Pocos deportes en mi vida me provocan tantos recuerdos como el ciclismo.
A muchos, posiblemente les puede parecer un deporte aburrido, quizá tramposo,
sin embargo para mi, guarda un aura que ningún otro deporte tiene. Ya desde muy
temprana edad, me sabía los equipos, sus ciclistas y sus victorias, hasta tenía
mi equipo de chapas con las fotos de mis ciclistas favoritos. ¿Quién no ha
dibujado en su niñez circuitos en la calle para jugar con sus chapas de
refrescos, rellenadas de cera su parte interior (para hacerlas más estables) y decoradas
con los ciclistas y sus equipaciones?. En los últimos años de los 50 y hasta casi los
90 era habitual ver a los niños e incluso a adultos tirados en el suelo
dibujando un circuito que solían inspirarse en carreras ciclistas para pasar
largas tardes de verano jugando con sus chapas que empujábamos con nuestro dedo
pulgar y corazón.
Después de hacer muchas carreras de chapas demostrando mis habilidades y
romper por las rodillas los pantalones, el siguiente paso fue aprender a andar
en bici y así intentar emular las hazañas de mis ídolos.
Gracias al ciclismo supe lo que era el esfuerzo, el sacrificio, la
pasión y el sufrimiento, pero también descubrí que el buen trabajo si es en
equipo es mejor.
Cuando pensamos en ciclismo pensamos en un pelotón, en una carrera, en
una subida a un puerto intentando descolgar a los demás o dándolo todo para no
quedarnos descolgados. Esto es lo que imagina cualquier persona que piensa en
este deporte, pero los que montamos en bici sabemos lo que hay detrás de todo
eso, porque poca gente llega a saber como es el día a día de un ciclista. Da
igual que compitas o que dejes el alma los fines de semana con tu peña, tu club
o tu grupo de amigos, todos llevamos un sacrificio, más grande o más pequeño,
pero un sacrificio al fin y al cabo.
Durante muchos meses nos preparamos en solitario la gran mayoría de los
días para llegar lo mejor posible a ese objetivo: esa gran marcha Cicloturista
o esa gran Carrera Master, en la que soñamos con darlo todo. Para alcanzar
estos objetivos son muchas horas encima
de la bici, con la única compañía del cuentakilómetros, aquellos que
vamos por sensaciones, el pulsómetro los que nos regimos por los designios del
corazón junto con la cadencia o el Powertap para los más metódicos.
Otros acompañantes habituales en esas muchas horas sobre la bici son: el
aire que resbala en nuestras orejas y silba, el perro que nos ladra, ese coche
que viene de lejos y nos pita, no sé si es para que sepamos que se acerca o es
porque le incordiamos, el hey de ese ciclista que se nos cruza y que nos saluda levantando la mano, o
moviendo la cabeza.
La bicicleta y tú, solos, sin nadie con quien hablar, porque vas solo y
es un sueño, nuestro sueño y por más que quieras explicarlo nadie te va a
entender, solo pedaleando y saliendo muchas veces en bici se puede llegar a
entender.
Si algo he comprobado en todos estos años que llevo practicando
ciclismo, es que cuando entrenas por libre, lo más habitual es que siempre
repitas los mismos estímulos y la misma carga de entrenamiento. Variando el
volumen semanal con salidas más largas a medida que avanza la temporada.
Por eso es que si se quiere mejorar el rendimiento, las salidas con la
grupeta son necesarias. Pero es necesario saber diferenciar si lo que buscas es
pasarlo bien y disfrutar dando pedales, sin importarte si dentro de un mes vas
a estar en mejor o peor forma.
Para estos, están las salidas de parar a tomar el café sin cometer los errores
que muy a menudo cometemos y no vemos.
De todos es sabido que uno de los momentos más buenos de las salidas de
fin de semana son las paradas a recargar combustible en algún café a mitad del
recorrido o bien al terminar. ¿Pero alguna vez hemos pensado en esa familia que
esa mañana de domingo, esta desayunando tranquilamente y de repente se vio
asaltada por una veintena de ciclistas vociferantes y combativos en sus
historias de rampas, pulsaciones, relevos y demarrajes?.
Repasemos los Diez Mandamientos del buen comportamiento en
esas paradas:
I.
No
bloqueemos la entrada al local con las bicis o nos quedemos toda la grupeta
hablando en la puerta. El resto de la clientela solo quiere desayunar
tranquilamente.
II.
Quitémonos
el casco, las gafas y los guantes. Las normas de educación siempre han dicho de
quitarse el sombrero al entrar en un local, por lo que con el casco lo mismo.
Este punto es delicado pues siempre hay integristas del no quitarse el casco
hasta finalizar la etapa por aquello de no notar la desagradable sensación del
sudor frío de las almohadillas en nuestra piel relajada tras la parada.
III.
Bajo ningún concepto pongamos el casco o demás
accesorios sudorosos sobre la mesa. Nadie quiere pasar su comida o bebida por
nuestro sudor.
IV.
Tendríamos
que preguntar a los camareros antes de arramplar con cinco mesas para dar
cabida a todo el grupo o prestar atención cuando vengan a tomar nota o a servir. Si nos
portamos bien la próxima vez puede que recuerden nuestras preferencias y nos
llenen los bidones con agua fresquita.
VI. Dejemos
de usar el móvil y las redes sociales. Lo que toca ahora es disfrutar de los
compañeros en vivo y en directo.
VII.
Tenemos
que tener paciencia. Es cierto que llevamos más de 50 kilómetros en las piernas
contra el aire, la lluvia, el frio o el calor pero eso al dueño del
establecimiento y a sus clientes les da igual.
VIII.
No
olvidemos las buenas formas. Las grupetas ciclistas por costumbre tienden a un
lenguaje vociferante y lleno de tacos mientras se comentan las incidencias de
ese día. No podemos olvidar que somos elegantes tanto sobre la bici como fuera
de ella.
IX.
A la hora
de pagar, es difícil hacer cuentas por separado para veinte tíos, así que
tratemos de llevar suelto para pagar nuestra parte o mejor que uno invite al
resto de sus compañeros… Seguro que te lo agradecen y segurisimo que recibirás
más de un inesperado relevo o ayuda en el próximo puerto.
X.
No
dejemos despojos por donde pasemos. Ni vaciemos toda la basura de los bolsillos
de nuestro maillot sobre la mesa. Llevémosla a casa o tirémosla en la papelera
del local. Al camarero no le apetece especialmente lidiar con nuestras cáscaras
de plátano negruzca o con las babas de los restos de nuestras barritas
energéticas.
Estos diez Mandamientos se encierran en este mismo listado en el que seguramente coincidiremos muchos, a otros
seguro les dará la risa. Pero lo más seguro es que todos tengamos más anécdotas
de café que tendríamos que comentar.
De pan se alimenta el cuerpo, de respeto el alma. Respetemos a los demás
para que ellos nos respeten a nosotros.
Son acciones que no pasan de
moda.
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