domingo, 24 de setembro de 2017

TODOS CONTRA EL DOPAJE TECNOLÓGICO

El francés David Lappartient fue elegido el pasado jueves como nuevo presidente de la Unión Ciclista Internacional (UCI), llega después de 60 años que lo hiciera el últimos francés Achille Joinard entre 1947 y 1958.

Llega diciendo fuerte y claro: oh lalá, en un perfecto francés y con un programa que busca reformar el ciclismo profesional, priorizando sobre todo la luchar contra el fraude tecnológico.

Con un mandato para los próximos cuatro años este Bretón de 44 años, era el actual vicepresidente de la UCI y presidente de la Confederación Europea. En su país tuvo experiencia en la gestión política, como alcalde de Sarzeau, consejero departamental y presidente del parque natural regional del golfo de Morbihan. Lappartient había anunciado en junio su candidatura contra Brian Cookson, abogando por una nueva forma de gobernar la UCI y criticando especialmente la postura de la Federación Internacional en lo referente al fraude tecnológico (los motores en las bicicletas). 

Si Cookson, sucedió hace cuatro años en el cargo al irlandés Pat McQuaid, que había quedado debilitado por las turbulencias del "Caso Armstrong", la amplia victoria de Lappartient sobre el presidente saliente fue debida a la dejación en asuntos claves y a la ola de pruebas sobre el uso de motores en el pelotón profesional que atrajo críticas de ciclistas y managers por igual.

 "Las prioridades son numerosas. Está sobre todo la reforma del ciclismo profesional, pero la prioridad entre todas las prioridades es el tema del fraude tecnológico y quiero que la UCI sea ejemplar en ese asunto", declaró el francés en su primera intervención ante varios periodistas en Bergen. "Los corredores que entrenan duro merecen otra cosa que rumores sobre bicicletas eléctricas", señaló.

Si su prioridad es la lucha contra el dopaje  tecnológico, está admitiendo que existe el fraude tecnológico. Muy grave esta acusación, ya que el fraude tecnológico, es la mayor amenaza del ciclismo profesional.

La UCI tiene que combatir esta amenaza que acecha al ciclismo profesional. El dopaje mecánico  es una verdadera lacra para este deporte siempre polémico. Las sospechas sobre la veracidad de este tipo de fraude ya se confirmaron en 2016 en el Mundial de Ciclocrós de Zolder (Bélgica). En el interior del cuadro Wilier Triestina de la belga Femke Van den Driessche ocultaba un conglomerado de cables conectados a un motor eléctrico. Tras ser pillada no hubo ese comisario que parase la competición y abriese con un serrucho el cuadro de carbono para, exhibir el motor a la vista de todos, claro que sería algo peliculero.
La UCI avisó del hallazgo, pero en ningún momento ha facilitado imágenes ni ninguna explicación técnica sobre el ingenio, simplemente dio el nombre de la tramposa (una chica belga de 19 años que ya enseguida anuncio que dejaba el ciclismo), la marca comercial de la bicicleta, pero ojo, no la marca de motor ni el fabricante, que sería lo importante. El resto de la información dada, fueron algunas de las excusas tontas, que pasaran a formar parte del anecdotario de este deporte, como que la bici motorizada estaba en boxes y lista para ser usada, pero que no se sabía si fue usada o no. Otra prueba de que la UCI seguía miraba para otro lado y no pasaba nada.
Las sospechas van y vienen en un deporte como el ciclismo que ha visto caer al todopoderoso ganador de siete Tours consecutivos. Otro de los casos más sonados fue el del posible motor en competición, cuando en 2010 Fabian Cancellara ganó de manera autoritaria y nunca antes vista dos de las carreras más exigentes del calendario mundial, el Tour de Flandes y la París-Roubaix.
A pesar de la velocidad imposible en una subida muy exigente sin levantarse del sillín, mientras sus rivales parecía que iban a cámara lenta, o cuando se va en solitario hacia la victoria a 53 km de meta, tras desarrollar una velocidad imposible en un tramo llano, mientras nuevamente sus rivales parecen ir a cámara lenta.
Las imágenes de un vídeo de un aficionado donde se puede observar cómo Cancellara, antes de su ataque fulminante subiendo, da a un mecanismo en su manillar. Era la imagen original de ese vídeo que todos vimos, y en la que no hay manipulación alguna. Una semana después, camino de Roubaix, un ciclista del equipo Cofidis declaró haber oído un extraño zumbido en el pelotón en el momento del ataque del corredor suizo.
Siguieron pasando cosas como el famoso ataque sentado en el Ventoux de Chris Froome. No hace ni dos años que, aunque la carrera fue en 2013, se supo por una filtración de los datos del potenciómetro del corredor británico durante esa ascensión, algo sobrehumano.
La UCI, con su presidente a la cabeza del pelotón estaban mirando para otro lado y por supuesto, no pasó nada. Esto es el ciclismo, donde rigen leyes de silencio. Ni los rivales dijeron nada, como si fuese normal, ni el propio Cancellara demandó al autor del vídeo para defender su honorabilidad, si la hubiera o hubiese en algún momento. No pasó nada, y al mismo tiempo siguieron pasando cosas, porque la historia de la técnica nos explica que, cuando algo se inventa, no se puede volver al estadio anterior previo a la invención: sigue ahí, y se seguirá usando, especialmente si nadie de los responsables en mantener el orden hace nada para impedirlo.
La mera sospecha del uso de bicicletas con motor en competición debería provocar un consenso para atajar el problema con medidas contundentes, y más cuando el nuevo presidente de la UCI está confirmado que existen. Sin embargo, dicen que se hicieron cosas como las medidas preventivas pasando, una tablet por las bicis, a ver si así se detectan, cables y componentes electrónicos, ¡Oleee!, mis niños.
Que alguien me diga que hicieron con el caso de la ciclista belga pillada que se retiro sin ni siquiera comparecer ante un tribunal, sin responder a una sola pregunta sobre cómo adquirió la bicicleta, cuánto tiempo llevaba usándola… nada de nada que vai pa ningueres, que decimos los gallegos.
De esta manera no es de extrañar que sigan las sospechas, queremos un deporte limpio, pero presidente tras presidente, lo que prometen hoy no lo cumplen ni en cuatro, ni en ocho ni en doce años, a pesar de que los propagandistas dicen que este deporte está limpio y que se continúan logrando, cuando no mejorando, las medias de velocidad que se producían en los años de la barra libre de EPO. Es que ahora entrenan mejor. Es que hay ganancias marginales. Y yo también digo que hay motores.
El espectáculo tiene que continuar, pero no todo vale, ni tampoco pensar que aquí no pasa nada. Este nuevo presidente de la UCI no puede caer en el descredito, los aficionados a este deporte queremos credibilidad, que nadie hiera a este deporte, ni que nadie busque pociones mágicas. David Lappartient quiere ser un presidente que mande en la UCI, comprometiéndose a mejorar la credibilidad del organismo, abordando con fuerza el problema de los motores ocultos en las bicis dentro del pelotón profesional, sabe que no fueron lo suficientemente profesionales en este tema, también dice que trae algunas ideas nuevas para revisar las bicicletas y que va ser, más duro y fuerte en este tema. También dice que no quiere que la UCI sea vista como débil en esta lucha contra el dopaje tecnológico.
Espero y deseo que sea un hombre de acción y que cumpla con lo prometido. Los aficionados queremos un ciclismo creíble.

La electricidad puede hacer más milagros que la química y dañar mucho más al ciclismo.

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