistas cuidaban con mimo las piernas de todos ellos, al tiempo que los directores preparaban la estrategia a la vez que ejercían de psicólogos tratando de relajar a los suyos.
Yo con el primer bus que me encontré fue con el Sky, ahí me quede a la espera de ver salir a Michal Kwiatkowski líder de la carrera y al líder del equipo y máximo favorito Chris Froome. La espera aunque se hizo larga fue entretenida viendo a los  operarios de cámara, locutores, fotógrafos y periodistas rondando con sus acreditaciones pegados a sus teléfonos móviles buscando la noticia más caliente. La expectación alrededor del todopoderoso Sky era máxima, mientras que en la de los equipos más modestos y humildes no acaparaban la atención de los Contador, Froome o Nairo y Valverde,  aunque  para estos equipos modestos estar aquí en la Vuelta es algo maravilloso y seguro que de alguno de sus corredores se hablara mucho.
Sin complejos y sin vergüenza Mikel Nieve y Beñat Intxausti al lado de sus nombres grabados en la puerta del bus lucían la bandera de Euskadi con el mismo orgullo que el resto de los ciclistas lucían la bandera de sus respectivos países. Todo un detallazo que no paso desapercibido para casi nadie, escuchando comentarios a favor y en contra.
A escasos diez minutos de la salida oficial, Kwiatkowski fue recibido con un estruendoso griterío y aplausos nada más que los espectadores vimos el maillot rojo asomar por la puerta del bus, mientras todavía firmaba autógrafos a los más jóvenes salió Froome y el jolgorio aumento por mil.
A mi todavía me dio tiempo de ir al Bus del Tinkoff para ver la salida de Alberto Contador.
Quedaba ver la salida, esa hora de espera fue un espectáculo maravilloso y de una expectación increíble.
Antes de que diese comienzo la etapa, los sitios preferidos por la gente fueron la Alameda,  la Avenida de Ourense y el Puerto que estaban a rebosar.
Una vez se dio la salida, los vítores no cesaron. Todos querían estar en una posición privilegiada para ver desfilar a sus ídolos, aplaudirles y gritarles cuando estos pasaban a nuestro lado.
Instantes después de la multitudinaria salida, los autobuses de los equipos comenzaron a abandonar el puerto de Marín. Mientras los ciclistas tenían por delante 170 kilómetros hasta la meta del Mirador de Ézaro.
Después de poco más de 15 minutos de la salida de los ciclistas, las calles comenzaron a recobrar la normalidad y media hora después, no quedaban vestigios de lo que había ocurrido.
En lo deportivo, el francés Alexandre Geniez logró una victoria tan emocionante como agónica, ya que el Mirador de Ézaro se escala reptando por una pared de hormigón. Son algo menos de dos kilómetros tremendos, donde avanzar y mantener la verticalidad es una proeza. En la rampa de 30% de desnivel, cada uno sube a su ritmo, las ayudas de los gregarios son ineficaces. Es una ascensión explosiva, ideal para corredores con una rápida capacidad de respuesta, como Rubén Fernández, ganador del Tour del Porvenir y hoy, un gregario del movistar que fue superior a sus jefes. “El Escayolas”, como se conoce al murciano y compañero de entreno de Valverde, se enfundaba el maillot rojo como nuevo y sorprendente líder. Tras él, llegaron juntos a 26 segundos los favoritos: Valverde, Froome y Esteban Chaves, a 32 Nairo y a 54 Contador.
La primera cita con la montaña, evidenció que el Pistolero de Pinto aún debe enfrentarse a vario duelos más para poder alcanzar su mejor momento. El test donde la herida quedó en la piel del pinteño, le alejó de Froome, Quintana y Valverde. Ya perdía más de un minuto y medio, una diferencia significativa cuando solo se habían disputado tres etapas.
Los corredores treparon por las paredes graníticas con las pulsaciones desembocadas. No hubo descanso. Un suplicio que les impidió contemplar el majestuoso escenario que se habría a sus espaldas. Desde ese privilegiado balcón se divisa el Atlántico, la desembocadura del río Xallas con una cascada que vierte directamente en el océano, el cabo Finisterre y las islas Lobeira. Una maravilla a la que fue ajeno Rubén Fernández, siempre tirando del grupo de favoritos. El murciano estuvo esplendido. Tan ensimismado estuvo con su trabajo que se despistó y cruzó la meta levantando los brazos, creyendo que había ganado.
Hoy, con la 9ª etapa llegó el primer triunfo español, la clasificación general también la comanda el mismo español aunque defendiendo los colores del Etixx Quickstep. La clasificación general entre los favoritos sigue muy apretada a pesar de que como los buenos tahúres, todos trataron de esconder el mayor tiempo posible sus cartas.
Disputadas las cuatro primeras partidas de los diez finales en alto y las siete etapas de montaña, los aspirantes todavía disponen de varias jugadas para ocultar y destapar.
Nairo, Valverde, Froome y Esteban Chaves, que  llegaron con la vitola de favoritos han estado delante cumpliendo los pronósticos, pero otros como Alberto Contador ya ha empezado a ver cómo sus opciones se alejan a pesar de dar muestras de recuperación.
Mañana con la llegada a los míticos Lagos de Covadonga posiblemente podre sacar mis conclusiones, de momento no descarto a nadie, quedan 11 días de emoción, en los que seguramente se frustraran planes y se luchara en esa batalla a muerte que espera a los favoritos.
Así sucedió, así lo vi y así lo cuento.

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