domingo, 5 de novembro de 2017

DESPUÉS DEL CICLISMO ¿Que?.

Ahora que la temporada está dando sus últimas pedaladas en las lejanas tierras chinas, llega el momento de preguntarse ¿qué será de aquellos que se bajan de la bicicleta definitivamente poniendo el punto y final a su carrera como ciclistas profesionales?. ¿Qué pasa con esos ciclistas cuando se bajan de la bicicleta?, ¿hacia dónde encaminan sus pasos?.
Recuerdo no hace mucho, saltaban las noticias de los dramas que vivieron tras su retirada deportistas como Andreas Brehme, campeón del mundo en 1990 con Alemania, pasó de ganar ingentes cantidades de dinero a quedar sepultado por las deudas (dicen, incluso, que llegó a limpiar retretes para poder comer); Adriano, delantero promesa en el Inter, se ahogó entre drogas y alcohol hasta acabar pidiendo ‘asilo’ en una favela; y Paul Gascoigne, leyenda del fútbol británico, precipitó su caída deambulando entre bares. Todos ellos, en algún momento, estuvieron en lo más alto; y todos ellos, más tarde, tuvieron problemas. Son, en cierto modo, los ejemplos más representativos de deportistas caídos en desgracia. Y, aunque lo suyo no es lo normal, lo cierto es que cualquiera, por mucho que haya ganado, tiene que enfrentarse tras la retirada a un drama: qué hacer con su vida.
No conozco ningún caso tan dramático como estos en el mundo del ciclismo, pero seguro que los hay, aunque no salgan a la luz. La fama y reputación de un ciclista no es tanta como la de un futbolista. Pero el ciclista al igual que el futbolista, cuando su etapa profesional termina, se le abren más o menos los mismos problemas.
En el caso de los ciclistas, las opciones en función de lo importante o famoso que haya sido el mismo, son también las mismas. Así, vemos habitualmente como campeones de grandes vueltas se reubican sin problemas sacando su propia marca de bicicletas, como comentaristas de televisión o incluso con equipos propios a los que dirigir. Sin embargo, los corredores más “del montón”, intentan engancharse como directores de equipo, relaciones públicas o mecánicos.
Cuando una carrera ciclista se acaba, no es un paso más, un estadio más en la vida de todo ser humano que va evolucionando y envejeciendo, generalmente es mucho más. Se acaban los focos, las entrevistas, los salarios (en algunos casos) altos y el reconocimiento. Hay que empezar una nueva vida, tienen que preocuparse de mucho más que únicamente de dar pedales y no siempre es fácil.
El porcentaje de ciclistas con estudios superiores es muy bajo, y la preparación para esa nueva vida que han de comenzar es, en la mayoría de las veces, inexistente. Muchos vuelven a negocios familiares o abren sus propias tiendas y talleres de bicicletas en sus lugares de origen, otros simplemente se dan de bruces con la realidad de que no saben hacer nada más que dar pedales y ya no pueden vivir de ello. Son los grandes olvidados.
Los Contador, Induráin, Perico, no suelen tener problemas (salvo que sean unas cabras locas)  han ganado mucho, como para vivir bien de por vida y además (si quieren) lo seguirán ganando igual de bien, pero los ciclistas no tan buenos, los currantes del pelotón, esos no lo tienen tan fácil.
Para esos, a veces, la retirada no es más que el olvido, una puerta a lo desconocido que habitualmente se hace con menos equipaje del necesario y con muy pocas puertas a las que llamar.
Estos ciclistas a pesar de haber competir en el Tour, el Giro o la Vuelta, dejan la competición y se enfrentan a tener que tomar las riendas de su vida. Durante su carrera profesional, se acostumbraron a que les hagan todo, no todos tuvieron claro que necesitaban una formación paralela para cuando dejasen el ciclismo, adaptándose a un mundo más competitivo que el propio ciclismo y que desconocen totalmente. Es por eso, cuando lo dejan, se encuentran que tienen que coger las riendas de sus vidas y que la lista de contactos está vacía. Conocían masajistas, directores deportivos, mecánicos, ciclistas…, pero fuera de ese mundo nada, o poco más.
Estaría bien que las Federaciones colaborasen para que estos ciclistas pudiesen integrarse fácilmente al mundo laboral, ya que muchas veces están metidos en una burbuja y necesitan de otras vías para que ésta se rompa.

La apuesta por el deporte no puede ser el 100% por 100%. Ese es el error que cometen muchos.

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