Ahora que la temporada está dando sus últimas pedaladas
en las lejanas tierras chinas, llega el momento de preguntarse ¿qué será de
aquellos que se bajan de la bicicleta definitivamente poniendo el punto y final
a su carrera como ciclistas profesionales?. ¿Qué pasa con esos ciclistas cuando
se bajan de la bicicleta?, ¿hacia dónde encaminan sus pasos?.
Recuerdo no hace mucho, saltaban las noticias de los
dramas que vivieron tras su retirada deportistas como Andreas Brehme, campeón del mundo en 1990 con Alemania,
pasó de ganar ingentes cantidades de dinero a quedar sepultado por las deudas (dicen,
incluso, que llegó a limpiar retretes para poder comer); Adriano, delantero promesa
en el Inter, se ahogó entre drogas y alcohol hasta acabar pidiendo ‘asilo’ en
una favela; y Paul Gascoigne, leyenda del fútbol británico, precipitó su caída
deambulando entre bares. Todos ellos, en algún momento, estuvieron en lo más
alto; y todos ellos, más tarde, tuvieron problemas. Son, en cierto modo, los
ejemplos más representativos de deportistas caídos en desgracia. Y, aunque lo
suyo no es lo normal, lo cierto es que cualquiera, por mucho que haya ganado,
tiene que enfrentarse tras la retirada a un drama: qué hacer con su vida.
No conozco ningún caso tan
dramático como estos en el mundo del ciclismo, pero seguro que los hay, aunque
no salgan a la luz. La fama y reputación de un ciclista no es tanta como la de
un futbolista. Pero el ciclista al igual que el futbolista, cuando su
etapa profesional termina, se le abren más o menos los mismos problemas.
En el caso de los ciclistas, las
opciones en función de lo importante o famoso que haya sido el mismo, son
también las mismas. Así, vemos habitualmente como campeones de grandes vueltas
se reubican sin problemas sacando su propia marca de bicicletas, como
comentaristas de televisión o incluso con equipos propios a los que dirigir.
Sin embargo, los corredores más “del montón”, intentan engancharse como directores
de equipo, relaciones públicas o mecánicos.
Cuando una carrera ciclista se
acaba, no es un paso más, un estadio más en la vida de todo ser humano que va
evolucionando y envejeciendo, generalmente es mucho más. Se acaban los focos,
las entrevistas, los salarios (en algunos casos) altos y el reconocimiento. Hay
que empezar una nueva vida, tienen que preocuparse de mucho más que únicamente
de dar pedales y no siempre es fácil.
El porcentaje de ciclistas con
estudios superiores es muy bajo, y la preparación para esa nueva vida que han
de comenzar es, en la mayoría de las veces, inexistente. Muchos vuelven a
negocios familiares o abren sus propias tiendas y talleres de bicicletas en sus
lugares de origen, otros simplemente se dan de bruces con la realidad de que no
saben hacer nada más que dar pedales y ya no pueden vivir de ello. Son los
grandes olvidados.
Los Contador, Induráin, Perico,
no suelen tener problemas (salvo que sean unas cabras locas) han ganado mucho, como para vivir bien de por
vida y además (si quieren) lo seguirán ganando igual de bien, pero los
ciclistas no tan buenos, los currantes del pelotón, esos no lo tienen tan
fácil.
Para esos, a veces, la retirada
no es más que el olvido, una puerta a lo desconocido que habitualmente se hace
con menos equipaje del necesario y con muy pocas puertas a las que llamar.
Estos ciclistas a pesar de haber competir en el Tour, el Giro o la Vuelta, dejan la
competición y se enfrentan a tener que tomar las riendas de su vida. Durante su
carrera profesional, se acostumbraron a que les hagan todo, no todos tuvieron
claro que necesitaban una formación paralela para cuando dejasen el ciclismo, adaptándose
a un mundo más competitivo que el propio ciclismo y que desconocen totalmente.
Es por eso, cuando lo dejan, se encuentran que tienen que coger las riendas de
sus vidas y que la lista de contactos está vacía. Conocían masajistas,
directores deportivos, mecánicos, ciclistas…, pero fuera de ese mundo nada, o
poco más.
Estaría bien que las Federaciones colaborasen para que
estos ciclistas pudiesen integrarse fácilmente al mundo laboral, ya que muchas
veces están metidos en una burbuja y necesitan de otras vías para que ésta se
rompa.
La apuesta por el deporte no puede ser el 100% por 100%.
Ese es el error que cometen muchos.
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