El francés David Lappartient fue elegido el pasado
jueves como nuevo presidente de la Unión Ciclista Internacional (UCI), llega
después de 60 años que lo hiciera el últimos francés Achille Joinard entre 1947
y 1958.
Llega diciendo fuerte y claro: oh lalá, en un
perfecto francés y con un programa que busca reformar el ciclismo profesional,
priorizando sobre todo la luchar contra el fraude tecnológico.
Con un mandato para los próximos cuatro años este
Bretón de 44 años, era el actual vicepresidente de la UCI y presidente de la
Confederación Europea. En su país tuvo experiencia en la gestión política, como
alcalde de Sarzeau, consejero departamental y presidente del parque natural
regional del golfo de Morbihan. Lappartient había anunciado en junio su
candidatura contra Brian Cookson, abogando por una nueva forma de gobernar la
UCI y criticando especialmente la postura de la Federación Internacional en lo
referente al fraude tecnológico (los motores en las bicicletas).
Si Cookson, sucedió hace cuatro años en el cargo al
irlandés Pat McQuaid, que había quedado debilitado por las turbulencias del
"Caso Armstrong", la amplia victoria de Lappartient sobre el
presidente saliente fue debida a la dejación en asuntos claves y a la ola de
pruebas sobre el uso de motores en el pelotón profesional que atrajo críticas
de ciclistas y managers por igual.
"Las prioridades son numerosas.
Está sobre todo la reforma del ciclismo profesional, pero la prioridad entre
todas las prioridades es el tema del fraude tecnológico y quiero que la UCI sea
ejemplar en ese asunto", declaró el francés en su primera
intervención ante varios periodistas en Bergen. "Los corredores que entrenan duro
merecen otra cosa que rumores sobre bicicletas eléctricas", señaló.
Si su prioridad es la lucha contra el dopaje tecnológico, está admitiendo que existe el
fraude tecnológico. Muy grave esta acusación, ya que el fraude tecnológico, es
la mayor amenaza del ciclismo profesional.
La UCI tiene que
combatir esta amenaza que acecha al ciclismo profesional. El dopaje mecánico es una verdadera lacra para este deporte siempre polémico. Las
sospechas sobre la veracidad de este tipo de fraude ya se confirmaron en 2016
en el Mundial de Ciclocrós
de Zolder (Bélgica). En el interior del cuadro Wilier
Triestina de la belga Femke Van den Driessche ocultaba un conglomerado de cables
conectados a un motor eléctrico. Tras ser pillada no hubo ese comisario que
parase la competición y abriese con un serrucho el cuadro de carbono para,
exhibir el motor a la vista de todos, claro que sería algo peliculero.
La UCI avisó del
hallazgo, pero en ningún momento ha facilitado imágenes ni ninguna explicación
técnica sobre el ingenio, simplemente dio el nombre de la tramposa (una chica
belga de 19 años que ya enseguida anuncio que dejaba el ciclismo), la marca
comercial de la bicicleta, pero ojo, no la marca de motor ni el fabricante, que
sería lo importante. El resto de la información dada, fueron algunas de las
excusas tontas, que pasaran a formar parte del anecdotario de este deporte,
como que la bici motorizada estaba en boxes y lista para ser usada, pero que no
se sabía si fue usada o no. Otra prueba de que la UCI seguía miraba para otro
lado y no pasaba nada.
Las sospechas van y
vienen en un deporte como el ciclismo que ha visto caer al todopoderoso ganador
de siete Tours consecutivos. Otro de los casos más sonados fue el del posible
motor en competición, cuando en 2010 Fabian Cancellara ganó de manera
autoritaria y nunca antes vista dos de las carreras más exigentes del calendario
mundial, el Tour de Flandes y la París-Roubaix.
A pesar de la
velocidad imposible en una subida muy exigente sin levantarse del sillín,
mientras sus rivales parecía que iban a cámara lenta, o cuando se va en
solitario hacia la victoria a 53 km de meta, tras desarrollar una velocidad
imposible en un tramo llano, mientras nuevamente sus rivales parecen ir a
cámara lenta.
Las imágenes de un
vídeo de un aficionado donde se puede observar cómo Cancellara, antes de su
ataque fulminante subiendo, da a un mecanismo en su manillar. Era la imagen
original de ese vídeo que todos vimos, y en la que no hay manipulación alguna.
Una semana después, camino de Roubaix, un ciclista del equipo Cofidis declaró haber oído un
extraño zumbido en el pelotón en el momento del ataque del corredor suizo.
Siguieron pasando
cosas como el famoso ataque sentado en el Ventoux de Chris Froome. No hace ni
dos años que, aunque la carrera fue en 2013, se supo por una filtración de los
datos del potenciómetro del corredor británico durante esa ascensión, algo
sobrehumano.
La UCI, con su
presidente a la cabeza del pelotón estaban mirando para otro lado y por
supuesto, no pasó nada. Esto es el ciclismo, donde rigen leyes de silencio. Ni
los rivales dijeron nada, como si fuese normal, ni el propio Cancellara demandó
al autor del vídeo para defender su honorabilidad, si la hubiera o hubiese en
algún momento. No pasó nada, y al mismo tiempo siguieron pasando cosas, porque
la historia de la técnica nos explica que, cuando algo se inventa, no se puede
volver al estadio anterior previo a la invención: sigue ahí, y se seguirá
usando, especialmente si nadie de los responsables en mantener el orden hace
nada para impedirlo.
La mera sospecha del
uso de bicicletas con motor en competición debería provocar un consenso para
atajar el problema con medidas contundentes, y más cuando el nuevo presidente
de la UCI está confirmado que existen. Sin embargo, dicen que se hicieron cosas
como las medidas preventivas pasando, una tablet por las bicis, a ver si así se
detectan, cables y componentes electrónicos, ¡Oleee!, mis niños.
Que alguien me diga
que hicieron con el caso de la ciclista belga pillada que se retiro sin ni
siquiera comparecer ante un tribunal, sin responder a una sola pregunta sobre
cómo adquirió la bicicleta, cuánto tiempo llevaba usándola… nada de nada que
vai pa ningueres, que decimos los gallegos.
De esta manera no es
de extrañar que sigan las sospechas, queremos un deporte limpio, pero
presidente tras presidente, lo que prometen hoy no lo cumplen ni en cuatro, ni
en ocho ni en doce años, a pesar de que los propagandistas dicen que este
deporte está limpio y que se continúan logrando, cuando no mejorando, las
medias de velocidad que se producían en los años de la barra libre de EPO. Es
que ahora entrenan mejor. Es que hay ganancias marginales. Y yo también digo
que hay motores.
El espectáculo tiene
que continuar, pero no todo vale, ni tampoco pensar que aquí no pasa nada. Este
nuevo presidente de la UCI no puede caer en el descredito, los aficionados a
este deporte queremos credibilidad, que nadie hiera a este deporte, ni que
nadie busque pociones mágicas. David Lappartient quiere ser un presidente que
mande en la UCI, comprometiéndose a mejorar la credibilidad del organismo,
abordando con fuerza el problema de los motores ocultos en las bicis dentro del
pelotón profesional, sabe que no fueron lo suficientemente profesionales en
este tema, también dice que trae algunas ideas nuevas para revisar las
bicicletas y que va ser, más duro y fuerte en este tema. También dice que no
quiere que la UCI sea vista como débil en esta lucha contra el dopaje
tecnológico.
Espero y deseo que sea un hombre de
acción y que cumpla con lo prometido. Los aficionados queremos un ciclismo creíble.
La electricidad puede hacer más milagros
que la química y dañar mucho más al ciclismo.
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