ANTEQUERA y FREIRE, dispuestos a devolver al ciclismo al lugar que se merece. |
Óscar Freire Gómez (Torrelavega, Cantabria; 15 de febrero de 1976), se marcha del ciclismo dejando páginas inolvidables y quejándose de no haber sido suficientemente valorado aquí en España, aunque reconoce que ha sentido apoyo sobre todo al principio de su carrera.
En España las Clásicas y Mundiales no se valoran como las grandes vueltas, pero fue el precursor de un ciclismo diferente al de las grandes vueltas de tres semanas. Por eso es una pena que sus grandes éxitos no hayan sido valorados como se merecía.
Tras el Mundial de Valkenburg dejo la bicicleta, pero no debemos dejar pasar por alto lo que hizo. Fue diferente al prototipo de ciclista español. Cambió la montaña por la velocidad, las carreras que premian la regularidad por las que ensalzan la potencia e inteligencia.
Freire logró lo que no consiguieron otros ciclistas españoles: Fue el primero en ganar una clásica como la Gante-Wevelgen (2008), o la París-Tour (2010), entre otras, más tres Mundiales y el maillot verde del Tour de Francia de 2008, siendo el ciclista español con más grandes clásicas en su palmarés (12). Por todo esto no se le puede olvidar tan fácilmente.
Javier Minguez, que fuera su técnico en el Vitalicio, equipo con el que ganó su primer Oro en el Mundial de Verona de 1999 (Italia), le define muy gráficamente: “Óscar no se despista en los Mundiales porque son pruebas que siempre se disputan entre vallas”.
Los exagerados dicen que después de tres meses saliendo con su novia, nunca se acordaba de su nombre. La pobre Laura se desesperaba con los desplantes y las carencias de detalles del ciclista.
Lo que si es cierto es que Freire en Lisboa del 2001, en la víspera de conquistar su segundo Arco Iris, se descolgó de sus compañeros y se perdió en las afueras de la capital lusa, paró un taxi y fue incapaz de explicarle en qué hotel estaba alojado, los únicos datos que aportó fueron que era blanco y tenia piscina. Tras desmontar la bicicleta y meterla en el maletero, taxista y ciclista se fueron de ruta hasta que, cerca de las 21:00 horas, localizaron el alojamiento.
Los vacíos de memoria de Óscar Freire, ya forman parte de su leyenda, con algo de ficción y realidad. Aseguran que en unas vacaciones se marchó con su mujer a Egipto sin billete de avión. Tan increíble como extraviar el pasaporte dos veces en el mismo día. Tras insistirle su mujer que había perdido el documento, se montó en la moto y se marchó desde su casa de Coldeiro (Suiza) hasta una comisaría de Milán para arreglar los papeles, en el viaje de regreso volvió a desaparecer.
Pero en carrera Freire, cuando más distraído parce, más implicado se encuentra. Sólo se siente seguro en el seno del pelotón. “Parece que nunca está ahí. No falla”, reconoce el italiano Paolo Bettini, compañero, amigo y rival, con el que ahora compartirá condición de retirado.
El tres veces ganador del Mundial, igualando los registros de Alfredo Binda, Eddy Merckx y Rik Van Steenbergen, después del Mundial de Valkenburg (Holanda) colgó la bicicleta.
El Katusha lo hizo oficial el pasado 4 de octubre. Óscar Freire no volverá a colocarse un dorsal.
Aquel Óscar Freire que en su niñez careció de ídolos ciclistas, solo le privaban las chapas y el scalextric, que a los tres años estuvieron a punto de amputarle una pierna por una tuberculosis ósea, jamás soñó que en su Torrelavega natal levantarían un velódromo con su nombre. Ese crío enfermo se transformaría en un ciclista extraordinario, único en su especie, que despreció el Giro, Tour y Vuelta. Prefiriendo las clásicas, unas carreras hostiles al típico escalador español. Con tres Oros y un bronce en los Mundiales, tres Milán-San Remo y con etapas en Tour y Vuelta, nunca se sintió suficientemente valorado en su tierra.
El pequeño y musculado velocista cántabro atesoraba unas condiciones excepcionales. Lo decía el fisiólogo del Mapei, Aldo Sassi cuando en unas declaraciones decía que se quedó impactado con el español: “Es único. Tiene cuerpo de escalador, 1,71 metros y 65 kilos, pero es un esprínter y puede desarrollar una fuerza extrema en distancias cortas. Es un fuera serie, muy potente. Le analizamos en un sprit y en 100 metros y con 12 o 13 pedaladas, ganó entre siete y 10 metros al adversario. Eso es increíble”.
Con sólo 11 días de preparación fue convocado por Francisco Antequera para el Mundial de Verona de 1999, una locura, pero él fue capaz de doblegar al Sprint a Markus Zberg y Jean Cyril Robin. Nunca paso de 70 carreras en una temporada. En Lisboa 2001 se presentó con una campaña pobre por las lesiones. En Verona 2004 fue el pionero en lograr el titulo por dos veces en la misma ciudad.
Para mí, se retira el mejor clasicómano español desde que existe el ciclismo. Un ciclista correctísimo, que se paraba siempre con quien se lo pedía para sacar la foto o firmar autógrafos.
La esencia se sirve siempre en tarros pequeños. Óscar Freire, te echaremos de menos.
El próximo 1 de diciembre si Paco Antequera gana las elecciones a la presidencia de la Federación Española de Ciclismo lo nombrara seleccionador.
Ningún comentario:
Publicar un comentario